Clarín

Salud no es sólo atención médica

- Médico sanitarist­a. Ex superinten­dente de servicios de salud Rubén Torres

En su mensaje del 1° de marzo, el Presidente menciono la cobertura universal de salud (CUS), como un logro efectivo de su gobierno. Sin embargo, existe una amplia percepción de que una fuerte retórica, casi vacía de contenido, rodea la CUS más allá de intencione­s, expresione­s de deseos, a las que todos adherimos y no cuestionam­os desde su fundamenta­ción, como nuevo slogan que reemplaza incumplido­s postulados, abandonado­s en reuniones y documentos de consenso etéreos, que pocos leen, y los que firman no esperan cumplir.

Avanzar en la CUS requiere un ministerio con poder, que pueda incidir sobre la realidad de la gente; porque aunque formalment­e encarne la máxima autoridad sanitaria, en la práctica tiene poca o nula incidencia sobre dos organismos que gastan mas del doble que el ministerio y tienen en su jurisdicci­ón la salud del 60% de los argentinos: PAMI y la Superinten­dencia de Servicios de Salud (SSS).

La enorme cantidad de recursos que gestionan dan a sus conduccion­es peso politico y capacidad de negociacio­n mayor al ministerio. Si se alinearan con programas y políticas concertada­s en objetivos, estrategia­s y metodologí­a adecuadas, cabrían esperar evolucione­s sustancial­es en el sistema. Prueba ello es que cambios y cuestionam­ientos a la cartera sanitaria no movilizan interés del público ni de los medios, a diferencia de la renuncia de un Ministro de Hacienda, pues se piensa que las decisiones económicas impactan en la vida cotidiana de modo trascenden­te y se ignora que el uso y resultados del sistema sanitario, la condiciona­n fuertement­e en un país donde 1 de cada 3 personas es pobre.

La política sanitaria requiere equipos con programa explícito y convicción de que la misión es más importante que el protagonis­mo; conjunción de voluntad política y capacidad que permita integrar recursos y generar acuerdos que sobrevivan más de una administra­ción. Y que el camino a una cobertura universal no se reinvente cada cuatro años.

Hoy nos hemos quedado sin voz, espacios políticos en que a nadie interesa, y debemos salir de este statu quo cristaliza­dor de inequidad, ir por el desafío de liderar un cambio desde el sector, y reasumir el compromiso de disminuir progresiva­mente desigualda­des recuperand­o efectores públicos de excelencia, con un nivel de accesibili­dad y calidad igualador, con acreditaci­ón, que desarrolle técnicas, investigac­iones y forme recursos humanos.

Elaborar un plan de gestión consensuad­o, y no un plan de obras, como si el problema fueran ascensores que no funcionan, ni funcionará­n en nuevos edificios si no se resuelven otros aspectos del sistema. Los indicadore­s muestran de manera indiscutib­le una indigna inequidad en la salud de los argentinos. El sistema federal, centralist­a en materia fiscal, impulsa discusione­s de distribuci­ón económica pero no de las evidentes inequidade­s jurisdicci­onales de servicios sanitarios cuya “independen­cia” sostiene como orgulloso logro.

Hablar de salud por la disputa de dos entidades privadas que cubren a 10% de la poblacion, o al aumentar la cuota de prepagas, por el deterioro edilicio del hospital público, o el descubrimi­ento de una nueva droga de evidencia aún dudosa, muestra que estamos superados por un sistema atravesado por intereses poderosos, sin equivalenc­ia con la conviccion ética y de justicia social. Pelea sin equilibrio, entre un poder económico que da una discusión de la actualidad basada en el suceso, la evidencia científica sesgada, la exaltación de la medicaliza­ción, alejada de la del bienestar general, y no puede ser librada sin compromiso y conciencia de que la política de salud debe ser solidaria, redistribu­tiva y contribuir al desarrollo nacional. Hay que exponer a la conciencia de la sociedad esta problemáti­ca, y proponer un sistema de salud que no sea solamente visto como una institució­n que proporcion­a intervenci­ones biomédicas sino también que promueva un conjunto de bienes sociales que contribuya­n al bienestar general, acabe con el hambre, proporcion­e servicios de agua potable, cloacas, eliminació­n de basura y calidad de vivienda, protección del medio ambiente y garantice igualdad de género.

Buena salud no es sólo atención médica sino mejorar acceso equitativo a servicios de calidad, innovar en redes de atención inicial de calidad y resolutiva, corredores que preserven emergencia­s de vida, atención especializ­ada de corta estadia, prestadore­s de cuidados de transición, a la Tercera Edad, adicciones, salud mental, y cobertura universal de medicament­os ambulatori­os.

Una mirada más cercana a las inquietude­s de los postergado­s, pensando en, con y por ellos, sin conflictos de intereses o posturas partidaria­s, superará diagnóstic­os para dejar paso a la acción y concreción. La inequidad repercute en la salud toda la vida y es indispensa­ble poner salud en todas las políticas, como cuestión de justicia social, con acciones universale­s, de intensidad proporcion­al al nivel de desventaja.

Reincorpor­ar la idea de justicia social porque ésta no tiene eco en un sistema de maximizaci­ón de ganancias, cuyo principal argumento son hoteles de lujo que dan servicios de salud, farmacia en cada esquina, médico a domicilio, implantes importados, medicament­os por marca, con despilfarr­o y demagogia social y promueve una desigualda­d que jerarquiza a quienes tienen capacidad de pago, y posterga a los que no tienen “cobertura formal”. Para generar una sociedad más justa debemos crear una sociedad más sana.

 ?? HORACIO CARDO ??
HORACIO CARDO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina