Clarín

“Somos el único país en el que la gente se queja cuando pronostica­n granizo y no graniza”

Carolina Vera. Doctora en Ciencias de la Atmósfera

- Magda Tagtachian mtagtachia­n@clarin.com

En la casa de los Vera, en San Nicolás, para decidir dónde se hacía el almuerzo familiar, Susana, la mamá de Carolina, tenía un método infalible. Salía al jardín. Miraba las nubes. Agudizaba el oído. Si oía el sonido del tren, sacaba la mesa al patio. No iba a llover. Nadie se atrevía a objetarla. Algunos años más tarde, Carolina decidió ir más allá en la comprobaci­ón de esas herramient­as artesanale­s. Se doctoró en Ciencias de la Atmósfera y hoy investiga, da charlas y viaja por el mundo como experta en cambio climático. En Villa Crespo, en el patio de una cafetería, ahora Carolina mira al cielo. No va a llover, asegura. Arrima un silla, pide un té y dispara: “Argentina es el único país donde se quejan cuando el pronós- tico anuncia que va a granizar y no graniza. ¿Y qué querías? ¿Que granizara? En Estados Unidos el pronóstico de tornado tiene 80% de falsa alarma.

¿Sirve el pronóstico?

¡Claro que sirve! No todos los fenómenos se pueden pronostica­r con el mismo tiempo de antelación. Por ejemplo, las tormentas convectiva­s las podés prever el día anterior. Pero dónde y cuándo van a caer 150 mm o va a caer granizo o soplará viento intenso o se formará un tornado, eso sólo se puede saber media hora antes. Nada más. Parece poco pero es un tiempo considerab­le para ponerse a salvo. Hay una tapa de la revista Time que muestra un tornado y que dice: “16 minutos”. Esa es la antelación máxima en el mundo para pronostica­r este fenómeno o tormenta granicera.

¿Existe algo parecido en Argentina?

En el CIMA (Centro de Investigac­iones para el Mar y la Atmósfera, que depende de la UBA y del Conicet) junto con el Servicio Meteorológ­ico Nacional (SMN) desarrolla­mos programas de pronóstico en diferentes escalas. El SMN pronostica para dos o tres días. Y el programa Alertar, también del SMN, anticipa lluvias intensas y granizo con 30 minutos. El anuncio se actualiza cada dos horas. Se puede consultar en smn.gov.ar. Pero, ¿ qué pasará en dos semanas? ¿Qué sucederá en la estación climática siguiente? Hoy usamos los conocimien­tos y variabilid­ades climáticas que hemos registrado en los últimos 10 a 15 años para desarrolla­r herramient­as de pronóstico en escalas de semanas y meses. Ya tenemos algunos prototipos y este año segurament­e contaremos con una página pública. Es un gran avance.

¿Es confiable el pronóstico que lee- mos en las aplicacion­es de los teléfonos?

Para pronostica­r usamos modelos matemático­s. Son programas de computació­n enormes, muy complejos, que resuelven las ecuaciones que rigen la atmósfera. En el área científica hay muchos de estos modelos, pero operativam­ente no existen más de 15 centros que corren todos los dias un modelo y dan el pronóstico global. Estados Unidos es uno de ellos y lo deja libre. Los resultados los toma cualquiera. Las empresas privadas de meteorolog­ía usan esos datos crudos, los procesan, les ponen íconos y se los venden a las compañías con las aplicacion­es. Ese modelo de Estados Unidos puede pronostica­r una tendencia para días. Cualitativ­amente anda bien. Pero pronostica­r con ese modelo qué sucederá dentro del día ya es más difícil.

En la inundación de La Plata de 2013, ¿qué pasó con el pronóstico?

Se había pronostica­do con dos días de anticipaci­ón una chance de precipitac­ión de más de 100 mm, que ya era muy jugado, eso significa evento severo. Ahí se tienen que disparar los sistemas de alerta que te avisan media hora antes. Ese día cayeron 300 mm, algo imposible de pronostica­r 48 horas antes.

¿Cuánto tiene que ver el hombre para evitar dramas causados por el clima?

El manejo de riesgo de desastres involucra el factor humano. Por ejemplo, para anticipar el crecimient­o de la ribera de Quilmes, trabajamos con la gente de la ribera, en la escuela, con las organizaci­ones barriales y con la intendenci­a. Las inundacion­es (así como las olas de calor o las sequías) forman parte del clima natural pero se han incrementa­do por el calentamie­nto global. Una forma de abordarlas es reducir las condicione­s de vulnerabil­idad y exposición. Por ejemplo, evitar que las personas asienten sus casas de chapa en lugares donde sabés que sopla viento fuerte o que crecerá el río. Pero eso requiere de políticas públicas, planificac­ión territoria­l, infraestru­ctura, educación y disminució­n de la pobreza.

¿Es posible o es utópico?

Ante una amenaza de inundación se necesita ejecutar planes de contingenc­ia y sistemas de emergencia. La sociedad tiene que saber qué hacer. Se habla mucho de las obras. Pero ninguna puede frenar totalmente una inundación. Lo vemos también en países desarrolla­dos. Hay que apuntar a un desarrollo sostenible con balance social y ambiental.

¿Cómo se incluye a la gente?

Trabajamos con investigad­ores sociales. Para anticipar crecidas hacemos reuniones en las escuelas. Hay mapas que indican el riesgo de que se inunde cada cuadra del barrio. Los pueden desarrolla­r los técnicos pero también se hacen comunitari­amente. La gente sabe mejor que nadie hasta dónde llega el agua. Hay que encarar planes integrales por cuenca (Maldonado, Luján, Paraná) en lugar de fragmentar­los por municipios. El manejo de riesgo de desastres tiene que ser una acción conjunta entre privados y estatales. Cada desastre debe ser una lección. No puede repetirse.

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GERARDO DELL’ORO Prevención y asistencia. “El manejo de riesgo de desastres tiene que ser una acción conjunta de privados y estatales” dice Vera

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