Adiós a Jorge Canavesi, el formador de campeones
En agosto había ingresado al Salón de la Fama de la Federación Internacional de Básquetbol.
Forjador de campeones, se metió en la historia grande del básquetbol y del deporte nacionales como entrenador del equipo ganador del Mundial de 1950 en el Luna Park. El último 27 de agosto, la gloria le reservó un lugar al ingresar al Salón de la Fama de la Federación Internacional de Básquetbol. Y ayer, Jorge Canavesi entró a la inmortalidad. Su adiós terrenal a los 96 años se sentirá no sólo entre el grupo de jugadores que aún siguen reuniéndose para recordar aquellos buenos viejos tiempos sino en el básquetbol argentino todo. Los maestros jamás se van. Perduran con el ejemplo.
Luego del 15° puesto de la Selección que dirigió en los Juegos Olímpicos de Londres 1948, Canavesi se enfrascó en el armado de un equipo para el Mundial que se disputaría en Buenos Aires.
Con el apoyo de la Confederación Argentina de Básquetbol y del gobierno de Juan Domingo Perón, Canavesi recorrió el país con sus ayudante Casimiro González Trilla y Jorge Boreau. De una preselección de 50 jugadores, todo derivó en un grupo de 20 y luego en uno de 16. Con un cuerpo técnico y médico innovadores para la época, aquella Selección se entrenó seis horas diarias durante tres meses. El resultado fue el título mundial frente a Estados Unidos en la final.
Ese equipazo sería medalla de plata en los Juegos Panamericanos de Buenos Aires 1951 y cuarto, al año siguiente, en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952. Además, Canavesi se consagró campeón en el Mundial Universitario de Dortmund 1954 y en el Sudamericano Juvenil de Cúcuta 1955.
El golpe de Estado de ese año fue demoledor para el deporte argentino. Tanto que los campeones de 1950 fueron suspendidos de por vida por aquella dictadura al ser acusados de profesionales. Canavesi, irritado, se fue a Bariloche y recién volvió a la Selección en la década del 70 y fue quinto en los Panamericanos de Cali 1971.
Su distinción en el Salón de la Fama de la FIBA, donde ya estaban sus ex dirigidos Ricardo González y Oscar Furlong, no hizo más que hacer justicia con una piedra basal del básquetbol argentino.