Clarín

Luciano Castro Un regreso por partida doble

Vuelve a la TV como “actor invitado” de la nueva tira de El Trece, “Las estrellas”. Y en teatro protagoniz­a “Juegos de amor y de guerra”, donde interpreta a un militar.

- Silvina Lamazares slamazares@clarin.com

No iba a participar en este campeonato. La liga del año pasado, jugando para Los ricos no piden permiso, y con rivales como La Leona y Educando a Nina, lo dejó algo cansado. Pero como no es de los que se fatigan fácil y sí es de los que se ponen los cortos cuando el técnico los llama para entrar a la cancha, Luciano Castro está de vuelta. No tiene esta vez la cinta de capitán. Tiene muchas horas milla exitosas de tira, que lo convirtier­on en el actor elegido por Adrián Suar para sumarse al plantel de Las estrellas una vez que el programa cambió su destino de unitario para ir todas las noches por El Trece.

“Actor invitado”, figura en los papeles previos, mientras la ficción avanza con sus grabacione­s rumbo al estreno, que aún no tiene fecha definida (será entre mayo y junio, en el horario central). Lo que otros en su lugar, enredados en las trampas del ego, tal vez no aceptarían, él lo transformó en una buena oportunida­d para volver al medio por una puerta distinta. “Con esto Adrián me permite hacer algo diferente y a otro ritmo. Será un trabajo de dos o tres meses, el tiempo dirá. Pero, ojo, que eso de ‘participac­ión especial’ se puede leer como algo que uno hace de taco, tipo vengo un rato y me voy, y nada que ver en mi caso: yo vengo a dejar todo como siempre”, avisa quien protagoniz­ó éxitos diarios como Valientes, Sos mi hombre, Lalola, Herederos de una venganza, Sres. papis y Los ricos no piden permiso, culebrón que lo tuvo en pantalla 12 meses (fueron 225 capítulos, una enormidad para el género). Y, más allá de que fue un protagónic­o coral, él se convirtió en una suerte de punta de lanza, sosteniend­o los vaivenes de la competenci­a. -¿Te llamaron porque llevás el 10 de la tiras en la espalda? -No, qué 10. Yo no uso número... Si tuviera que ponerme uno elegiría el doble cero. Yo me muevo por donde haya juego (ver “Entro a jugar en un equipo...). Lo que pasó acá es que el proyecto estaba pensado como unitario, luego se transformó en diario y entonces hubo que agrandar las historias. La tira tiene muchas situacione­s y personajes en paralelo. -¿Pero sentís esto como la búsqueda de un refuerzo que estaba en el banco por las dudas? -No, porque había de entrada unos nombres increíbles. No soy ningún salvador. Si mi llegada sirve para reforzar, buenísimo, porque encima el elenco está lleno de gente que quiero. Y no siento esa presión que pude haber sentido alguna vez de ser el que lleva el mayor peso. Acá entro yo a jugar con los demás y eso me encanta. -Cuando Suar te llamó, ya sin chances de ser el protagonis­ta porque estaban elegidos, ¿cómo lo tomaste? -Muy bien, sinceramen­te te digo. Y lo conozco mucho a Adrián: si él pensara que mi ego está allá arriba no me ofrece esto. Sabe que me fascina laburar de actor y que no se me caen los anillos por nada. Además, yo sé lo que soy, cómo soy como actor, no necesito la etiqueta. Me llamó para formar un equipazo con gente copada,

Yo estudié para ser el mejor actor posible, para tener herramient­as para resolver diferentes situacione­s. Tengo un Serrano incorporad­o al cerebro... Todo esto que te digo es lo que menos se sabe de mí y es lo que más me enorgullec­e”.

con grandes artistas. Si no entro a jugar en esas condicione­s soy un gilún. Tenemos plantel para el torneo local y para la Libertador­es.

Luciano Castro se enciende con el paralelo con el deporte. Las figuras del fútbol y el boxeo -una de sus grandes pasiones, que heredó el mayor de sus tres hijos- le permiten graficar ideas. Es un interlocut­or interesant­e para tener del otro lado del grabador. Le esquiva al eufemismo, se refugia en la claridad del concepto. Y aporta datos para potenciar el entendimie­nto: “A ver, no estaba en mis planes volver a hacer una tira como la del año pasado porque no tengo el cuerpo de hace 10 años. Me canso. En Los ricos

no piden permiso grababa 20 escenas por día y acá tengo un promedio de 6 ó 7 por jornada. Es un ritmo que, por otra parte, me permite hacer televisión a la par del teatro, que era algo que sí tenía en mente para el 2017”.

Si bien mañana es el estreno de prensa, ya lleva unos días arriba del escenario del Centro Cultural de la Cooperació­n al frente de Juegos de amor y de guerra, junto a Andrea Bonelli (ver Un militar que invita a...). En la obra de Gonzalo Demaría, dirigida por Oscar Barney Finn e inspirada en un hecho real de 1942, Castro interpreta al Teniente Federico Achineli, hijo de inmigrante­s, un rol bastante diferente al de la galería de sus personajes habituales.

“Entre lo que estoy preparando para la tele y lo que hago en el teatro, este año descansa el galán. Adrián no me pidió el canchero, ni el langa, ni nada de eso. Y en la obra voy muy por otro lado: es una cosa clásica, muy de texto. Yo siempre intento hacer algo diferente, pero no para evitar los motes, sino para motivarme. Estudié 8 años de teatro en la Escuela de Arte Dramático. Tenía una materia que se llamaba Historia del arte, donde aprendí, además, mucho de lo que ahora me sirve para contar en el teatro esta historia que marca una época de la Argentina. Yo me formé con el gran Raúl Serrano, así que no me vengan con que si soy actor de teatro, de cine o de TV. Yo estudié para ser el mejor actor posible, para tener herramient­as para resolver diferentes situacione­s. Tengo un Serrano incorporad­o al cerebro... Todo esto que te digo es lo que menos se sabe de mí y es lo que más me enorgullec­e”, sostiene con ese fervor que es como su sello de fábrica.

Después de que Las estrellas -protagoniz­ada por Celeste Cid, Marcela Kloosterbo­er, Natalie Pérez, Violeta Urtizberea y Justina Bustos- se reorganiza­ra, a Castro se le dio la simultanei­dad de los dos trabajos: “Por ahora lo llevo bien. Tuve cuatro meses de descanso para estar con mi gente. En marzo empecé a ensayar la obra y luego a grabar. Pero si estuviera en casi todas las escenas no podría, no me daría el físico y, fundamenta­lmente, no me darían los tiempos. A mí me hace bien laburar, me da energía, pero también necesito de lo otro, y cómo... Lo más importante es mi familia. Si puedo elegir, no quiero perderme nada de lo cotidiano. Tengo tres hijos de edades muy distintas, una esposa hermosa (Sabrina Rojas), estoy muy bien rodeado. Para mí el afecto es indispensa­ble. Es mi motor”.

Pasó buena parte del verano en Mar del Plata -la ciudad de su infancia-, entre olas surfeadas y abrazos de esos que quitan aire para dar aire. Y en algún momento “vi por enésima vez Reto al destino, peliculón que enganché de casualidad, pero me sirvió para observar lo militar. Pequeñas giladas para construir mi personaje del teatro”. En la tele será un remisero sencillo, que despertará pasiones entre dos de las hermanas que sostienen el relato principal. Y será, al mismo tiempo, un actor de esos que saben tirar paredes para armar juego en equipo. Ni capitán, ni DT, ni estrella. Será, curiosamen­te, el invitado especial de Las estrellas del título.

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Dice Castro en relación a la tira. “Si no entro a jugar en esas condicione­s soy un gilún. Tenemos plantel para el torneo local y para la Libertador­es”.
 ??  ?? Un 2017 diferente. Después del maratón de 225 capítulos de “Los ricos no piden permiso”, Luciano Castro no pensaba hacer televisión este año. Pero Suar lo convocó especialme­nte.
Un 2017 diferente. Después del maratón de 225 capítulos de “Los ricos no piden permiso”, Luciano Castro no pensaba hacer televisión este año. Pero Suar lo convocó especialme­nte.

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