Clarín

La isla comunista ingresa a una etapa de interrogan­tes

Raúl Castro gobernará sin el respaldo de su hermano, pero con la hostilidad del presidente Donald Trump en EE.UU.

- LA HABANA. DPA

En el instante en que las cenizas de Fidel Castro se depositen en el cementerio de Santa Ifigenia, Cuba pondrá fin a una era y empezará a recorrer un nuevo camino bajo la conducción de Raúl Castro, por primera vez sin la tutela del creador del socialismo cubano.

Aunque desde 2006 Fidel Castro se había alejado del poder, siguió siendo una figura de referencia fundamenta­l. Durante 60 años, Cuba, de hecho, fue Fidel Castro.

En los últimos días los cubanos fueron invitados a firmar, en todos los barrios, un documento de adhesión al “Concepto de Revolución” expresado en 2000 por Castro. Los principios guía, en el nuevo contexto, pueden tener más de una lectura.

“Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparn­os por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional”, empieza el texto.

El presidente Raúl Castro, que lleva las riendas del país desde hace una década y que piensa dejar el poder en 2018, introdujo en los últimos años reformas sobre todo económicas y propició el deshielo que llevó a restablece­r relaciones diplomátic­as con Estados Unidos.

“Es posible que la muerte de Fidel Castro, que estaba un poco incómodo con la apertura y el acercamien­to a EE,UU., pueda acelerar el cambio y abrir un espacio para los moderados, pues él fue un freno a los cambios”, afirmó Michael Shifter, presidente del Diálogo Interameri­cano.

"También habrá resistenci­a de los reacios al cambio para mostrar fuerza, aunque con el tiempo ganarán fuerza e influencia dentro del Gobierno”, agregó. Otros analistas aclarán que no había tanda diferencia­s entre los hermnos y Raúl era como la conciencia de Fidel.

El nuevo escenario político en EE.UU. también puede influir ya que el presidente electo Donald Trump, amenaza concluir el deshielo si la isla no muestra disposició­n a un “mejor acuerdo para el pueblo de Cuba, el pueblo cubano-americano y EE.UU. en su conjunto”.

En las calles de La Habana las opiniones de los cubanos varían, pero casi nadie, ni simpatizan­tes ni opositores, esperan un cambio radical. “Fidel estaba ahí presente y los norteameri­canos lo sabían”, dijo Joan Manuel Bejerano Ameijeiras, de 32 años, un defensor del sistema emanado de la revolución, al apuntar la importanci­a que tenía la presencia del líder histórico.

Bejerano vaticina para la isla en la próxima década que “políticame­nte no va a haber cambios y económicam­ente va a estar mejor”, y desconfía del círculo de poder que está por debajo de la primera línea de revolucion­arios históricos. “No tienen el mismo ideal”, asegura.

Félix, un estudiante de 16 años que estuvo el martes en la ceremonia de homenaje a Fidel en la Plaza de la Revolución, dice que “el cambio tiene que ser que el pueblo sea realmente el que decida”. Y apunta, con un poco de ironía, “que se ponga en práctica el concepto de Revolución”.

Los que ponen el acento en los logros de la Revolución cubana, como salud y educación, dicen que les gustaría que los principios fundamenta­les se mantuviera­n intactos. “Justicia social, solidarida­d, todos los sentimient­os humanitari­os”, afirmó Marylin Tapia, de 62 años.

Cuba busca la fórmula para tener un modelo económico propio exitoso que le permita vivir sin depender de otros países. En el pasado se apoyó en la Unión Soviética, y más recienteme­nte en Venezuela, que ahora está en una crisis terminal.

Para el analista Jerry Haar, del instituto Wilson Center con sede en Washington, “con todas las incógnitas que hay, pocas cosas sobre el futuro de Cuba parecen claras”. Una de ellas, sostiene el especialis­ta, “es el hecho de que es muy improbable que la liberaliza­ción económica traiga cambios políticos a Cuba”.

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