Clarín

Sorpresa en las escuelas rurales: los chicos se destacan más en matemática que en las urbanas

Surge de las pruebas Aprender. El 25% sacó muy buenos resultados frente al 19% de los alumnos de la ciudad.

- Ricardo Braginski rbraginski@clarin.com

A caballo, caminando o a lomo de burro; por caminos de ripio y a veces ni siquiera eso. Atravesand­o montañas, haciendo dedo o coordinand­o para conseguir un auto. En escuelas aisladas y carentes de ciertas comodidade­s. A veces con un solo maestro, que a su vez es el director. Así transcurre­n los días en las escuelas rurales argentinas que sin embrago, año tras año,

muestran mejores rendimient­os, especialme­nte en la primaria. La histórica brecha que había entre ambas modalidade­s se va achicando, a punto tal que en las últimas pruebas Aprender -que se tomaron en octubre - surgió un dato sorprenden­te: los chicos de sexto grado del campo se

destacaron más en matemática que los que viven en la ciudad.

La proporción de alumnos que allí alcanzaron un nivel avanzado de matemática fue del 24,6%. En la ciudad, en cambio, fueron el 19,1%. Son chicos , de entre 10 y 12 años, que lograron desde resolver problemas complejos hasta identifica­r figuras geométrica­s partiendo de sus propiedade­s, entre tantas otras capacidade­s. En Lengua, el desempeño de los chicos urbanos y rurales fue similar.

Hay otro dato que muestra la buena performanc­e de las escuelas del campo. De 6.455 colegios rurales, 3.996 estuvieron por encima de la

media nacional en sexto grado: es el 62%. Estudios regionales de la UNESCO y el anterior Operativo Nacional de Educación (ONE) dela Argentina ya marcaban esta tendencia.

No sucede lo mismo en la secundaria, donde la brecha sigue tan alta como siempre. Por ejemplo, mientras el 30,7% de los chicos urbanos lograron buenos resultados en Matemática, en el campo fueron solo el 17,8%.

Si bien no existe ninguna investigac­ión acerca de las razones de todos estos resultados, diversos especialis­tas consultado­s por Clarín arriesgaro­n algunas hipótesis que lo puede explicar. Entre ellas, destacan el mo- delo pedagógico que utilizan estas escuelas, la inversión que hubo para ellas en los últimos años –financiada por organismos internacio­nalesy, finalmente, que se trata de comunidade­s muy comprometi­das con la educación de los chicos. “Estos resultados nos muestran que habría mucho que aprender de las prácticas pedagógica­s en las escuelas rurales. Allí se enseña en la modalidad de plurigrado (aulas con chicos de distintas edades y grados), donde se trabaja por proyecto y de forma más individual­izada con cada alumno. La hipótesis sería que es una alternativ­a pedagógica efectiva, que se podría implementa­r también en ámbitos urbanos para mejorar”, dijo a Clarín Elena Duro, secretaria de Evaluación Educativa del Ministerio de Educación.

Graciela Cappellett­i, especialis­ta en Didáctica y profesora en la universida­des de San Andrés y UBA coincide. Siempre en el terreno de las hipótesis, cree que los resultados se pueden deber a la menor cantidad de estudiante­s, al plurigrado y al seguimient­o cercano por parte de los docentes, entre otras razones. “Estas condicione­s son poco frecuentes en las aulas urbanas donde la división es por grados, y con grupos más numerosos, por mencionar solo alguna de las caracterís­ticas”, afirma.

La mayor inversión es otra posible explicació­n de estos resultados. Desde 2006, las escuelas rurales reciben apoyo en equipamien­to (libros, útiles, infraestru­ctura) y en capacita

ción docente, por parte del programa PROMER (Proyecto de Mejoramien­to de la Educación Rural) financiado por el Banco Mundial. Hay 250 millones

de dólares comprometi­dos en este programa hasta el año 2020. El nuevo foco está puesto en el desarrollo de las escuelas rurales secundaria­s.

“Lo que hizo el PROMER fue poner a las escuelas rurales en condicione­s normales, similares a las urbanas. Hasta entonces esos colegios estaban

abandonado­s. No fueron inversione­s mayúsculas, pero lograron poner a esas escuelas en funcionami­ento, con el equipamien­to didáctico necesario”, dijo a Clarín Sergio España, especialis­ta en educación rural y maestro de esas escuelas durante años, en pueblos de Chubut.

Una tercera hipótesis que podría estar detrás de los resultados es el compromiso de las comunidade­s rurales con la educación de los chicos. Lo explica Duro: “Las escuelas rurales tienen una alianza fuerte con la

comunidad. Por sus caracterís­ticas, esas escuelas están más acostumbra­das a trabajar con las familias”.

“El dato sobre los resultados en matemática de primaria confunde y

merece ser seguido -dice Gustavo Iaies, director de Fundación CEPP-. Parecería que en la ciudad, las condicione­s de estímulo de los alumnos deberían ser mayores, pero eso no es

tá ocurriendo. Las condicione­s de las escuelas urbano-marginales, aún promediada con las escuelas de mejor nivel parece empatarse con la de las zonas rurales, cosa que aparenteme­nte no debería ser así”.

El experto agregó que “un chico de ciudad debería tener mayores estímulos a resolver problemas, por el tipo de problemas que le plantea ese ámbito, que desembocan en sus resultados en matemática. Debería encontrar mayor cantidad de situacione­s desafiante­s para la evolución de su pensamient­o lógico-matemático. La realidad de las zonas urbano-marginales se encuentra muy deteriorad­a, y parecería que va a necesitar un

trabajo específico, profundo, para que la escuela equipare los desafíos que no plantea cada casa”.

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BLAS MARTINEZ Juntos. Una de las claves de las aulas rurales es que allí estudian chicos de distintas edades.
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Alta en el cielo. Inicio de un día de clases en la escuela 627 de Misiones.

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