De la calle a la feria: los manteros de Once ya ocupan nuevos puestos en un galpón
Fueron desalojados en enero y están en Boulogne Sur Mer y Perón. Recibieron cursos de capacitación y esperan que se conozca el lugar para atraer más público y mejorar las ventas.
“Pase, señora, pase a ver las camperas”, “Pregunte, pregunte”, “Ropa para chicos, medias y pantalones, aproveche”. Las invitaciones llegan como hilos desde algún lugar impreciso, de uno o de varios puestos de la feria. Son 280 en total y están ocupados por los manteros que fueron desalojados en enero de las avenidas Pueyrredón
y Rivadavia, en Once. Algunos empezaron a trabajar hace una semana, otros aún están poblando su espacio: colgando las medias entre las rejas del puesto, apilando boxers sobre mostradores, escribiendo precios en cartulinas. Todos egresaron en las últimas semanas de los cursos que les dictó la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) para convertirlos en vendedores formales. Están dentro de un predio de 3.000 m2 en Perón y Boulogne Sur
Mer, un galpón en el que el Gobierno porteño invirtió 3 millones de pesos para convertirlo en paseo comercial.
Son el primer grupo de manteros de las avenidas Rivadavia y Jujuy que vuelve a la actividad, que pasó de las calle al aula y ahora al circuito for-
mal. Desde la entrada al predio, sobre Perón, se definen: “Vendedores ambulantes de Once atendiendo”, escribieron en imprenta y mayúscula. Hay argentinos, extranjeros, en especial peruanos, y pocos senegaleses. De fondo, a través de los parlantes se cuelan bachatas y canciones de Marc Anthony. “La venta acá no es igual.
Está lento. Vendemos una o dos prenditas. Hay que convocar a la gente. Se me ocurrió hacer unos volantes y repartir por acá y por allá”, dice María García, de 53 años, mientras dobla bombachas, que luego distribuye en su puesto. Hace 17 años viajó de Lima a Buenos Aires y se estableció en Once. Hasta enero vendía en Pueyrredón 230, al lado de un Mc Donald's. Hoy trabaja de lunes a sábado, de 9 a 19, en el predio que el Gobierno le cedió, luego de que censara y tuviera asistencia perfecta a los cursos. “Ahorita hice 100 pesitos, pero no alcanza. Hasta que no tenga más ingresos no voy a renovar stock”.
Alrededor hay locales que ofrecen fundas para celular, otros que están cubiertos de sweaters para mujeres de más de 50. Hay mostradores llenos de calzas, shorts deportivos, camperas, medias y juguetes. No hay
prendas que violen la ley de marcas, no se vende comida ni productos de salud o cosmética. Está prohibido. Félix César Delao tuvo que cambiar de actividad. Antes del desalojo, vendía panchos y garrapiñadas en Pueyrredón al 400. Llegó a Once en diciembre de 1999, tenía más de 50 años y la fábrica de autopartes en la que trabajaba había cerrado. "Recién estamos empezando. Con el tiempo, cuando la gente sepa que estamos acá, va a venir. Estamos enfrente de la estación Once, esto va a caminar", dice. Vive en Quilmes y guarda su mercadería en cajas metálicas con rueditas que funcionan como bauleras. Hay una en cada puesto.
A diferencia de lógicas propias de ferias como La Salada o de organizaciones que controlan la venta callejera, el negocio no está en el dominio del territorio o en el pago por un espacio de venta. Los vendedores no pagan por el alquiler del puesto, sólo deben mantenerse al día con el Monotributo e Ingresos Brutos. El predio de Perón es la primera prueba. El viernes se sumarán dos paseos comerciales a los que también irán ex manteros de Once y de la avenida Avellaneda: uno en Hipó- lito Yrigoyen 2961 y otro en La Rioja 70. Este último demandó la mayor inversión por parte del Gobierno: $ 20 millones para la remoción de chatarra, arreglo de fachadas, soldaduras, construcción de baños y renovación de instalaciones eléctricas y cortinas metálicas, entre otros puntos. Hasta hace unos años en ese mismo lugar funcionaba otro predio de compras, entonces era el Centro Comercial Mayorista Puerta del Sol, a cargo de la Cooperativa Fuerza Latinoamérica. Hace unos meses el Ministerio de Ambiente y Espacio Público contrató en forma directa esa locación por tres años, durante el primero se pagará un canon de 250 mil pesos. El espacio tiene 2.700 m2 divididos en dos pisos. Ahí ya están dispuestos 444 puestos.
"Todas las partes están conformes: los comerciantes del barrio, los vecinos y los nuevos vendedores, que con gran predisposición lograron entrar al circuito legal. Hoy están capacita
dos y bancarizados, algo impensado hace cuatro meses", dijo el ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad, Eduardo Macchiavelli. Los tres paseos que incorporan a los ex manteros están a cargo de su ministerio.