Clarín

“Bomarzo” en Madrid, rodeado de símbolos Se estrenó anoche en el Teatro Real la pieza más emblemátic­a de la lírica argentina. Tuvo una resonante acogida.

- Laureano Debat

Siete actores vestidos de negro, desde un anciano hasta un niño, deambulan en fila marcando la línea de la vida de Pier Francesco Orsini, duque de Bomarzo, quien bebe del elixir que promete la inmortalid­ad pero que acaba matándolo. A partir del flashback, presente en la ópera original de Alberto Ginastera y Manuel Mujica Láinez, el Bomarzo del Teatro Real y la Ópera de Amsterdam propone una adaptación contemporá­nea. Un paseo por la triste vida del noble jorobado que empieza y acaba igual: abrazado al niño, como si nunca hubiese abandonado la niñez.

El legendario teatro de ópera madrileño estrenó ayer Bomarzo des- pués de más de 40 años ausente en Europa. Las últimas presentaci­ones de la obra habían sido en Londres y Estrasburg­o en 1976, nueve años después de que el general Juan Carlos Onganía decidiera prohibirla en el Teatro Colón. La función terminó con aplausos entusiasta­s.

La dirección escénica es del libanés criado en París, Pierre Audi, quien ya había trabajado en Londres con cuartetos de Ginastera. “He situado la deformidad en el aspecto psicológic­o, no he querido insistir en la deformidad física del protagonis­ta. Su verdadero cáncer es esta familia que lo rodea y su relación de destrucció­n y dominio”, decía Audi a la prensa.

De esta manera, el tenor británico John Daszak (encargado de interpreta­r a Pier Francesco y quien se llevó el grueso de los aplausos) no lleva jo

roba. Toda la deformidad del protagonis­ta estará insinuada por la relación tortuosa con su abuela y con el astrólogo que lo obliga a beber la pócima de la muerte. Tal es así que en la ceremonia de coronación, luego de asesinar la belleza escultóric­a y musculada de su hermano Girolamo, se representa una tragedia, ninguna fiesta: todos de negro, los fantasmas que rodearán a Pier Francesco hasta su muerte, a excepción de la abuela omnipresen­te y obsesionad­a con su nieto y el flamante duque, luciendo una capa plateada y amorfa, como si no estuviera destinada a ninguna forma humana.

Las estatuas del Sacro Bosco que inspiraron a Manuel Mujica Láinez para la novela en que se basa la ópera se proyectan como sombras en fondo del escenario. Y también son encarnadas por un coro invisible, situa- do en el foso. La única representa­ción de las famosas esculturas del también llamado Parque de los Monstruos son unos pedestales rectangula­res y oscuros, sin caras.

Desde el techo, suben y bajan tubos de led rojos y blancos, marcando las escenas con figuras geométrica­s: a veces trazando cuadrícula­s carcelaria­s, otras acortando el techo para volver claustrofó­bico el espacio.

Con dirección musical del alemán David Afkham y la escenograf­ía de Urs Schönebaum, el Teatro ofrecerá 5 funciones de la ópera. Además, prepara los conciertos de Ariel Ardit y Adriana Varela para el 3 y 6 de mayo, en el ciclo Universo Ginastera.

 ?? TEATRO REAL ?? En escena. La puesta del director franco-libanés Pierre Audi pone la deformidad en lo psicológic­o, no en lo físico. Fue recibida con aplausos.
TEATRO REAL En escena. La puesta del director franco-libanés Pierre Audi pone la deformidad en lo psicológic­o, no en lo físico. Fue recibida con aplausos.

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