Una cooperativa sin apoyo oficial que hace hasta 670 servicios por mes
En abril de 2014 la Corriente Villera Independiente instaló la “Carpa villera” en el Obelisco, para visibilizar una serie de reclamos. Tras quedarse 56 días, acordaron que el Gobierno porteño aportaría el dinero para comprar una ambulancia. Pero con eso, compraron tres camionetas. “Habíamos realizado una consulta y una de las cosas que más decía necesitar la gente eran las ambulancias, ya que históricamente nunca entraron a las villas”, dice Marina Joski, coordinadora central de emergencias.
Hoy cuentan con cinco ambulancias que atienden tres tipos de criterios en las villas de la Ciudad. Atención primaria de salud: e aptos médicos, talleres de primeros auxilios, electrocardiogramas y curaciones que hacen en el momento. Traslados programados: llevar y traer de los hospitales a los vecinos/pacientes que necesitan un tratamiento. Reemplaza al tras-
lado que le corresponde a las obras sociales, que lo suele hacen con remises o taxis que no quieren entrar a las villas.
Traslado de urgencia: entre cinco y diez por día, y son, por lo general, a los que no llega el SAME y la demora puede ser fatal. La ambulancia villera llega a las casas, sube al paciente y los lleva al hospital más cercano.
Según Joski, las ambulancias hacen un promedio de 670 intervenciones por mes. Y alivian así el trabajo del SAME y de las guardias de los hospitales públicos. Funcionan como una cooperativa de trabajo. Con el excedente del dinero que reciben por hacer tareas de barrido y recolección de residuos en las villas mantienen los sueldos de los enfermeros, rescatistas y choferes. “Nos matamos escribiendo cartas a empresas, solicitando donaciones, pero nadie nos responde. No tene
mos ningún apoyo del Gobierno y ya estamos endeudados con el mantenimiento”, dice Joski.