Clarín

El mundo no le da respiro a la Argentina

- Fernando Gonzalez fgonzalez@clarin.com

El mundo no es lo que era. Es lo que debe estar pensando Mauricio Macri mientras se sube al avión que debe traerlo hoy de Japón. No bastan las inversione­s de Toyota y de Nissan. No bastan los acuerdos con China para que se construyan dos centrales nucleares ni las fotos con Carlitos Tevez y con los jeques de Dubai. Los ocho días de viaje por el Lejano Oriente se ensombreci­eron cuando llegaron las malas noticias de Brasil. La caída del gran vecino regional, justo cuando parecía que empezaba a recuperars­e, es un puñal que se clava en el corazón de un proyecto económico que aún tiene que luchar a brazo partido contra la inflación y escapar de la recesión antes de la elección de octubre.

El panorama para la Argentina, visto desde la Casa Rosada, no ofrece ningún respiro. Europa se conmovió con el Brexit y la victoria inesperada de Emmanuel Macron en Francia apenas le devolvió algo del oxígeno político que le estaba faltando. Afortunada­mente, Donald Trump no parece tener la destreza necesaria para imponer en su totalidad el plan de ideas con el que escandaliz­ó al planeta pero le alcanza, por ejemplo, para complicar el presente y el futuro de México.

Pero todos estos dramas geopolític­os se convierten en anécdotas cuando Michel Temer aparece involucrad­o en la tormenta de coimas que se abate sobre Brasil y amenaza con barrer a todos los dirigentes de la prime-

ra línea del poder. Lula Da Silva, Dilma Rousseff y Aécio Neves transitan caminos similares y es difícil prever quiénes se harán cargo de la crisis brasileña si la guadaña judicial vuelve a cortar la cabeza de un presidente que asumió hace menos de un año.

Brasil no es sólo la potencia más influyente de Sudamérica. Es el principal aliado comercial de la Argentina al que le vendemos cerca de 9.000 millones de dólares

de productos al año, en su mayoría industrial­es. Es decir, bienes muy difíciles de exportar a otros países. “Si China decide dejar de comprarnos soja, siempre habrá otro país que lo pueda reemplazar pero no es fácil encontrar países dispuestos a suplir la demanda industrial que tenemos de Brasil”, asegura el experto en comercio exterior, Marcelo Elizondo. Una debacle del gigante no nos resultará gratuita.

Una de las obsesiones de Macri, y de muchos dirigentes políticos y empresario­s en la Argentina, es generar las condicione­s para que la inversión extranjera directa ponga a estas tierras en su GPS. La pregunta que conviene hacerse hoy es cuántos de esos inversores resistirán

el temor de dirigir el flujo de su dinero hacia un país ubicado en el extremo sur de un continente cuyo líder regional se despeña sin freno a través del sumidero de sus institucio­nes.

La crisis de Brasil es otro desafío global para la Argentina. La apuesta del momento es convencer al mundo de que nuestra economía puede resistir los embates que complican a la mayoría de los vecinos regionales. Y, en vez de ser siempre los peores alumnos, convertirn­os en un país que puedearesu­rgir desde el subsuelo y resolver sensatamen­te sus urgencias.

Es difícil prever quiénes se harán cargo de la crisis en Brasil si la guadaña judicial corta la cabeza del presidente.

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