Clarín

Si gana el Mundial, le pedirán otro título

- Sergio Danishewsk­y sdanishews­ky@clarin.com

No lo necesitaba, claro. Pero Lionel Messi acaba de propinarle­s otra sonora bofetada a quienes lo discuten. Y los atendió a todos a la vez: a quienes hablaban de declive les ofreció una actuación soberbia. Los que le reclaman liderazgo quedaron en offside ante este joven que comanda a los suyos a su manera, sin gritos ni arengas, sencillame­nte apareciend­o como sólo él sabe y puede en los momentos más complicado­s: cuando el rival empezaba a enderezar el juego, pidiéndola para encararlos a todos y finalmente apareciend­o para resolve el duelo frío como un torero.

Pero ayer, en un Bernabéu que le teme -nadie hizo 23 goles en la histo- ria del clásico-, Messi les mandó un mensaje a quienes atribuyen su grandeza al solo hecho de tener un equipo que lo contiene, una estructura que lo arropa, una constelaci­ón en la que brillar con luz propia es fácil. Fue el salvador de un Barça en crisis, que se reforzó mal y depende demasiado de su tridente ofensivo.

Hizo 500 goles en 577 partidos. Marcó 402 de zurda, pero también uno de pecho y uno con la mano. Anotó 409 de jugada, pero también 27 de tiro libre. Les hizo goles a todos los equipos de España, como al Arsenal, al Leverkusen, al Ajax...

También hizo 58 con la Selección, lo que nadie nunca, pero esa es otra cuestión: quienes lo discuten le exigirán el Mundial. Y cuando lo logre, le pedirán el título Intergalác­tico.

Por ahí entonces acepten que se trata de un chico de otro planeta.

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