“El Schindler de Bolivia”, el magnate minero que salvó a miles de judíos
Mauricio Hochschild era recordado como un gran expoliador por la extracción de estaño. Ahora se sabe que ayudó a familias perseguidas por Hitler.
El magnate Mauricio Hochschild tenía una historia oculta. Toneladas de documentos apilados durante décadas en una minera estatal boliviana han sacado a la luz que ayudó a huir a miles de judíos del nazismo. Ahora algunos lo consideran “el Schindler de Bolivia”.
Cartas y fotografías trazan la historia de Hochschild, uno de los empresarios de la minería más exitosos del siglo pasado, junto con Víctor Aramayo y Simón Patiño. Los tres figuran en la historia oficial boliviana como grandes expoliadores. Hochschild, un judío nacido en Biblis, Alemania, en 1881, migró a Bolivia a principios del siglo XX y falleció en París en 1965 sin saber que lo que había hecho saldría a la luz pública cuatro décadas después.
Edgar Ramírez, director del archivo de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), relató a la AFP que a principios de la década de 2000 empezaron a ordenar las montañas de papeles acumulados en los patios de la compañía, y recuperaron documentos “que estaban en completo abandono, a la intemperie”.
Allí había documentos contables, informes económicos, estudios mineros, y otros papeles de los potentados Patiño, Aramayo y Hochschild, a quienes el Estado boliviano les nacionalizó todas sus actividades en 1952 por considerar que sus prácticas de extracción del estaño empobrecían al país. Así apareció también la desconocida historia de solidaridad de Hochschild con los perseguidos por el régimen nazi. Entre los documen- tos hay contratos de trabajo hechos a judíos por la minera de Hochschild, como el de Erico Nagel Thale, nacido en Leipzig en 1904 y que llegó a Bolivia a los 32 años, junto a su madre.
También una carta enviada por chicos judíos del Kindergarten Miraflores en La Paz al empresario para pedirle cooperación para construir nuevos ambientes “en vista de la cantidad de niños que están aquí y quieren venir”. Y otra donde el gobierno francés lo instaba a que se llevara a Bolivia a casi mil huérfanos judíos.
Además, hay documentos originales enviados por la embajada de Gran Bretaña a Hochschild así como “listas negras” de empresarios y colaboradores del eje Roma-Berlín-Tokio, con quienes él no debía establecer ningún negocio.
El hallazgo fue de conocimiento del Registro Regional del Programa Memoria del Mundo (MOWLAC) de la Unesco, que en octubre de 2016 lo validó como único y auténtico, explicó Carola Campos, jefa del Servicio de Información de la minera estatal.
La declaración como “Memoria del Mundo” será entregada este mes al Museo de la minera boliviana, que digitalizará toda la documentación y la pondrá a disposición por internet.
Tras avizorar la beligerancia antijudía de Adolf Hitler, a principios de la década de 1930 muchos judíos bus- caron refugio por el mundo y algunos recalaron en Bolivia.
“En 1938 Hochschild calculaba haber traído entre 2.000 y 3.000 judíos, pero ya en 1939, él calculó que había traído como 9.000”, dijo a AFP el periodista e historiador Robert Brockmann, quien trabaja en un libro sobre la historia del ex presidente militar German Busch (1937-1939) y su relación con Hochschild.
Fue Busch, por gestión de su rico amigo minero, quien decretó en 1938 la apertura a la migración judía, con miras a conseguir agricultores, aunque a la vez llegaban historiadores, poetas o maestros.
Hochschild se propuso traer mano de obra para mejorar la productividad agrícola del país, y la red antifascista mundial lo habría localizado y convertido en su cooperante, cree Ramírez. El magnate les pagaba el transporte, los trámites migratorios
y la estadía a los recién llegados, que primero recalaban en una granja agrícola en la región cocalera de Yungas. Unos se insertaron en la sociedad boliviana y otros fueron luego hacia EE.UU., Argentina, Brasil o Israel.
En los años 40 la población de judíos se elevaba a unos 15.000, según el presidente del Círculo Israelita Boliviano, Ricardo Udler. Ramírez y Udler creen que a Hochschild se lo puede considerar el “Schindler de Bolivia”, en referencia a Oskar Schindler, el empresario alemán que salvó a más de mil judíos e inspiró la película de Steven Spielberg en 1993.
En 1939, Hochschild estimó que había traído al país andino a unos 9.000 judíos de Europa.