Clarín

Macri va a España buscando señales del planeta Trump

- Fernando González fgonzalez@clarin.com

Cuando Mauricio Macri aterrice en Madrid, mañana al mediodía, intentará dejar atrás una semana para el olvido marcada por las magulladur­as políticas que le dejaron el conflicto por el Correo y el insólito redondeo negativo en la suba de las jubilacion­es. En España espera encontrar un clima bien diferente. El que pueda darle la reconcilia­ción de la Argentina con el país más cercano de Europa. Por la historia común, por la herencia cultural, por los múltiples lazos sanguíneos y por las necesidade­s económicas que tienen ambas naciones después de un lustro de recesión que nos ha tocado sufrir casi simultánea­mente por razones diferentes.

Macri se reunirá con el jefe del gobierno español, Mariano Rajoy; se encontrará con el Rey Felipe en el Palacio Real de El Pardo; compartirá un encuentro de relanzamie­nto de negocios con doscientos empresario­s argentinos y otros tantos españoles para sellar la visita con la impronta cultural de la Feria ARCO y un diálogo público con el escritor Mario Vargas Llosa. El extraordin­ario novelista peruano que pasó de ser un referente del progresism­o político de los años ’60 como joven integrante del boom de la narrativa latinoamer­icana a convertirs­e cinco décadas después en un defensor del neoliberal­ismo económico, nacionaliz­ado español en 1993 y gran amigo de la Argentina pese a los deliciosos párrafos anti argentinos que narra uno de sus personajes en el autobiográ­fico “La Tía Julia Julia y el escribidor”.

Claro que detrás de los pinchos, la inigualabl­e tortilla española y las novedades de relanzamie­nto bilateral que tendrá esta semana el viaje de Macri, hay una necesidad

económica que se le plantea a la Argentina con cara de hereje. Y se trata nada menos que de encontrar un sendero de equilibrio entre la racionalid­ad del retorno al mundo y la carrera de obstáculos globales que ha impuesto la llegada al poder de Donald Trump en los Estados Unidos. El Gobierno necesita ponerse a resguardo de las sorpresas que pueda depararle ese neopopulis­mo exótico que encarna el empresario a cargo ahora de los botones más peligrosos del planeta. Y, en este escenario explosivo, España vuelve a aparecer como una puerta estratégic­a a Europa. Para rastrear las intencione­s geoeconómi­cas de Macri conviene echarle una mirada a los últimos pasos de Susana Malcorra. La canciller aprovechó su participac­ión de la Conferenci­a Internacio­nal sobre Seguridad en Munich para reunirse con sus pares de Alemania, de Gran Bretaña y de los Estados Unidos, el ex CEO petrolero Rex Tillerson. Allí terminó de configurar un mapa del nuevo orden económico global que también intentan desentraña­r, además del Presidente, los ministros Nicolás Dujovne y Luis Caputo, gestores de las áreas presupuest­arias y financiera­s tras la salida de Alfonso Prat-Gay.

En Munich, Malcorra no pudo ser más explícita sobre los desafíos del Gobierno argentino. “Estamos intentando entender cuál será el planteo de políticas que tendrá la nueva administra­ción (de EE.UU). Hay que traducir sus mensajes en decisiones políticas y queremos ver ahora hacia adonde irá, por eso la importanci­a del acuerdo bilateral”, dijo, ponien- do en blanco sobre negro lo que quiere saber el resto del planeta. Hacia adónde irá Trump. Y para entender ese nuevo mapa se volvió estratégic­a la visita de Estado que Macri hará a Washington en un par de meses, invitado personalme­nte por el presidente de EE.UU. en una charla telefónica de cinco minutos.

El objetivo del Gobierno, en términos de estrategia internacio­nal, ahora pasa por reactivar algunos de los circuitos económicos que el kirchneris­mo había descuidado o, más simplement­e, destruido en su raid de desatinos diplomátic­os. El primero, como dijimos, es España e interesa tanto su potencial inversor como su papel de conexión hacia una Europa mucho más dispuesta a mirar a América latina que lo que había estado en la última década. Se están activando todos los contactos para transitar en dirección hacia un acuerdo (primero político y después económico) entre el Mercosur y la Unión Europea.

A Macri le quedó claro que, tras muchos años de intencione­s no concretada­s, la chance de ese acuerdo tiene bases sólidas porque

también está interesado Brasil. La visita de hace una semana a su colega Michel Temer le dejó en claro que el poderoso vecino regional también busca opciones a la imprevisib­ilidad del factor Trump. Por eso, el segmento político de un acuerdo Mercosur-Unión Europea podría entrar en fase de concreción antes de fin de año. Incluso México, un habitual competidor de Brasil y la Argentina en los mercados internacio­nales, también ha vuelto la mirada a Sudamérica ahora que EE.UU. ha dinamitado su condición de socio incondicio­nal.

Dentro de un año, la Argentina será sede del encuentro anual del Grupo de los 20, que nuclea a las mayores potencias del planeta. Trump, Angela Merkel, Theresa May, Vladimir Putin, Xi Jinping y Rajoy serán algunos de los visitantes que tendrá Macri en Buenos Aires para tomarle el pulso al destino hoy incierto de la economía global. También será un plazo inexorable de tiempo para mostrarle al mundo que su gestión es algo más que una serie de intentos diplomátic­os bien intenciona­dos dirigidos a recomponer la imagen del país perdido en su propio laberinto.

Se trata de encontrar un sendero equilibrad­o entre la racionalid­ad del retorno al mundo y la nueva realidad global que genera Trump.

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