Clarín

El reino de lo trucho que concentrab­a el 25% de la venta ilegal de la Ciudad

Los alrededore­s de la estación Once estaban tomados. Y venía absorviend­o manteros de otras zonas.

- María Belén Etchenique metcheniqu­e@clarin.com

Medias, gorros y bufandas en invierno; ojotas, musculosas y viseras en verano. Vendedores surtidos de paraguas frente a cada alerta meteorológ­ica. Estampitas, rosarios y cruces, sobre un lienzo en los alrededore­s de la Iglesia de San Expedito. Los mismos juguetes, bombachas y lentes exhibidos arriba de una manta, bolsa o caballete a lo largo de Pueyrredón. En Once ningún objeto era fortuito, sino integrante de un negocio millonario que concentrab­a la cuarta parte de la venta ilegal en la Ciudad.

Una operatoria que incluía el almacenami­ento de mercadería y su distribuci­ón, en la que se sancionó en un juicio abreviado a un empresario kirchneris­ta después de que se comprobara que un estacionam­iento, bajo su concesión, fue usado como depósito de productos ilegales para la venta en Once. Se trata de Néstor Emilio Otero, condenado por pagar dádivas a Ricardo Jaime y dueño de la terminal de ómnibus de Retiro y la futura de Dellepiane.

“Hay una organizaci­ón detrás del negocio. Al punto que hay épocas en las que todos venden la misma mercadería. Eso indica que hay productos provistos por un tercero y asociados al robo y al contraband­o”, dijo el Fiscal general de la Ciudad, Luis Cevasco, a Clarín. Ayer a la madrugada ordenó al Ministerio de Seguridad porteño evitar la instalació­n de los manteros para que la venta ilegal no ocurriese. El operativo luego derivaría en incidentes y cortes en las avenidas Rivadavia y Pueyrredón.

Después de las crisis de 2001, cuando se instalaron los manteros en las avenidas y en los alrededore­s de las terminales, Once solía ser el tercer punto de Buenos Aires con mayor venta ilegal, entre vendedores y saladitas. Pero en 2016, con los desalojos en las avenidas Avellaneda, en Flores, y Rivadavia, en Caballito, pasó a encabezar el ranking. “Las veredas se ocuparon mucho más, en especial en Rivadavia y en las laterales: Bartolomé Mitre, Larrea y Perón y Sarmiento”, dijo Agustín Soler, un comerciant­e.

La observació­n se confirma con estadístic­as hechas por la Cámara Argentina de Comercio (CAC) y la Fede- ración de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (FECOBA).

“Hubo un desborde. Se ocuparon las veredas, esquinas y bocacalles.La avenida Pueyrredón se fue achicando", dijo Vicente Lourenzo, titular de la Cámara de Mayoristas e Industrial­es de la República Argentina (CADMIRA). Para el dirigente el perjuicio contra los comerciant­es era doble: "No sólo perdían ventas ante la competenci­a con el mantero, también dejaron de ser visitados por sus clientes, quienes percibían que el barrio era más inseguro e intransita­ble".

Según un revelamien­to hecho por FECOBA, en 2016 la venta ilegal en la Ciudad movilizó $ 14.825 millones. Un cuarto de esas ventas se concentrar­on en Once, con una recaudació­n de $ 3.760 millones. En tanto, de acuerdo al último informe del Observator­io de Comercio y Serviciosd­e la CAC, la zona de Once concentró, en total, 493 puestos de venta ilegal, con una participac­ión de 25,3% en el total detectado en avenidas y calles porteñas. La cuadra más perjudicad­a fue avenida Pueyrredón al 200, donde se relevaron 142 puestos.

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L. THIEBERGER Bajo la sombrilla. La avenida Pueyrredón, a fines del año pasado. Los manteros se fueron expandiend­o a otras cuadras de la zona.

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