Clarín

Bonadio desconfía del ex espía y no quiere que le tomen el pelo

- Daniel Santoro dsantoro@clarin.com

Al juez Bonadio no le gusta que le to

men el pelo aunque le queden pocos. En esta causa desconfía de todos: tanto de Stiuso, del denunciant­e Car- los Tórtora y del Ejército que, ante un pedido suyo, sobre de las compras que hizo Milani le mandaron hasta la adquisión de percheros. Es más, Bonadio había archivado la causa pero la sala II de la Cámara Federal -integrada por Martín Irurzún y Eduardo Farah- le ordenó reabrirla. Bonadio se va a manejar con pies de plomo. Sobre todo ante un pedido del fiscal de cámara, Germán Moldes, quien solicitó un careo entre Stiuso y Milani. Sería para alquilar balcones si los dos más poderosos ex jefes de la inteligenc­ia K discuten cara a cara. La causa de Bonadio es un expe

diente paralelo al que sustancia el juez Julián Ercolini donde se inves- tiga una denuncia de Ricardo Monner Sans por espionaje contra el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y el autor de esta nota. Otra causa, denunciada por la actual ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, la maneja el juez federal de San Martín. En la denuncia, el abogado Tórtora sostuvo que Milani diseñó a partir de 2008 un "Proyecto de Ciberdefen­sa" para realizar actividade­s de inteligenc­ia interna. Bonadio dijo que la causa "no tiene mucho andamiaje probatorio". Y recordó que comenzó por "una denuncia de Tórtora, de El Informador Público, en la que hace una serie de considerac­iones muy genera- les y cita fuentes que la Cámara Federal terminó obligándol­e a revelar", porque "no lo considera periodista". La fuente resultó ser "un general retirado que habló de cuestiones que leyó en los diarios", explicó. Es cierto que es difícil probar maniobras de inteligenc­ia porque la primera regla de todo espía es que no lo descubran. Pero, también, que los jueces no tienen una fuerza auxiliar de confianza, llamese Federal o Gendarmerí­a, como para poner investigar este submundo, aunque para la democracia sería clave que, por primera vez, se llegue a la cabeza de este “gran hermano” que vigila ilegalment­e.

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