Clarín

Un sistema financiado por el público y basado en la meritocrac­ia

- Hernán Sartori hsartori@clarin.com

Que el deporte olímpico argentino está financiado por el público que alienta a sus compatriot­as atletas no debe ser olvidado cada vez que se festeja un logro o se cuestiona un resultado. Es muy escaso el aporte privado nacional en la preparació­n ideal de algunos deportista­s. Por eso es relevante saber cómo se reparten los alrededor de 45 millones de pesos mensuales que el Ente Nacional de Alto Rendimient­o Deportivo recibe gracias al 1 por ciento de los abonos de los argentinos a la telefonía móvil. Todo es público. No hay nada oculto. Sólo hay que analizarlo para que se haga más visible.

Se estima que durante 2017, el ENARD destinará 200 millones de pesos en becas y premios para los atletas, 300 millones en viajes a competenci­as internacio­nales, 30 millones en equipamien­to y 25 en el apoyo a eventos en el país. Parece mucho dinero pero no lo es, si se pretende solidifica­r una estructura de planificac­ión y desarrollo deportivo pensada por ciclos olímpicos.

Para elaborar su sistema de becas, en el ENARD analizaron los aplicados en 16 países. El núcleo filosófico

de todos es la meritocrac­ia. Cuanto mayor es el logro deportivo, mayor es la beca que el atleta o el equipo cobran mensualmen­te. El ascenso es inmediato, cuando se consigue un resultado mejor al que determinab­a la habitual beca. Pero si no hay logros similares en dos años, al menos a nivel olímpico, paralímpic­o, mundial, panamerica­no o parapaname­ricano, la beca baja de categoría o desaparece.

El ENARD no otorga becas si no hay logros representa­ndo a la Argentina. La pregunta es lógica: ¿cómo llegar a conseguirl­os sin apoyo? Desde el Ente aducen que el 52 por ciento de las becas de la Secretaría de Deporte de la Nación son para esos atletas o equipos que aún no pudieron meterse al menos en un tercer puesto de un ranking sudamerica­no.

En la Argentina, generalmen­te los atletas consiguen sus primeros logros deportivos a pulmón y con gran esfuerzo personal, incluida la inversión económica familiar. Es difícil meterse en el necesario sistema del ENARD, que cobija y ayuda recién cuando un resultado permite hablar de “alto rendimient­o”, más allá del programa especial para jóvenes talentos. Debatir la mejor manera de apoyar a los atletas es una parte vital de la política deportiva argentina. Si no, todo queda en festejar una medalla o en criticar un mal resultado desde un sillón.

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