Clarín

El terror de los museos que volvió al delito como “hombre araña”

Jorge Baldo tiene 61 años. Hace una década, su apellido se hizo conocido en el ambiente delictivo por robar piezas históricas. Ahora cayó cuando asaltaba un departamen­to en Palermo.

- María Laura Balonga mbalonga@clarin.com

Se podría decir que Jorge Baldo está perdiendo la “magia” que lo hizo brillar la década pasada en el ambiente delictivo, ya que pasó de dar golpes millonario­s a ser un simple “hom

bre araña”. El hombre, su hermano menor Nazareno y su sobrino Ariel se hicieron tristement­e célebres por ser los primeros ladrones especializ­ados en piezas históricas argentinas: entre 2007 y 2008 robaron seis museos y se alzaron con monedas de la época de Rosas, lapiceras presidenci­ales y hasta el reloj de Belgrano. Eso los llevó a prisión, pero la cárcel no lo amedrentó. A los 61, Jorge no deja de acumular causas en los tribunales. A principios de este mes lo descubrió un vecino cuando, junto a su cómplice, intentaba colarse por el balcón de un edificio de Palermo, a metros de la embajada de los Estados Unidos, y lo agarró la Policía mientras bajaba sudoroso las escaleras para huir. Ahora está detenido y su defensor ni se animó a pedir la excarcelac­ión: es que el 14 de febrero pasado también le habían puesto las esposas por un simple hurto.

Si bien el apellido Baldo en las crónicas policiales se conoció hace casi una década, recién ahora vuelve a los titulares aunque no por un golpe ampuloso, como el que dio junto a su hermano y su sobrino en 2008: se robaron más de 500 monedas antiguas, valuadas en 700 mil dólares, del Museo Numanístic­o del Banco Nación, una movida audaz por la que terminaron presos.

El botín con el que pretendía huir esta vez Jorge del edificio de Palermo la madrugada del 5 de marzo lle-

Habían pasados unos treinta minutos de la medianoche cuando los vecinos del séptimo piso de J. F. Kennedy 2944 escucharon ruidos extraños en el departamen­to de arriba. Sa- gaba, con suerte, al 1% de lo que se había llevado del banco ubicado enfrente de Plaza de Mayo. bían que los dueños estaban de vacaciones, por lo que se asomaron por el balcón para ver si podían entender qué sucedía y ahí fue que se llevaron una sorpresa: dos hombres intentaban colarse por una ventana, según confiaron fuentes de la investigac­ión a Clarín.

Fue entonces que llamaron al 911 y un patrullero de la Policía de la Ciudad llegó hasta el edificio y los agentes de la comisaría 23° comenzaron a inspeccion­ar el lugar.

“Cuando tomaron las escaleras lo encontraro­n. Entre la planta baja y el primer piso, un hombre bajaba presuroso, agitado y transpirad­o. Detrás suyo había dejado dos bolsos en los escalones. Cuando los abrieron estaban repletos de joyas, lapiceras, relojes y objetos pequeños de electrónic­a”, detallaron las fuentes. Así lo apresaron.

En el interior de los bolsos, según consta en la causa, “se encontraro­n bolígrafos Swarovski, varios relojes de diversas marcas y valores, y pulseras y aros de oro y plata; también una MacBook y una netbook, entre otras cosas. Todo de fácil reventa y las joyas estaban en sus cajas de origen”.

Además, había cables, guantes de lana y una maza de dos kilos: habían entrado al departamen­to descolgánd­ose desde la terraza y luego de romper una de las ventanas.

En la revisión de los lugares comunes del edificio, incluida la portería, los policías no encontraro­n pistas del cómplice del detenido. Es más, era el sospechoso hallado en la escalera quien tenía en su poder las llaves de un Citroën Aircross bordó con el que habían llegado ambos al lugar del robo y que aún permanecía estacionad­o en la cuadra, por lo que el otro ladrón huyó a pie minutos antes de que

llegara el patrullero.

Para los investigad­ores, el prófugo era mucho más joven que el detenido, que peinaba canas, ya que ganó la calle con rapidez y dejó rezagado a su compañero.

Hasta entonces, los agentes policiales no sabían que habían agarrado al famoso ladrón de museos argentinos.

Todo surgió cuando lo procesaron y allí no sólo saltó que se trataba de Jorge Manuel Baldo, nacido el 28 de julio de 1955 y conocido por los golpes que dio junto a su hermano y su sobrino. El hombre contaba con una hoja de antecedent­es que incluyen una condena de siete meses de prisión del 13 de septiembre de 2015 por robo y amenazas, otra de cuatro meses de cárcel del 22 de diciembre de 2010 por hurto calificado, la famosa sentencia del 2008 de cuatro años por los delitos de robo agravado, tentativa de robo y tenencia ilegítima de arma de guerra; además de otras causas por robo simple y hurtos reiterados. Y allí figuraba la más actual, fechada el mes pasado, más precisamen­te, del 14 de febrero, por “hurto”, que lleva adelante el Juzgado Nacional de Instrucció­n N° 21.

La nueva causa de Baldo está a cargo de la Fiscalía N° 39, de María Paula Asaro, y del Juzgado Nacional de Instrucció­n N°17, del subrogante Roberto Ponce.

Baldo está acusado del delito de “hurto con escalamien­to” y fue alojado en un primer momento en la Unidad 28, de la Alcaidía de Tribunales. Cuando lo indagaron, se negó a declarar. Y las fuentes aclararon: “Es más, teniendo en cuenta la causa de febrero, su defensor ni pidió la excarcelac­ión”. Hace unos días su situación judicial se complicó, ya que le dictaron la prisión preventiva.

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SILVANA BOEMO El último golpe. El edificio de Kennedy al 2900, en Palermo, al que entró a robar Baldo este mes.
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Final. La última ficha de detención de Jorge Manuel Baldo (61).

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