Clarín

El destino de las cenizas: del río a la cancha del equipo amado

Las aventuras que muchas personas emprenden con los restos de sus familiares fallecidos.

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Las canchas de fútbol son templos sagrados para los hinchas de los clubes. Tanto, que los más fanáticos eligen ese destino para sus cenizas mortuorias. Sin embargo, son pocos los clubes que autorizan esta práctica, con el argumento de que el césped deportivo se arruina.

Aún así, las visitas guiadas a la Bombonera muchas veces sirven de coartada para dejar allí los restos de algún familiar o amigo, y aunque River no lo permite, hace cinco años el club estimó que recibía unos 40 pedidos mensuales para cumplir la última voluntad del algún hincha gallina. El ídolo de ese club, Norberto “Beto” Alonso, expresó su deseo hace algunos años: quiere que sus cenizas permanezca­n en el Monumental. Los restos del jugador de Estudiante­s Edgardo Prátola, muerto en 2002 a los 33 años, fueron esparcidos detrás de uno de los arcos del estadio pincharrat­a.

El mar y el río también son escenarios habituales a los que las familias se acercan después de haber cremado a algún ser querido para darle el último adiós. Es una tradición heredada de los vikingos, que se internaban durante tres días en el mar para despedir a un familiar y durante esa aventura, además, resolvían las discusione­s de la herencia. En febrero de 2012, los hijos de Luis Alberto Spinetta esparciero­n las cenizas del poeta en el Río de la Plata, a la altura de la Costanera Norte. “Este es el lugar”, escribió ese día Dante Spinetta en Twitter, y publicó una foto del río. En 2009, las cenizas de la británica Millvina Dean, última sobrevivie­nte del naufragio del Titanic, fueron esparcidas en las aguas del puerto de Southampto­n. Desde allí había salido el enorme barco de lujo, cuando Millvina tenía sólo dos meses.

Más allá de escenarios frecuentes como los estadios y las aguas, el des- tino de las cenizas mortuorias también puede despertar la sorpresa de quienes se enteran de ese deseo. En 2007, el guitarrist­a y fundador de The Rolling Stones, Keith Richards, contó en una entrevista que había mezclado las cenizas de su padre con cocaína y las había aspirado. El año pasado, en otra entrevista con un medio británico, sostuvo que no le molestaría que sus hijas aspiraran sus cenizas tras su muerte. “Yo mismo les dejaré la pajita”, enfatizó el músico.

También fue llamativo el destino de los restos del escritor estadounid­ense Truman Capote. Hace tan solo un mes la urna con sus cenizas se subastó por 45.000 dólares en Los Angeles. Desde su muerte en 1984, sus restos habían permanecid­o en la casa de una amiga, Joanne Carson, en Los Angeles. Fueron rematadas en esa misma ciudad california­na, luego de que Carson declarara que Capote “no quería que se llenaran de polvo en un estante”. No se dio a conocer la identidad del comprador de las cenizas, ni el destino que decidió para los restos del autor de A sangre fría y Música para camaleones.

Silvia era de Vicente López y nos gustaba ir al río a tomar mate. Cuando ella falleció no sabía qué hacer y se me ocurrió tirar sus cenizas ahí. Ahora estoy con ella cuando voy al río. Es más lindo mirar el horizonte que estar en el cementerio”. Enrique García Medina FOTOGRAFO

 ?? ALEJANDRO ELIAS ?? Un lugar de encuentro . Enrique García Medina tiró las cenizas de su novia Silvia en la costanera de Vicente López, en junio de 2013.
ALEJANDRO ELIAS Un lugar de encuentro . Enrique García Medina tiró las cenizas de su novia Silvia en la costanera de Vicente López, en junio de 2013.

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