Clarín

Más show que problema

El nuevo programa de Nicolás Magaldi busca dirimir conflictos domésticos. Pero se queda en la anécdota.

- Silvina Lamazares slamazares@clarin.com

Rating El debut de “El show del problema” marcó un promedio de 3,9 puntos, con un pico de 4,6.

Así como en el truco rige eso de que

‘La primera vale oro’, en la televisión manda como premisa aquello de que el primer envío de un programa marca exageradam­ente el rumbo: pasa en las ficciones, en las apuestas de los noticieros, en los magazines y en los géneros que sean. Después, el tiempo y la tiranía del rating dirán si el camino buscado se torció o no. O si se llegó a destino. Pero las cartas se suelen mostrar de entrada: por eso uno puede imaginarse hacia dónde se propone ir El show del problema (a las 13, por Canal 9), que desde el lunes conduce Nicolás Magaldi.

En cada emisión, el ciclo, una suerte de primo hermano del clásico talk-show, se sostiene sobre el debate de pequeños conflictos domésticos, en un marco de parodia judicial, con el condimento del sentido común... pero del sentido co- mún de las diferentes partes. Porque la estructura del programa de Kuarzo Endemol plantea, por cada uno de los dos casos del día, un acusador, un acusado, dos tribunas, pruebas, la palabra de especialis­tas y testigos, y una mediación entre las partes en la que el diálogo oficia del epílogo. Sobre esa receta, El show del problema se abrió con el hashtag #dur

miendocone­lperro: de un lado Jorge Luis, el acusador, del otro lado su esposa, Graciela, la acusada. En el medio de la pareja -y de la cama, por lo que contaron-, Cipriano, un perro que apareció en el debut casi como una estrella invitada. Lejos de estar guionada su presencia, al animalito le tiraba ir más para el rincón en el que estaba Jorge Luis, que para el de su defensora.

El conflicto planteado indicaba que desde hace 8 años Cipriano se interpone en la intimidad de la pareja. “El perro o yo”, amenazó él. “Yo quiero a los dos”, se sinceró ella. De fondo se escuchaban los gritos de la tribuna, casi como el de una televisión de hace siglos, pero con la tecnología -que tan bien maneja Magaldi- a la orden del día: a través de una pantalla gigante, la gente tomaba partido. En el medio habló la hija de la pareja, se vieron videos que testimonia­ban la invasión de Cipriano y llegó la voz del especialis­ta elegido para el caso: el veterinari­o Marcelo Zysman, para quien “No está bien que un perro duerma en la cama”. Como si esos elementos no fueran suficiente­s para intentar darle aire a una situación menor, llegaron luego las voces de la tribuna (de la que apoyaba a Jorge se oyó que alguien sentía “Indignació­n”, y en la que apoyaba a Graciela alguien dijo que “el perro es como un hijo”).

¿Eso fue todo? No, qué va: se montó una cama en pleno estudio, se le pidió a la pareja que se acostara, que el perro subiera y que se recreara la escena conyugal. Y todo se cerró con el matrimonio cara a cara en un llamado “Cono del silencio” para llegar a un acuerdo, en el que ella cedió. Después llegó el caso de un hijo que se quejaba de la presión cotidiana que ejercía su madre.

Si es cierto que un primer programa marca el camino, se puede decir entonces que El show del pro

blema es más show que problema. Y ojalá que con el tiempo sea más programa que show.

 ??  ?? Matrimonio y algo más. En la recreación del conflicto, Jorge, Graciela y el perro en la cama. Magaldi, tentado.
Matrimonio y algo más. En la recreación del conflicto, Jorge, Graciela y el perro en la cama. Magaldi, tentado.

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