Un impensado finale
Mientras caía el telón de El prisio
nero, la última de las dos óperas de Dallapiccola que subieron el domingo en el Colón, una lluvia de papelitos cayó sobre las plateas del Teatro. Llevaban la foto del director artístico Darío Lopérfido y la acusación de “negacionista”, a mi juicio injusta y falsa, con el consiguiente reclamo de renuncia. Esa lluvia resultó tan perfectamente sincronizada con el telón que por un instante pudo pensarse que formaba parte de una puesta que trata sobre los desaparecidos. Todo es posible en el Colón, un espacio ideológicamente abierto. Cuando el Centro de Experimentación del Teatro estrenó la ópera El Fiord (que el mismo CETC comisionó) en el Teatro 25 de Mayo, la representación terminó con carteles alusivos a la mítica cifra de 30 mil desaparecidos. No se lo mencionaba, pero obviamente el blanco era Lopérfido.
Lo del domingo no terminó en los papelitos. La operación se completó con un grupo de personas con pancartas que a la salida del Teatro pedía la renuncia de Lopérfido, mientras un audio reproducía las declaraciones que desataron la persecución del ex ministro de Cultura de la Ciudad. Evidentemente, nada de esto era parte de la puesta, aunque parecía continuarla de manera involuntaria: por un lado, por los estereotipos en que la realización incurre; por el otro, paradójicamente, por la red opresiva e intolerante que estas óperas denuncian.