Recrudece la ofensiva de la oposición
El recuento de los episodios quizás exima de cualquier otra consideración. Los gremios docentes de Buenos Aires, que encabeza SUTEBA de Roberto Baradel, están desarrollando su segunda semana de huelga. Hoy y mañana la protesta se extenderá al plano nacional. También durante la jornada de hoy las organizaciones sociales, lideradas por Emilio Pérsico, harán cortes parciales y ollas populares en varios lugares de la Ciudad y sus accesos.
Ayer existió un prólogo inesperado: otros grupos, cuya mayoría converge en el Polo Obrero, bloquearon la Avenida 9 de Julio e iniciaron un acampe frente al ministerio de Desarrollo Social. En las últimas horas la Confederación de Trabajadores de la Argentina (CTA) convocó a un paro nacional para el 30 de marzo. La CGT de Héctor Daer, Carlos Acuña y Juan Carlos Schmid ha quedado coloca
da en un brete. Debe aún fijar fecha a su propia medida de fuerza, prometida en la anarquizada pero multitudinaria marcha de hace apenas ocho días.
La elección ceteísta de 30 de marzo pudo no abedecer a una casualidad. De hecho, no la es. Se cumplirá ese día el 35 aniversario de última protesta sindical contra la dictadura. Paz, Pan y Trabajo fue el lema que impuso entonces Saúl Ubaldini, uno de los verdugos que sufrió luego en democracia Raúl Alfonsín. Esa protesta se desparramó en todo el país y cobró una víctima. El obrero José Benedicto Ortiz cayó muerto en las calles de Mendoza. Pareció el preludio del derrumbe del régimen militar. Pero no fue asi. Tres días mas tarde la Junta Militar resolvió la reconquista de las islas Malvinas. Aquel repudio viró, según la tradicional ciclotimia argentina, en una sorprendente euforia popular. Incluída gran parte de la clase política y sindical. La historia concluyó con la derrota militar en el archipielago ante Gran Bretaña, 74 días después, con un saldo de 649 soldados argentinos muertos.
La CTA, el kirchnerismo y la izquierda, sobre todo, acostumbran a repetir que Mauricio Macri es la dictadura. Aunque se haya coronado Presidente tras un fatigoso recorrido en las urnas que le permitió triunfar recién en el balotaje, por una uña, ante Daniel Scioli. Sería sólo hojarasca para aquellos sectores políticos. Lo que importa sería la imaginaria asociación que percute en los sectores más ideologizados de la sociedad. Se combatiría a Macri por resultar heredero de los militares. Una patología que, tal vez, ayude a explicar la
cantidad de disparates que atraviesan a la escena nacional.
Ese parentezco forzado es, a lo mejor, lo menos importante que le sucede ahora al Presidente. Su dilema sería otro. Entró en crisis la relación con el sindicalismo clásico y los movimientos sociales que durante su primer año y pico colaboraron con la gobernabilidad. Esa crisis reconoce dos usinas: una economía que nunca termina de arrancar y la inauguración del año electoral.
La disección del paisaje permite interpretaciones claras. Las decisiones del sindicalismo (CGT y CTA) apuntan a seguir lijando la figu
ra de Macri. La huelga docente nacional también. Ese mismo conflicto radicado en Buenos Aires se abalanza contra María Eugenia Vidal. El alboroto de las organizaciones sociales está dirigido sobre Carolina Stanley, la funcionaria que más hizo para contemplar los reclamos de la organizaciones. Incluso persuadiendo al propio
Presidente. Basta con reparar en la sanción y reglamentación de la Ley de Emergencia Social que derivará fondos millonarios a los movimientos. Pero nunca alcanzaría: ahora pretenden se reconocidos con la jerarquía legal de gremios.
Ese juego de pinzas podría descubrir a un espectador lejano e incómodo. Francisco, el Papa, ha prohijado siempre a Vidal y a Stanley tanto como rezongado de Macri. Ahora están todos en la misma bolsa de la oposición.
Macri y Vidal intentan seguir contrarrestando la intransigencia sindical –en especial de los docentes-- con recurrentes llamados al
diálogo o con pactos sectoriales que se orien- tarían a demostrar la buena intención presidencial con los trabajadores. En enero, el mandatario exhibió el acuerdo con los petroleros de Neuquén para fomentar posibles inversiones en el yacimiento hidrocarburífero de Vaca Muerta. Hoy el Presidente anunciará el plan automotriz de “un millón”, la presunta producción de vehiculos a alcanzar en siete años con una inversión de U$S5000 millones. Del acto participarán las cámaras empresarias. También representantes de los gremios de SMATA y la UOM. Que simultáneamente debaten en la CGT la próxima fecha del paro contra el Gobierno. El dialoguismo de Macri y Vidal podría encontrar con el tiempo alguna frontera. En especial si esa actitud loable no deriva en resultados positivos. Buenos Aires es, en ese sentido, un verdadero laboratorio con el pleito do- cente. Resulta a la par un incordio electoral: la gobernadora no puede abandonar su postura convocante; tampoco podría estirarla de manera indefinida si no logra saldar el desacuerdo. Empezaría a dañar la popularidad que le permitió triunfar y se mantiene como el prin
cipal activo macrista para las elecciones de octubre.
Vidal ha conseguido hasta ahora mellar los efectos de la medida de fuerza docente. El acatamiento resultó oscilante desde el día que se inició: navega entre el 65% y el 50%. La caída mas aguda habría sido el jueves pasado y ayer con 48%. Nunca menos. Mucho para ella.
La gobernadora seguirá estos días haciendo ofertas a los gremios. El ministerio de Trabajo reiterará la conciliación obligatoria que la mayoría de los sindicatos no acata. No le queda mucho calendario antes de hurgar en medidas mas drásticas. Pero la profundización de cualquier conflicto se sabe como comienza pero nunca que rumbo toma. Se trata de una apuesta peligrosa en una época de campaña.
Habría aspectos mas preocupantes de la realidad que el propio conflicto oculta. Baradel es un gremialista kirchnerista, con máculas graves en otros terrenos, que está librando una durísima batalla en SUTEBA, su sindicato. Debe revalidar el cargo de titular en mayo. Es amenazado electoralmente por Romina
del Pla, secretaria general del gremio en La Matanza. Se trata de una militante del Partido Obrero. Es decir, el timón del principal gremio educativo en Buenos Aires podría ser retenido por el kirchnerismo o sustituído por
el PO. Esas serían las preferencias de miles de docentes bonaerenses que eligen sus autoridades.
Ninguna de las opciones-resultaría placentera para Vidal. Tampoco para el Gobierno. Por esa razón, la gobernadora debería ser mas cautelosa con otras cuestiones que también podrían esmerilar su figura. No probar con ensayos que, está visto, la acercarían a un abismo.
El fin de semana ocurrieron, a propósito, varias cosas. Las autoridades de Buenos Aires se tentaron con el regreso del público visitante a los estadios de fútbol. Sucedió en Banfield-Boca y Racing-Lanús. En ambos hubo violencia que no desembocó en desastre por milagro. Se habían realizado pruebas piloto, sin grandes sobresaltos, con partidos amistosos de verano. Debieran haber entendido que no son situaciones comparables. La tragedia se desató, en cambio, en Olavarría en el impresionante show del Indio Solari. Fallaron seriamente las previsiones de todos los involucrados. También del Estado provincial. En este caso, el intendente Ezequiel Galli, del PRO. El problema no radicó sólo en la decisión de habilitar con poquísimos recursos un espectáculo de semejante dimensión. Tampoco se calibró adecuadamente el promedio de los comportamientos colectivos en la Argentina marcados tantas veces por el descontrol y las conductas decrépitas. Que anteceden al kirchnerismo. Pero que esa representación política en el poder por una década se encargó de espolear.
El acatamiento al paro docente bonaerense viene en baja. Pero no es un consuelo para Vidal.