Clarín

Recrudece la ofensiva de la oposición

- Eduardo van der Kooy nobo@clarin.com

El recuento de los episodios quizás exima de cualquier otra considerac­ión. Los gremios docentes de Buenos Aires, que encabeza SUTEBA de Roberto Baradel, están desarrolla­ndo su segunda semana de huelga. Hoy y mañana la protesta se extenderá al plano nacional. También durante la jornada de hoy las organizaci­ones sociales, lideradas por Emilio Pérsico, harán cortes parciales y ollas populares en varios lugares de la Ciudad y sus accesos.

Ayer existió un prólogo inesperado: otros grupos, cuya mayoría converge en el Polo Obrero, bloquearon la Avenida 9 de Julio e iniciaron un acampe frente al ministerio de Desarrollo Social. En las últimas horas la Confederac­ión de Trabajador­es de la Argentina (CTA) convocó a un paro nacional para el 30 de marzo. La CGT de Héctor Daer, Carlos Acuña y Juan Carlos Schmid ha quedado coloca

da en un brete. Debe aún fijar fecha a su propia medida de fuerza, prometida en la anarquizad­a pero multitudin­aria marcha de hace apenas ocho días.

La elección ceteísta de 30 de marzo pudo no abedecer a una casualidad. De hecho, no la es. Se cumplirá ese día el 35 aniversari­o de última protesta sindical contra la dictadura. Paz, Pan y Trabajo fue el lema que impuso entonces Saúl Ubaldini, uno de los verdugos que sufrió luego en democracia Raúl Alfonsín. Esa protesta se desparramó en todo el país y cobró una víctima. El obrero José Benedicto Ortiz cayó muerto en las calles de Mendoza. Pareció el preludio del derrumbe del régimen militar. Pero no fue asi. Tres días mas tarde la Junta Militar resolvió la reconquist­a de las islas Malvinas. Aquel repudio viró, según la tradiciona­l ciclotimia argentina, en una sorprenden­te euforia popular. Incluída gran parte de la clase política y sindical. La historia concluyó con la derrota militar en el archipiela­go ante Gran Bretaña, 74 días después, con un saldo de 649 soldados argentinos muertos.

La CTA, el kirchneris­mo y la izquierda, sobre todo, acostumbra­n a repetir que Mauricio Macri es la dictadura. Aunque se haya coronado Presidente tras un fatigoso recorrido en las urnas que le permitió triunfar recién en el balotaje, por una uña, ante Daniel Scioli. Sería sólo hojarasca para aquellos sectores políticos. Lo que importa sería la imaginaria asociación que percute en los sectores más ideologiza­dos de la sociedad. Se combatiría a Macri por resultar heredero de los militares. Una patología que, tal vez, ayude a explicar la

cantidad de disparates que atraviesan a la escena nacional.

Ese parentezco forzado es, a lo mejor, lo menos importante que le sucede ahora al Presidente. Su dilema sería otro. Entró en crisis la relación con el sindicalis­mo clásico y los movimiento­s sociales que durante su primer año y pico colaboraro­n con la gobernabil­idad. Esa crisis reconoce dos usinas: una economía que nunca termina de arrancar y la inauguraci­ón del año electoral.

La disección del paisaje permite interpreta­ciones claras. Las decisiones del sindicalis­mo (CGT y CTA) apuntan a seguir lijando la figu

ra de Macri. La huelga docente nacional también. Ese mismo conflicto radicado en Buenos Aires se abalanza contra María Eugenia Vidal. El alboroto de las organizaci­ones sociales está dirigido sobre Carolina Stanley, la funcionari­a que más hizo para contemplar los reclamos de la organizaci­ones. Incluso persuadien­do al propio

Presidente. Basta con reparar en la sanción y reglamenta­ción de la Ley de Emergencia Social que derivará fondos millonario­s a los movimiento­s. Pero nunca alcanzaría: ahora pretenden se reconocido­s con la jerarquía legal de gremios.

Ese juego de pinzas podría descubrir a un espectador lejano e incómodo. Francisco, el Papa, ha prohijado siempre a Vidal y a Stanley tanto como rezongado de Macri. Ahora están todos en la misma bolsa de la oposición.

Macri y Vidal intentan seguir contrarres­tando la intransige­ncia sindical –en especial de los docentes-- con recurrente­s llamados al

diálogo o con pactos sectoriale­s que se orien- tarían a demostrar la buena intención presidenci­al con los trabajador­es. En enero, el mandatario exhibió el acuerdo con los petroleros de Neuquén para fomentar posibles inversione­s en el yacimiento hidrocarbu­rífero de Vaca Muerta. Hoy el Presidente anunciará el plan automotriz de “un millón”, la presunta producción de vehiculos a alcanzar en siete años con una inversión de U$S5000 millones. Del acto participar­án las cámaras empresaria­s. También representa­ntes de los gremios de SMATA y la UOM. Que simultánea­mente debaten en la CGT la próxima fecha del paro contra el Gobierno. El dialoguism­o de Macri y Vidal podría encontrar con el tiempo alguna frontera. En especial si esa actitud loable no deriva en resultados positivos. Buenos Aires es, en ese sentido, un verdadero laboratori­o con el pleito do- cente. Resulta a la par un incordio electoral: la gobernador­a no puede abandonar su postura convocante; tampoco podría estirarla de manera indefinida si no logra saldar el desacuerdo. Empezaría a dañar la popularida­d que le permitió triunfar y se mantiene como el prin

cipal activo macrista para las elecciones de octubre.

Vidal ha conseguido hasta ahora mellar los efectos de la medida de fuerza docente. El acatamient­o resultó oscilante desde el día que se inició: navega entre el 65% y el 50%. La caída mas aguda habría sido el jueves pasado y ayer con 48%. Nunca menos. Mucho para ella.

La gobernador­a seguirá estos días haciendo ofertas a los gremios. El ministerio de Trabajo reiterará la conciliaci­ón obligatori­a que la mayoría de los sindicatos no acata. No le queda mucho calendario antes de hurgar en medidas mas drásticas. Pero la profundiza­ción de cualquier conflicto se sabe como comienza pero nunca que rumbo toma. Se trata de una apuesta peligrosa en una época de campaña.

Habría aspectos mas preocupant­es de la realidad que el propio conflicto oculta. Baradel es un gremialist­a kirchneris­ta, con máculas graves en otros terrenos, que está librando una durísima batalla en SUTEBA, su sindicato. Debe revalidar el cargo de titular en mayo. Es amenazado electoralm­ente por Romina

del Pla, secretaria general del gremio en La Matanza. Se trata de una militante del Partido Obrero. Es decir, el timón del principal gremio educativo en Buenos Aires podría ser retenido por el kirchneris­mo o sustituído por

el PO. Esas serían las preferenci­as de miles de docentes bonaerense­s que eligen sus autoridade­s.

Ninguna de las opciones-resultaría placentera para Vidal. Tampoco para el Gobierno. Por esa razón, la gobernador­a debería ser mas cautelosa con otras cuestiones que también podrían esmerilar su figura. No probar con ensayos que, está visto, la acercarían a un abismo.

El fin de semana ocurrieron, a propósito, varias cosas. Las autoridade­s de Buenos Aires se tentaron con el regreso del público visitante a los estadios de fútbol. Sucedió en Banfield-Boca y Racing-Lanús. En ambos hubo violencia que no desembocó en desastre por milagro. Se habían realizado pruebas piloto, sin grandes sobresalto­s, con partidos amistosos de verano. Debieran haber entendido que no son situacione­s comparable­s. La tragedia se desató, en cambio, en Olavarría en el impresiona­nte show del Indio Solari. Fallaron seriamente las previsione­s de todos los involucrad­os. También del Estado provincial. En este caso, el intendente Ezequiel Galli, del PRO. El problema no radicó sólo en la decisión de habilitar con poquísimos recursos un espectácul­o de semejante dimensión. Tampoco se calibró adecuadame­nte el promedio de los comportami­entos colectivos en la Argentina marcados tantas veces por el descontrol y las conductas decrépitas. Que anteceden al kirchneris­mo. Pero que esa representa­ción política en el poder por una década se encargó de espolear.

El acatamient­o al paro docente bonaerense viene en baja. Pero no es un consuelo para Vidal.

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Presidente Mauricio Macri.
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