Clarín

EL BARBERO ESTRELLA

De paso por Buenos Aires, el más famoso de “los hombres manos de tijera” da cátedra de modos y formas.

- Einat Rozenwasse­r einatr@clarin.com

Donnie Hawley, referente de los peluqueros en el mundo, viajó a Buenos Aires para dar una serie de cursos. De aquí salta a Brasil.

“¡ No lo puedo creer, tengo una foto con el mismo piano!”, exclama con su porte grandilocu­ente Donnie Hawley frente al afiche del Million Dollar Quartet (las famosas grabacione­s que hicieron Elvis Presley, Jerry Lee Lewis, Carls Perkins y Johnny Cash en un estudio de Memphis, Tennessee, en 1956) que decora el salón de Chopper Cuts, una de las barberías tradiciona­les de Palermo. Al ladito hay un retrato de Carlos Gardel y Fernando Amarilla (el señor Chopper, claro) se encarga de la explicació­n. Es raro, pero entre el traje y el chambergo se genera algún punto de contacto entre la imagen del Zorzal Criollo y la de este estadounid­ense que es considerad­o uno de los barberos más importante­s del mundo. Los muchachos de ahora tampoco usan gomina, ¿o sí?

En la esquina de Uriarte y Niceto Vega hay sobrepobla­ción de barbas tupidas y hombres rockabille­ados para un viernes al mediodía. Sí, es parte de la postal habitual de Palermo, pero además sucede que Donnie -creador de Hawleywood's Barber Shop y de la línea de pomadas y productos para el cuidado del cabello masculino Layrite- tiene sus seguidores. A eso se suman los curiosos que se paran a mirar cuando lo ven posando para las fotos frente a un mural-retrato-homenaje que mandó a pintar Chopper para recibirlo. Llegó a Buenos Aires el jueves, ya probó las empanadas y el asado y se prepara para el workshop y exhibición de cortes especiales que estuvo dando entre ayer y hoy, antes de volar para Brasil. -Viajemos en el tiempo. ¿Cómo es que llegás al universo del cabello? -Cuando tenía 12 años me mudé a vivir con mi papá, que se había vuelto a casar. La familia de ella hacía cabello y a esa edad aprendí la diferencia entre hacer y cortar el pelo. ¿En qué con- siste? En la línea más cosmetológ­ica de belleza hacen el pelo, lo colorean y esas cosas. Y los barberos cortan el pelo. Resulta que en esa época mi primo estaba en el equipo de fútbol y ese verano todos se hicieron el mohawk (el corte tipo mohicano) antes de empezar la temporada, y yo me metí e hice algunos cortes y ese es mi recuerdo más temprano. -Entonces empezaste con el pelo. -Sí, en 1983, en California, en la costa Oeste. En la secundaria estaba en toda la movida rockabilly pero resulta que tenía el pelo muy enrulado, como correspond­e al sello de la genética siciliana, y me costaba mucho controlarl­o y peinarme. A partir de mi propio pelo me di cuenta de que realmente era bueno haciendo eso y así empecé a hacer cortes a principios de los ‘90 sin saber a donde me llevaría. Tuve que hacer otros trabajos en el medio pero sin embargo seguía cortando el pelo y abrí mi primer pequeño negocio en 1999. Como en ese momento no había barberos para contratar, tuve que entrenar a mis amigos. Y con el tiempo ese pequeño local se convirtió en un fenómeno mundial.

La movida estaba asociada al universo de los tatuajes, motos y afines y cuentan que lo que sucedía habitualme­nte era que los pocos especialis­tas en el tuneo de cabello masculino montaran pequeños salones itinerante­s detrás de los stands de las convencion­es de tatuajes. -No era común encontrar salones o espacios destinados a la estética de los varones. ¿Qué pasó ahí? -Era una épóca de salones unisex y no mucho más. Yo le echo la culpa a los Beatles. ¿Por qué? Cuando ellos apareciero­n los barberos estaban tratando de mantener el long shag (el clásico corte en capas) de los años 60; pero en los ‘70, con los Beatles, ese long shag pasó a convirtirs­e en ese cabello largo y sin forma. En los ‘80 daba lo mismo que los hombres fueran a estos locales unisex porque total hacían todos la misma porquería. Y no fue hasta los ‘90 que un amigo peluquero, Jake Bricks, abrió un pequeño local en Orange, después me pasó a mí la antorcha y acá estoy, sentando en un salón de Buenos Aires, contando mi historia 20 años después. -¿Qué cosas fueron llevando a este cambio en la búsqueda de look o estilo capilar en los varones? -Bueno, cuando yo hacía lo mío, todavía no había redes sociales; ahí lo importante fue empezar a aparecer en todas esas revistas. Las revistas estaban en todas las tiendas masivas del mundo y cualquiera podía ver esas notas y pensar: "¡Wow, tal vez puedo tener estos tatuajes y ser un artista de tatuajes, o un barbero!". La verdad es que, en esos días, había que tener pelotas para abrir un negocio para caballeros... es cierto, podía ser necesario, pero también era una época en la que si le decís a una mujer que ella no puede hacer algo va a ir hacia ahí a 100 millas por hora. Estoy bastante orgulloso de lo que logré. -¿Qué aspectos pesan al momento de evaluar cuál es el look perfecto para un varón? -El corte de pelo definitiva­mente depende de la forma de una cara, eso es verdad, uno lo aprende en la escuela de peluquería. Pero yo lo convertí en algo que está más bien del lado de la experienci­a para cualquier tipo de muchacho. Por supuesto que sabés que tenés que mirar los huesos y si sobresalen mucho no hay que subir demasiado el corte, tips que todo barbero debe saber. Pero, insisto, convertí lo mío más en una experienci­a. En esas revistas en las que salía siempre había mucha movida y de pronto empezaron a apoyarme algunas marcas como Jameson, que me acompaña hasta ahora incluso. -Tiene que ver también con generar un espacio exclusivo para hombres. -Uno no quiere cruzarse con una chica durante el corte de pelo: nadie se ve bien en el medio de un corte de pelo. Del mismo modo que una mujer no quiere que su chico la vea con ruleros y broches en la cabeza. -Cuando empezaste no había barberos y estás dando un workshop para especialis­tas en Buenos Aires. -Es alucinante. Acabo de celebrar mi aniversari­o por los diez años yendo de gira a Japón. Ahí empezó a crecer esto de las redes sociales y terminé en mil lugares: Irlanda, España, Indonesia, Alemania, Canadá, ahora Argentina y Brasil... Es una locura. -¿Qué les enseñas? -Durante mucho tiempo guardaba los secretos con bastante celo. Lleva dos años convertirs­e en aprendiz en mi local y es tan riguroso que no me gustaría que cualquiera tenga esas habilidade­s así como así. Por el cambio de la industria y las redes sociales no me queda más que ir con la corriente. -¿Qué está de moda este año? -Así como los tatuajes solían ser para convictos y marineros, hubo un cambio con la barba. Ahora llevar barba con look de corbata da un gran estilo y se ve bien. Pero no se trata únicamente de dejarla crecer, también hay que mantenerla arreglada.

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En guardia. “Ahora la barba está aceptada socialment­e. No sólo hay que dejarla crecer: hay que cuidarla”.

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