El boom del turismo en Cuba, divisas y problemas
Los turistas sufren por la deficiente atención, los altos precios y problemas de infraestructura.
En plenas vacaciones andan molestos. Turistas que llegan a la encantadora y derruida Cuba, uno de los destinos de moda, tropiezan con inconvenientes donde menos lo imaginan: en hoteles de cuatro o cinco estrellas. Una mañana, el francés Jean Orsini se encontró con una bañera oxidada, y luego esperó largo tiempo por la cena. Disgustado, ve un parecido entre Cuba y la ex Unión Soviética, más allá del comunismo. “Uno iba a un restaurante, tenía que esperar tres horas para comer”, dice. La española Pilar Esteras tuvo que lidiar con la displicencia de los camareros, y la colombiana María Teresa Gutiérrez se enfrentó con algo peor: la falta de agua y limpieza. Los tres se hospedaron en hoteles diferentes de La Habana, pero todos de cuatro y cinco estrellas administrados directamente por el Estado cubano o en alianza con empresas europeas.
“Cuando usted paga 175 euros por noche ( 186 dólares), se da cuenta de que esto no los vale”, se queja Orsini, de 82 años. Nunca antes habían llegado tantos turistas a Cuba (cuatro millones en 2016), y lo que era un problema aislado se convirtió en reclamo frecuente: un servicio por debajo del precio, y la expectativa. “Esperaría más de un cuatro estrellas”, afirma Gutiérrez. Esta odontóloga colombiana de 60 años se encontró con una inaceptable falta de higiene en el hotel donde se alojó con su esposo por 253 dólares la noche. Los que no se quejan abiertamente, descargan su enojo en páginas especializadas como la de Tripadvisor. La frustración no es solo la de un puñado de turistas sin suerte. El problema, que ya está en boca de autoridades, expertos y los propios administradores hoteleros extranjeros, podría trabar el principal motor de la economía cubana. Sometida al embargo estadounidense, pese al deshielo diplomático, Cuba es un país sediento de divisas que cerró 2016 en números rojos (-0,9% del PIB). “El turismo es el sector más dinámico, y el motor de la economía cubana”, dice a la AFP José Luis Perelló, consultor en de la Universidad de La Habana. El año pasado esta actividad repuntó 13% con respecto a 2015, y dejó unos 2.800 millones de dólares.
Como otros destino del Caribe, Cuba ofrece playa y sol todo el año, pero muchos se inclinan por sus atractivos adicionales: la Revolución, la altísima percepción de seguridad, y una arquitectura que deslumbra tanto por su belleza como deterioro. El boom que desató la reconciliación con Washington en 2015 elevó los precios. Una habitación sencilla que hace dos años valía 110 dólares hoy cuesta 285. En un hotel más modesto saltó de 90 a 202 dólares en un año.
El francés Stéphane Ferrux, que dirige una agencia de viajes en La Habana, cree que las “habitaciones de un cuatro estrellas son equivalentes a las de un pequeño tres estrellas en París, y cuestan 300 dólares. !Más caro que en París!”.
Las deficiencias se deben a que el Estado, dueño de la infraestructura, tarda en dar mantenimiento a los hoteles que entrega a operadores extranjeros solo para su administración. Así lo consignan el Instituto Brookings y la Universidad Florida en un informe, en el que además recuerdan que el Estado elige el personal de los hoteles y les paga poco: 21 dólares al mes.
En Cuba hay unas 71.000 habitaciones, 44.000 con clasificación de cuatro o cinco estrellas. Empresas de las Fuerzas Armadas administran la mayoría de hoteles de forma directa o en asocio con 17 cadenas internacionales, mientras el naciente sector privado renta 16.000 habitaciones a precios que en promedio oscilan entre 25 y 50 dólares.
En 2016 el turismo dejó en la isla unos 2.800 millones de dólares, 13% más que el año anterior.