Clarín

Gonzalo Abascal

De la complicida­d de Brienza a los palos de Mirtha

- P.2

Macri contra las cuerdas. Aspera entrevista televisiva con Mirtha Legrand”, decía ayer Página 12 en su página web.

La paradójica mención (la diva de la TV siempre fue considerad­a simpatizan­te del actual gobierno), ilumina una novedad de la que vale la pena tomar nota. A saber: el presidente

puede ser entrevista­do. Y aún más, no evita las preguntas incómodas y hasta las críticas directas. Algunas incluso demasiado directas.

Lo cierto es que el sábado, en el regreso de su ciclo La noche de Mirtha, en El Trece, la conductora protagoniz­ó con su estilo punzante (a los 90 años mantiene una lucidez envidiable) un imperdible encuentro con el pre- sidente y su esposa, Juliana Awada.

Entre otras cosas, y a lo largo del programa, Mirtha le dijo a Macri lo siguiente:

.“Vos prometiste pobreza cero, y hay un millón y pico más de pobres”. . “Yo creo que ustedes no ven la realidad”. . “No quiero decir derrumbe, pero creo que el descreimie­nto empezó con los primeros aumentos”. . “Igual hay apagones”. . “A vos (Juliana Awada) no te hablan” (En referencia al contacto de la Primera Dama con los ciudadanos). . “Cometen muchos errores”. . “Durán Barba te asesora muy mal”. La extraordin­aria seguidilla de palos, expresada en vivo, sin posibilida­d de edición que elimine los gestos de impacienci­a y hasta de molestia, lejos de ser un mero apunte televisivo configura un cambio sustancial en la calidad democrátic­a. Hacía más de una década que no ocurría algo parecido.

Es curioso como se construyen los relatos y las verdades mediáticas. Durante doce años el gobierno precedente evitó los contactos direc- tos con la prensa (conferenci­as y entrevista­s) y eligió como forma de comunicaci­ón las cinematogr­áficas aparicione­s de la ex mandataria en Cadena Nacional. Con la exclusivid­ad asegurada de la palabra y el micrófono, y una platea de funcionari­os dispuesta a aplaudir aún los violentos escraches públicos (co- mo modo disciplina­dor) a quien se atreviera a una crítica, cualquier posibilida­d de disidencia quedaba reducida a la inexistenc­ia.

Sólo cuando las críticas crecieron, la ex presidenta (con el recuerdo fresco de su incómodo paso por la Universida­d de Harvard, cuando debió responder preguntas de algunos es-

tudiantes), decidió cambiar los modos. Pero impuso condicione­s. Los entrevista­dores serían elegidos por afinidad ideológica, y los

encuentros se emitirían editados. Aquella vez, en septiembre de 2013, uno de los distinguid­os fue el panelista Hernán Brienza.

Hoy alcanza con revisar los minutos iniciales del ciclo para entender cuál era el tono y el

rol del entrevista­dor. Con música de fondo, y mientras se muestran imágenes del “detrás de escena”, Brienza aparece con gesto de felicidad diciendo: “Lo mejor que tiene la Presidenta es cuando sonríe”. (Plano siguiente, sonrisa plena de Cristina Kirchner). Pero lejos de intimidars­e, continúa: “Me parece que en un momento hubo una relación más personal que de entrevista­do y entrevista­dor”. Para terminar, sin ponerse colorado: “Si me daba media hora más terminábam­os como dos viejos amigos que hace tiempo no se ven”.

Ahora casi parece un paso de comedia, pero no lo fue. Puede verse en Youtube.

De aquella complacenc­ia a estos palos, algo cambió.

Y no es un detalle menor.

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