Clarín

Dybala sostiene la increíble racha de la Juventus en su casa

- Waldemar Iglesias wiglesias@clarin.com

Paulo Dybala lleva una temporada y media en la Juventus y ya se convirtió en niño mimado de la Vecchia Signo

ra. Hay razones para que eso suceda: se adaptó de modo veloz, participó de modo decisivo en los títulos sumados por el gigante de Turín y se hizo querer también por sus modos agradables. La ovación que acompañó su grito de gol, tras ese penal que pateó de modo impecable -de zurda, a la izquierda de Iker Casillas- es un retrato de ese idilio creciente. Ese gol sirvió

para vencer 1-0 al Porto, para acceder a los cuartos de final de la Champions League y para sostener la impresiona­nte racha del equipo en su casa. Juventus acumula 46 partidos sin perder en su estadio de la calle Gaetano Scirea. Además, en la actual campaña, de local, sumó 62 puntos de 66 posibles.

El viernes, frente al Milan, Dybala ya se había hecho cargo del penal decisivo (ya en tiempo de descuento) para vencer en el clásico al Milan, por 2-1, también en el Juventus Stadum. Ahora, frente al equipo portugués, fue con su misma zurda de crack, pero cambió de palo. Contra Gianluigi Donnarumma había pateado a la derecha; contra Casillas, a la izquierda. En ambos casos, con notable precisión. Inatajable­s.

"Juve, a cuartos en carroza", fue el título principal elegido por la Gazzetta dello Sport, desde el lugar de los hechos. Juventus jamás sufrió sobresalto­s. Su clasificac­ión, tras el 2-0 en la ida, estaba encaminada. Lo de esta revancha fue un trámite. Hubo un condiciona­nte, como en la ida: la expulsión de un rival. Esta vez el sancionado fue el uruguayo Maximilian­o Pereira, quien cometió una mano ante una definición de Gonzalo Higuaín, que tenía destino de gol. Penal y roja. Uno a cero y con diez. Un barrilte de metal para el equipo de Nuno Espirito Santo, escolta del Benfica en la Primeira Liga.

Y en ese contexto de eliminator­ia resuelta de antemano, los dos argentinos de la Juventus fueron protagonis­tas centrales. Incluso más allá de la jugada decisiva. Fueron los que más activos y desequilib­rantes se mostraron en el partido. Y los que - más allá del penal- más cerca estuvieron de convertir. Por eso, tampoco hubo casualidad en el aplauso unánime para Dybala, cuando salió reemplazad­o por Tomás Rincón. Estaba merecido. Era parte del idilio creciente, también.

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De penal. Dybala festeja su gol. Ya es el niño mimado de la Juve.

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