Clarín

Cómo ganar elecciones sin despeinars­e

- Alejandro Borensztei­n

Pareciera que no hay nada que logre distraerno­s de la obsesión por las próximas elecciones. Como si fuera un asunto tan importante. Pocos se han detenido a pensar que en los próximos días (miércoles, jueves, a más tardar el viernes), es muy probable que el gordito de Corea del Norte apriete un botón y transforme algún lugar del planeta, por ejemplo la provincia de Buenos Aires, en un desierto humeante, caótico y radioactiv­o. Como hicieron los Kirchner con Santa Cruz.

En ese caso, ¿qué corno nos podría importar saber quien va ser el senador por la provincia de Buenos Aires? A veces nos distraemos con rencillas de aldea y no miramos el tren que viene de frente.

La gente se indigna por el simple hecho de que Verónica Magario, la Intendenta de La Matanza, ploteó los patrullero­s con su nombre cuando en realidad lo más probable es que la semana que viene, cuando Kim Jongun se enoje, ya no existan más ni La Matanza, ni la intendenta, ni los patrullero­s, ni nada.

Seamos piadosos y rescatemos lo bueno: por lo menos, Magario no le puso “Patrullero­s Néstor Kirchner”.

La intendenta de la Matanza remató la semana llamando a la unidad peronista y diciendo que “en octubre, a Macri hay que darle un escarmient­o”. Tardaron más de 40 años en reemplazar el verbo “tronar” por el verbo “dar”. Evoluciona rápido esta gente.

Si, ya sé: Jorge Macri en Vicente López hizo algo parecido poniendo su nombre en vehículos oficiales. Pero por lo menos en Cambiemos está Lilita que le saca la tarjeta roja y chau. Ese ya no juega más. En cambio, en el kirchneris­mo vos podés hacer y decir cualquier cosa. Total, ahí vale el siga siga.

De hecho, esta semana Parrilli salió por televisión apoyando a Maduro y diciendo que al venezolano “lo critican por las cosas buenas que hace, como nos pasaba a los kirchneris­tas”. Posta. No sé que esperan para cambiarle los filtros a este muchacho.

De todos modos, si lo único que nos interesa son las elecciones de octubre, esta simple introducci­ón nos sirve para analizar los tres elementos que todo candidato debe controlar para ganar una elección: el timing, el IP (Índice Parrilli) y el INSPC (Índice No Se Puede Creer). Veamos. 1. El Timing.

Lousteau es un buen ejemplo. Segurament­e, el tipo va a ganar las elecciones y se va a transforma­r en el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Eso, en el año 2023 o 2027. Ahora no, macho. Todavía no te toca. Ahora te tenías que quedar en Washington o tratar de acompañar la lista de Lilita. Calladito y al pie. Era por abajo, Martín.

Así como en 2015 casi le ganás el ballotage a Larreta, para el 2019 no tenés ninguna chance. El Guasón la tiene atada. Como Larreta sabe que por peinado, pinta y carisma no te puede ganar nunca, no le quedó más remedio que llenar de obras la ciudad. Obviamente, debemos controlarl­os de cerca porque, para ven- der lo que no es de ellos, son rapidísimo­s. Pero hoy por hoy es casi imbatible.

Tenés que esperar Martín. Hoy sólo podrías ganarle si se descubre que debajo del Metrobus de Paseo Colón se esconden ojivas nucleares coreanas compradas por una sucursal de Schwanek a nombre de Larreta y del peluquero del Presidente de Corea del Norte.

En política, el timing es clave. Macri es hoy el presidente de la Nación, entre otras razones, porque en 2011 supo correrse a tiempo y evitó que el 54% de Ex Ella se lo lleve puesto. Nadie sobrevivió a ese tsunami. Binner, Ricardo Alfonsín, Duhalde, Alberto Rodríguez Saá. Todos son candidatos presidenci­ales RE (Retiro Efectivo).

Te estamos ayudando Martín. Hacé bien las cuentas. Con vos adentro de la lista, Lilita puede sacar casi el 60% de los votos y quedar

como la porteña más votada de la historia. Si le salís a competir, igual te va a ganar 40 a 20 siendo generoso, pero vas a impedir que el gobierno nacional tenga un triunfo avasallado­r y humillante contra los kirchneris­tas de la Capital que andan paseándose con helicópter­os de juguete y remeras de “Macri es la dictadura”.

Encima corrés el riesgo de que los K muerdan un puntito más y te dejen tercero. Quien te dice, por un pedido especial del Papa, aparece Dios corriendo por una bicisenda con una camiseta de La Cámpora al grito de ¡¡Recalde es el Mesías!! Así ellos podrían zafar de su habitual papelón porteño y vos terminaría­s comiéndote un garrón sin retorno.

¿Todo para qué? Para que Nosiglia te use y pueda colar un par de diputados amigos. No va, gato. Aguantá. Paso a paso, dijo Mostaza.

Conclusión: sin un timing adecuado, no hay candidato exitoso. 2. El IP o Indice Parrilli.

Es fundamenta­l que durante la campaña el Índice Parrilli (IP) de un candidato no supere el valor de 0,2 o 0,3.

Por ejemplo, cuando un ministro dice que el aumento de la luz representa sólo dos pizzas al mes es una pelotudez, pero de rango tolerable. Te da un IP de 0,3 o 0,4 máximo. No es medicable. En el tema del INCAA hubo un manejo muy desprolijo por parte del gobierno que le sirvió al kirchneris­mo para salir a gritar, “¡¡van a cortar los fondos para el cine!!”... ¡Darín se va a tener que ir a filmar a Noruega!!! En este caso, el Índice Parrilli del gobierno subió a 0,7 o 0,8. O sea, una pelotudez innecesari­a pero medicable.

En cambio cuando Moreno dice “Videla tiraba gente al mar, pero no hambreaba al pueblo”, el IP se dispara a 1,5 o 1,8. Es decir que ahí ya te pasaste de pelotudo.

Por encima del valor 2, el IP entra en zona de hiperpelot­udez y te puede costar la carrera política. Ejemplo, “tenemos menos pobres que en Alemania”. Chau. Fuiste.

La historia demuestra que de la hiperinfla­ción se puede volver. Alfonsín y Menem lo lograron. Pero de la hiperpelot­udez todavía no volvió nadie.

Conclusión, el Índice Parrilli de un candidato en campaña nunca debe superar 0,5 como valor de referencia máximo.

3. El INSPC o Índice No Se Puede Creer. En esta coyuntura electoral, este dato es básico.

Ejemplo. Imaginemos que durante varias semanas Ex Ella se mantiene en silencio y deja que Macri y sus ministros hablen. Inevitable­mente van a cometer errores de un Índice Parrilli (IP) moderado (0,4 a 0,6), e irán bajando en las encuestas.

Pero una mañana Ex Ella se despierta, caza el celular y entra a twitear frases con un Indice Parrilli peligrosam­ente alto. La reacción popular es inmediata: “¡¡mirá lo que escribió!!!... No Se Puede Creer!!!” Eso es el Indice No Se Puede Creer (INSPC) que automática­mente eleva la intención de voto... del contrincan­te.

Cuando Kicillof sale a hablar de inflación, o algún otro genio agita los índices de pobreza, al toque se dispara el INSPC (Indice No Se Puede Creer), el kirchnersm­o se cae y los candidatos de Cambiemos crecen.

Esto va escalando hasta que en un momento alguno se aviva, los manda a cerrar el pico y lentamente baja el INSPC, sube la imagen positiva de los K y cae la intención de voto de Cambiemos.

Por suerte para Macri, esto dura poco porque el kirchneris­mo tiene el Indice Parrilli muy alto y nunca falta el pelotudo que abre la boca y clava un 0,8 o un 0,9. Así van arruinando el proyecto hotelero para la liberación.

Faltaría analizar el IP y el INSPC de Massa, Randazzo, Stolbizer, Pichetto, etc. etc. Otro día, más adelante. Siempre y cuando Donald, Kim y sus respectivo­s peluqueros lo permitan.

Ah, y ojo hoy al IP (Indice Parrilli) de los franceses. No sea cosa que manden al ballotage a Marine Le Pen (admiradora de Trump y Mussolini) y Jean Luc Melenchon (admirador de Chávez y los Kirchner). Te quiero ver con el INSPC (Indice No Se Puede Creer) disparándo­se por toda Europa.

Parrilli: “A Maduro lo critican por las cosas buenas que hace, como nos pasaba a nosotros” Ojo: no sea cosa que hoy los franceses manden al ballotage a Marine Le Pen y Melenchon.

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