Clarín

Proteger a la infancia de toda violencia

- Alejandra Perinetti Directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS Argentina

La violencia psicológic­a es una forma de maltrato, deja marcas que perduran en el tiempo. Existe numerosa evidencia que demuestra las consecuenc­ias negativas que esta forma de violencia tiene en el desarrollo infantil. Sin embargo, cabe destacar que no representa un hecho aislado, sino que responde a un trato enfermizo continuo hacia un niño o niña que termina afectando de manera adversa la percepción de sí mismo

y su desarrollo. El carácter crónico y el inicio de estas prácticas en edades tempranas de la infancia aumentan la gravedad de las consecuenc­ias en el desarrollo integral de los niños.

Un niño o niña, víctima de abuso emocional ve directamen­te afectada su capacidad de vincularse con otros, de arribar a logros escolares, de desarrolla­rse cognitivam­ente, y de crecer de manera saludable. El grito, la humillació­n, el menospreci­o pueden hacer sentir a los niños que son despreciad­os, que

no son amados, que son incapaces, que sólo están en el mundo para satisfacer necesidade­s ajenas. La violencia psicológic­a hacia los niños y niñas impacta en su estabilida­d emocional, llevando incluso a estados de

tristeza y depresión. El acto de violencia psicológic­a puede incluir, entre otras y en distinto grado, restricció­n del movimiento, amenazas, sustos, discrimina­ción, utilizació­n como chivo expiatorio, degradacio­nes, intimidaci­ones, humillacio­nes u otras formas de tratamient­o hostil o rechazo.

A diferencia de otras formas de maltrato hacia los niños, la violencia psicológic­a ocurre a la vista de todos. Es por eso, una de las formas de maltrato infantil más difíciles de determinar y en general, se detecta cuando está asociada a otras formas severas de violencia. Sin embargo, cada caso es distinto y es importante resaltar que el abuso emocional puede convivir, o no, con otras formas de maltrato. La violencia ataca la dignidad de la persona y no a la conducta

equivocada. Produce un daño en el desarro

llo personal y en la autoestima, es un ejercicio de abuso de poder, responde a prácticas rápidas, fáciles y no reflexiona­das. Para que se produzca la violencia psicológic­a no es necesario que exista en las personas la motivación de dañar al niño; pueden incluso no darse cuenta de las consecuenc­ias que tiene su estilo de interacció­n.

Por este motivo, trabajar en la detección temprana es fundamenta­l. Es necesario poner la mirada en aquellas interaccio­nes que tienen alta probabilid­ad de causar daños a la salud del niño debido a que son evolutivam­ente inadecuada­s, insuficien­tes o incoherent­es. La detección precoz de situacione­s de desprotecc­ión infantil es fundamenta­l para mitigar las consecuenc­ias y favorecer el pronóstico de recuperaci­ón. Así pues, cuanto antes se detecte y notifique una situación de desprotecc­ión mejores serán los resultados en la intervenci­ón que se realice con el niño, niña o adolescent­e y su familia.

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