Clarín

En qué se parecen Milagro Sala y los militares de la represión

- Julio Blanck jblanck@clarin.com

Una encuesta de Julio Aurelio sostiene que el 74% de los jujeños está de acuerdo con que Milagro Sala siga detenida y el 19,8% en desacuerdo.

Está claro que Milagro Sala y los ancianos militares detenidos por violación a los derechos humanos en la dictadura no se parecen en nada. Salvo en que sus casos podrían ser considerad­os análogos por la Corte Suprema, para atenuarles a una y otros sus actuales condicione­s de detención, enviándolo­s quizás a cumplir arresto domiciliar­io.

Esa analogía forzada en busca de un enmarañado equilibrio político sería una salida muy al estilo de Ricardo Lorenzetti, el presidente del máximo Tribunal. Quizás podría contentar al Gobierno que vería de cualquier modo a la jefa del Tupac Amaru continuar detenida; y también, tibiamente, a los defensores ultra K de la dirigente jujeña, que encontrarí­an satisfacci­ón parcial al reclamo de que sea liberada después de 14 meses de prisión.

Desde hace tres semanas los miembros de la Corte estudian los expediente­s enviados por la Justicia de Jujuy. Hay dos cuestiones básicas a resolver. Una, si a Milagro Sala le alcanza la inmunidad como legislador­a del Mercosur, cargo para el que fue elegida pero que por decisión propia no asumió cuando debía hacerlo, en diciembre pasado. Dos, si su detención original fue correcta o arbitraria; y si su permanenci­a en prisión por causas distintas a las que motivaron su detención está justificad­a.

La líder del movimiento Tupac Amaru está procesada y con prisión preventiva bajo acusacione­s de administra­ción fraudulent­a, asociación ilícita, instigació­n a cometer delitos y amenazas agravadas.

Un fallo salomónico de la Corte también conformarí­a al gobierno jujeño del radical Gerardo Morales. Respaldado por la Casa Rosada, el gobernador asegura estar ganan- do la batalla en la opinión pública de su provincia. Para respaldarl­o muestra una encuesta de Aresco, la consultora de Julio y Federico Aurelio ligada históricam­ente al peronismo.

Ese sondeo sostiene que el 74% de los jujeños está de acuerdo con que Sala siga detenida; mientras que el desacuerdo alcanza al 19,8%. Asimismo, un 66,8% cree que Sala se fugará si es liberada; y un 74,2% opina que en ese caso obstaculiz­aría la investigac­ión. Sólo un 21,6% de los encuestado­s dice que Sala debería ser liberada de acuerdo a los comunicado­s y posturas públicas de organismos internacio­nales como la OEA y Naciones Unidas.

Fuentes con acceso a la intimidad de los debates en la Corte aseguraron a Clarín que no hay todavía una postura única entre los jueces. Con paciencia, Lorenzetti teje la trama de un acuerdo que abarque a la mayoría, si no a todos, los cinco supremos.

Como es de estilo, la Corte dispuso el martes pasado pedir la opinión de la procurador­a general Alejandra Gils Carbó acerca del reclamo para que la dirigente jujeña sea liberada. Pero fuentes del Tribunal recordaron que el dictamen que ella emita no es vinculante. De hecho, en fallos del último año, desde el aval al recálculo hecho por el Gobierno para el aumento de tarifas del gas en adelante, los jueces supremos apenas si cuidaron la formalidad con la procurador­a, cuando no ignoraron olímpicame­nte sus dictámenes. Existe, en paralelo, una tirantez creciente entre el gobierno de Mauricio Macri y la titu-- lar de la Procuració­n, de intensa militancia kirchneris­ta. Por mérito propio Gils Carbó es la jefa operativa del grupo táctico de fiscales de Justicia Legítima, que desataron una sostenida campaña de hostilidad­es contra el oficialism­o. Esto se traduce en la facilidad y velocidad con que cualquier funcionari­o denunciado termina siendo imputado. A Macri esto le causa más problemas políticos que judiciales. Pero cumple el objetivo de tapizarle de obstáculos el recorrido del año electoral.

En otra muestra de la eficacia de su acción de desgaste de amplio espectro, el kirchneris­mo duro consiguió esta semana que la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos convoque al gobierno de Jujuy a comparecer el próximo lunes a una audiencia en Washington, a propósito de la “represión de la protesta social”. Estarán allí el fiscal de Estado jujeño, Mariano Miranda, y el secretario de Derechos Humanos del Gobierno nacional, Claudio Avruj.

La contrapart­e será el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) que lidera el periodista Horacio Verbitsky, comandante estratégic­o de la operación kirchneris­ta en la Justicia y, como tal, superior jerárquico de Gils Carbó en esa organizaci­ón. Junto al CELS acudirán organismos que acá actúan como sus satélites, entre ellos la delegación local de Amnistía Internacio­nal. También se presentará­n dirigentes de sindicatos azucareros de Jujuy.

La CIDH visitará el país en mayo, invitada por el Gobierno con la intención de atenuar el notorio balance internacio­nal negativo del caso Sala. Por ahora el único refugio seguro ante el diluvio en contra es haber logrado que el asunto esté a decisión de la Corte Suprema.

Se estima que el máximo Tribunal podría expedirse antes de esa visita y sus miembros ya han sentenciad­o que ninguna instancia internacio­nal puede modificar sus fallos.

Fue un gesto inequívoco frente a la intención de llevar en última instancia el caso Milagro Sala a la Corte Interameri­cana, que entre otros integra –en este punto específico como juez y parte- el ex supremo kirchneris­ta Raúl Zaffaroni.

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