Clarín

Una ley “dormida” mientras la muerte gana su batalla

- Fernando Gonzalez fgonzalez@clarin.com

Hace décadas que Gran Bretaña, EE.UU. y Francia cuentan con sistemas similares.

Siempre son las muertes dramáticas las que empujan las leyes que necesita la Argentina. En el 2013 fue la conmoción por el asesinato y la violación de la estudiante secundaria Angeles Rawson la que motivó a los legislador­es a completar el trámite de votación en la Cámara de Diputados de la ley para crear un registro de violadores que ya tenía media sanción del Senado. Y ahora es el crimen de la joven entrerrian­a Micaela García el que dispara la reglamenta­ción del instrument­o legal y científico que debería servir para evitar más muertes. Porque, aunque parezca increíble, le ley no estaba reglamenta­da y venía durmiendo al abrigo de cientos de ataques sexuales impunes desde hacía cuatro años.

La angustia por la búsqueda de Micaela, el hallazgo de su cuerpo en Gualeguay y los detalles escabrosos de su final confesados por su asesi- no y violador, Sebastián Wagner, pudieron más que los históricos reclamos de las Madres del Dolor. Ellas habían conseguido que se sancionara la ley pero la reglamenta­ción estaba congelada en el Congreso.

Hace un par de semanas, Mauricio Macri le pidió al ministro de Justicia, Germán Garavano, que avanzara con el registro nacional de violadores. “Quiero la herramient­a le- gal para resolver esto de una vez por

todas”, le dijo al funcionari­o. También se involucró Patricia Bullrich, desde el Ministerio de Seguridad, y el Gobierno eligió el camino más di

recto: reglamenta­r una ley que ya existía en vez de crear una ley nueva. Es el modo de contar más rápidament­e con el registro.

La lista de condenados firmes por agresiones sexuales, con sus antecedent­es, sus patrones de ADN y sus fotografía­s no son un hallazgo argentino. Hace décadas que Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y Australia cuentan con sistemas de prevención similares.

Hay, incluso, un dato bastante más aterrador. En 2011, hubo una provincia que innovó en la materia y se puso a la cabeza del diseño legal de un listado de violadores que les permitiera a las víctimas una chance de vida de la que nunca dispusiero­n. Era Entre Ríos. Pero, como sucedió también en el Congreso Nacional, los legislador­es provincial­es nunca se pusieron de acuerdo y la ley también durmió durante los últimos seis años a la espera de una reglamenta­ción.

Ahora son varias las organizaci­ones y dirigentes que le reclaman el registro al gobernador entrerrian­o, Gustavo Bordet. Y es probable que la iniciativa prospere una vez que baje el impulso desde la esfera nacional. Lamentable­mente, para Micaela y para muchas otras mujeres argentinas, ya es demasiado tarde.

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