Desde Italia a Mendoza, una huella de 50 años de abusos contra chicos sordos
Clarín reunió a familiares de las víctimas de un instituto religioso. "Confiábamos en los curas", dicen, y sienten culpa por no haber sospechado nada. Hay cinco detenidos.
Clarín habló en Verona con Gianni Bisoli, que denunció abusos del cura Nicola Corradi en 1959 cuando era un niño sordo. Es el mismo que ahora está detenido por casos similares en Mendoza. Los padres contaron la pesadilla.
Una joven eleva su mano hacia arriba y lleva la otra hacia abajo, un vaivén equilibrado similar al de un malabarista. En el lenguaje de señas es el grito de justicia de la comunidad de sordos, la balanza que sostiene la Dama de la Justicia. Un reclamo desesperado por años de aislamiento social y un pedido de nunca más abusos sexuales a los niños y adolescentes.
La sociedad mendocina está conmocionada y la Iglesia Católica avergonzada por la detención de dos curas y tres empleados (un monaguillo, un celador y un jardinero) por violaciones y abusos en el Instituto de enseñanza privada Antonio Próvolo, de Luján de Cuyo. Uno de los sacerdotes, Nicola Corradi (82) había sido trasladado de Verona, Italia, por denuncias de abusos sexuales a chicos sordomudos. El otro, Horacio Corbacho (56), es el primer cura egresado de La Compañía de las Hermanas de María, orden religiosa para hipoacúsicos con sede en La Plata.
“Fue como darle a cuidar al lobo las ovejas“, definió el Procurador de la Corte, Alejandro Gullé. Y los padres de las víctimas coinciden: “Le dimos
nuestros hijos al lobo”. El viernes, por primera vez, habló el Arzobispo de Mendoza, José María Franzini, suspendió a los curas acusados, dijo sentir “vergüenza” y “nunca haber sabido” de denuncias previas.
Las familias víctimas están solas y algunas amenazadas para no denunciar al colegio, que está bajo la supervisión de la Dirección de Escuelas del gobierno mendocino, ni marcar la responsabilidad de los pediatras, sicólogos y fonoaudiólogos que integraban el Instituto, junto a los curas y monjas. Las madres, siempre las caras visibles de una tragedia, sienten una profunda culpa porque no supieron ver o entender el horror que vivieron sus hijos, algunos de ellos internados en esa fortaleza, especie de monasterio, que también funcionó como casa de retiro espiritual de fieles católicos.
“Tu dedo señala y va nombrando la vida. Un trozo de pan, la mamadera, tu pañal, una mariposa, una mancha. Tu dedo señala y es reclamo. Es muda palabra y certera flecha”, escribió Marcela Orellana, mamá de una nena de 11 años, que expresó en un poema la dificultad que enfrenta una familia con un hijo sordo.
“Hemos destapado el horror, muchos niños han denunciado que fueron violados”, dijo la senadora radical Daniela García, la punta del iceberg cuando en un acto en la Legislatura
mendocina, un joven hipoacúsico se acercó a la intérprete de señas y pidió que ayuden a los chicos del Próvolo. Una nena de 12 años fue la primera que se animó a dar su testimonio a la Justicia, con el sistema de Cámara Gesell, el viernes 25 de noviembre. Fue asistida por Nancy Cortez, la intérprete de señas de la Legislatura, que con sus manos y sus gestos rompió el silencio. Clarín reunió a familias de chicos víctimas de los abusos : “Obligaban a mi hijo a tener sexo oral con otro compañero, mientras los curas y sus cómplices miraban”, declaró en la Fiscalía 15, Cinta, mamá de uno de los chicos abusados.
Las víctimas eran chicos sordomudos. Tenían prohibido por sus directivos y docentes utilizar el lenguaje de señas, como una técnica pedagógica para alentarlos a usar lenguaje oral. Ahora esa exigencia parece sumar dramatismo y vulnerabilidad. “Les quitaban los audífonos para que los chicos no escucharan las sesiones en las que había abusos”, afirmó Claudia, otra mamá.
En una semana, la investigación del fiscal Francisco Sidoti alcanzó las 250
fojas y más de 40 testigos. Hay al menos 12 víctimas identificadas, chicos de entre 4 y 15 años. Por las denuncias y pruebas presentadas, el fiscal sospecha que pueden alcanzar los 60
casos. La mayor cantidad de abusos sexuales se habría producido entre los años 2007 y 2009. En los últimos días, han aparecido testimonios de casos recientes.
El fiscal dijo que las victimas denunciaron abuso sexual agravado con acceso carnal y sexo oral, y en los relatos dijeron que los llevaban a una sala a la que llamaban la Casita de Dios: "Los metían en un lugar ubicado en el fondo del instituto donde otras víctimas podían ver a través de la rendija de una puerta”.
Los padres tenían prohibido ingresar al colegio si no eran citados por las autoridades. “El cura (Horacio) Corvacho se llevaba a los chicos a su habitación a jugar con la computadora y los grababa con su celular”, contó otra mamá, que tiene dos hijos internados en el Próvolo.
Las madres se abrazan, lloran, insultan. Patricia asegura que su hija de 13 años, hoy una mujer de 30, fue la primera alumna del Próvolo en Mendoza, en 1997: “El padre Nicola (denunciado en Italia y en Washington) la iba a buscar en su auto y la llevaba al taller que habían creado”. Emilce cuenta que su hija de 5 años, que tiene un retraso mental e hipoacusia, ha manifestado conductas extrañas y no quiso ir más al colegio. "Se volvió agresiva, venía lastimada y se tocaba las partes íntimas. Tampoco quería que ningún hombre, aunque fuera de la familia, se le acercara”, explica.
La mayoría de los chicos provienen de familias de bajos recursos, de zonas alejadas de Mendoza y de otras provincias. “Confiábamos en los curas, hasta los tuve sentados en mi mesa”, se lamenta Patricia. Entre sollozos, susurra: “Me queda el dolor de no haberme dado cuenta”.