“La colisión entre EE.UU. y China significaría una guerra”
Makoto Iokibe. Ex presidente de la Academia Nacional de Defensa de Japón
El experto en Seguridad advierte que si Washington y Beijing no bajan la tensión militar y comercial, sufrirá toda la región.
Parafraseando a Karl Marx, se podría decir que hace tiempo un fantasma recorre la región del Pacífico Sur. El brutal ascenso económico y militar de China sin duda ha alterado la dinámica mundial, pero es un fenómeno del cual todavía no se puede obtener una lectura cabal. Para el profesor Makoto Iokibe, rector de la Prefectural University de Kumamoto y ex presidente de la Academia Nacional de Defensa de Japón entre 2006 y 2012, “China es como un adolescente: todos los días crece un poco más, y mes a mes se siente cada vez más fuerte. Pero aún no terminó de madurar, y no sabe muy bien cuáles son sus límites ni hasta dónde puede llegar”. En ese sentido, qué significará la “adultez” de China es todavía un enigma, y más aún con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Iokibe es experto en seguridad y uno de los académicos que más ha estudiado las relaciones entre EE.UU.y Japón. Invitado al país por la embajada nipona para dar una serie de charlas en Buenos Aires y Rosario, habló con Clarín.
En 2015, Japón incrementó su presupuesto de defensa al mayor nivel de su historia. A la vez, está el crecimiento exponencial de China y el continuo enfrentamiento entre las dos Coreas. ¿Cómo impacta Trump sobre las tensiones que existen en la región?
Cuando Trump estaba en campaña, hizo muchos comentarios estúpidos. Siempre se pensó que eso era solo una estrategia para capturar el voto de la clase blanca trabajadora, que era su base y el sector de la población más ansioso por ciertas dinámicas que afectaban al mundo. Una vez electo, se presumía que retomaría posiciones más tradicionales, en línea con la política exterior de Estados Unidos. Pero Trump es Trump, no puede cambiar. Desde el inicio de su mandato, primero declaró que EE.UU. no tenía por qué someterse al liderazgo de China. Luego habló con la presidenta de Taiwán y le sugirió que tal vez no estaría dispuesto a respetar la política de “una China”. Para China, todo esto fue un shock. El secretario de Defensa James Mattis luego visitó Japón, donde enfatizó que Estados Unidos iba a mantener su política tradicional para la región del Pacífico.
¿Y qué pasa con la cuestión comercial?
Todavía falta definirse. Trump quiere China pague un impuesto aduanero del 45%. ¿Cómo se implementaría esto? No está claro. ¿Cuál va a ser la dirección de la política económica? No se sabe. Pero por más que estas situaciones generen tensiones, es mejor lograr una salida democrática, ya que la peor salida posible es la guerra.
¿Qué escenarios pueden plantearse?
Hay dos posibilidades potencialmente catastróficas para Japón y la región. Una sería la colisión entre Estados Unidos y China, porque eso significaría una guerra, que probablemente tendría ramificaciones similares a la de la década del 30. La otra sería que Beijing y Washington lleguen a un acuerdo pleno, y eso nos dejaría completamente afuera. China podría decidirse a comprarle aviones a Estados Unidos, o de golpe abrir su mercado a los autos fabricados en EE.UU, dándole un impulso gigantesco a su industria. Nosotros no podemos hacer eso, principalmente porque los autos estadounidenses son demasiado anchos para nuestras calles.
La visita del premier Shinzo Abe a Trump confirmó la buena relación entre EE.UU. y Japón. Pero los analistas coinciden en que el socio más importante de Tokio de cara al futuro será Beijing. ¿Cómo ve la dinámica de esa relación?
Por sobre todas las cosas, el Japón del siglo XXI debe priorizar sus alianzas con EE.UU. y China, desde el punto de vista militar y desde el económico. En el siglo XX destruimos nuestros vínculos con ambos países. Primero peleamos contra China y, en la Segunda Guerra Mundial, contra Estados Unidos. Como una isla, no po- demos pelearnos con dos potencias continentales. Debemos esforzarnos por encontrar situaciones que nos beneficien económicamente a todos. Los problemas que hoy nos enfrentan tienen que ver con este crecimiento brutal de China en los últimos años, frente al cual Japón no puede hacer nada. Pero el derecho internacional se debe respetar. Si se le permite a un país conquistar nuevas islas y territorios por la fuerza, se envía un mensaje equivocado. Cuando la demanda territorial de un país no es aceptable desde el punto de vista del derecho internacional, hay que dejarlo absolutamente claro. En el caso de las demandas territoriales de China en el Mar del Sur, ni Filipinas ni Vietnam pueden oponerse a una potencia militar tan grande.
Tras hablar con el presidente chino Xi Jinping, Trump dijo no tener problemas con sostener la política de “una China”. Pero el Secretario de Estado Rex Tillerson dejó entrever que Washington podría bloquear el acceso de China al Mar del Sur, y el asesor Steve Bannon declaró que en pocos años EE.UU. iría a la guerra con China. ¿Qué tipo de presidente será Trump?
Aún nadie lo sabe. Durante la campaña, un periodista le preguntó a Trump a qué presidente de la historia de su país admiraba. Dijo: “A Theodore Roosevelt y a Dwight Eisenhower”. Son dos casos para analizar. Roosevelt fue el maestro del equilibrio de poder. Eisenhower fue reconocido por su tarea en la Segunda Guerra. No hizo ninguna guerra e implementó tratados de paz con Japón, Corea y Australia. Si Trump respeta esto, sería un buen escenario.