La despedida de un grande
El jugador más ganador del torneo local es otro de los campeones olímpicos que le dice adiós al básquetbol.
Confirmó su retiro una vez que finalice esta temporada de la Liga Nacional. Participó en 22 ediciones y ganó nada menos que 10. Es el más ganador de este torneo, y también un símbolo del basquet local.
El microestadio Domingo Robles se disfraza de Polideportivo Islas Malvinas por un rato. Basta con cerrar los ojos y dejarse llevar por el sonido ambiente. También se pueden abrir, porque ahí están las banderas azules y blancas. El hincha de Peñarol se autoconvocó casi como si se tratara de un día de partido. Cómo no hacerlo para escuchar al ídolo, al símbolo, al hombre del día que también es el hombre de la liga. Porque decir Leo (¿o alguien lo llama por el nombre
completo?) Gutiérrez es decir Liga Nacional de Básquetbol. Y el más campeón del torneo argentino, ese que se consagró en casi la mitad de los torneos que disputó, eligió decir adiós cuando culmine la temporada. Se va el ícono local de la Generación Dorada. La cara de quienes siguieron en el medio doméstico hasta llegar a que su nombre se emparente -casi se amalgame- con el de la competencia. “Es el momento de decir basta en es
te deporte que me dio tanto”, comienza Leo, con una firmeza que no le durará demasiado.
“Dejé todo en la cancha y haciendo lo posible por ayudar a mis equipos a ganar - dice-. Estoy sumamente agradecido al básquetbol y a la vida por todo lo que me dieron. No tengo palabras para describir lo que significa jugar en la Liga. Son momentos únicos para una persona. Estoy su
mamente feliz”. Los aplausos lo interrumpen. Son los de su gente, la de Peñarol, pero podrían ser los de muchos otros clubes. En el caso de aquellos en los que jugó, porque con todos -salvo Obras- salió campeón. En el caso de los demás, porque será siempre parte de la Generación Dorada.
¿Un amuleto para ganar, teoría avalada por los 10 títulos de Liga sobre 22 jugadas? Mucho más. Un líder con el gen de los Dorados. Llevó aquellos va- lores a cada grupo en el que estuvo y los lideró con la solidaridad y el sentido de compañerismo que pregonó la camada más importante de basquetbolistas argentinos en la historia.
A ello se refiere Leo después del momento emotivo, de las palabras de afecto y agradecimiento a su esposa y familia, tramo en el que debió frenar hasta no poder contener las lágrimas. Después de secarse los ojos y tomar un vaso con agua, Leo resume: “Desde los 16 años jugué en la Selección. Me siento orgulloso de haber sido parte de esa generación. Tuve el privilegio de jugar con una camada de jugadores ganadores, que le dieron todo a nuestro básquetbol y que nos llenaron de orgullo. Fue un placer. Les agradezco a mis amigos, hermanos de camiseta, toda la Generación
Dorada por lo que me dieron, lo que aprendí a su lado y los valores: compromiso, humildad, trabajo, tirar todos para un mismo lado sacando los egos personales... Por todo eso Argentina en los últimos 14 o 15 años estuvo a tope de todos los torneos que jugó”.
La vida de Gutiérrez tuvo un antes y un después marcado por su arribo a Peñarol. Nadie mejor que el ala pivote para explicarlo a su manera. “En Boca a ustedes los sufrí bastante”, comienza, para dar lugar a una metáfora bastante especial: “Nos conocimos más íntimamente...”. Claro, en su época de rival, esta hinchada que hoy lo ama le colgó una bandera con la frase “Cebador olímpico” por su poca participación en Atenas 2004. Por eso la reflexión: “Éste era el lugar menos pensado, pero llegué a querer, respetar y amar estos colores. Mar del Plata es la ciudad que elegí con mi familia para vivir y éste es el club que elegí para siempre y del que voy a ser parte dentro o fuera de la cancha”.