Lo acusan de abusar de una hija y se defiende: “Violaron mis derechos como padre”
Lo dijo Antonio Quintana, como respuesta a las denuncias de su ex esposa argentina.
Antonio Quintana (47) atiende el llamado de Clarín desde los suburbios de Washington DC. Tiene mucho que decir. Hace 72 horas se reencontró con sus hijas, de 9 y 10, después de sie- te años. Habían estado sin verse luego de que su ex mujer, la argentina María Victoria Camuyrano (44), lo denunciara en nuestro país por abusar sexualmente de una de ellas. Si bien aún hay una causa abierta por este tema, la Corte Suprema de Justicia argentina le concedió la restitución de las nenas que, durante estos años, habían estado viviendo junto a su mamá en Buenos Aires. El lunes, Camuyrano le contó a este diario su historia y ese mismo día acompañó a sus hijas a Estados Unidos. Allí quedó detenida (habían ordenado su arresto por no cumplir con los llamados previos hechos por la Justicia de ese país) y luego recuperó la libertad bajo fianza. Ayer Quintana quiso compartir su versión: “Todo lo que dijo María Victoria es mentira. Fue un golpe muy duro para mí, se violaron mis derechos como padre”.
Quintana, oriundo de Puerto Rico, recuerda los inicios de la pareja: “Nos casamos en 2004. Estábamos muy enamorados”. Si bien residían en EE.UU., tuvieron su ceremonia en Argentina para que los familiares de Camuyrano pudieran participar. “Fue la boda de los sueños. Cuando llegaron las nenas a Virginia les mostré el video”, dice Quintana.
Según él, Camuyrano “comenzó a tener dificultades al quedar embarazada de la primera niña”. “Tenía cambios radicales de comportamiento. No quería ir a un profesional pero, al final, logré llevarla a terapia de pareja y la psicóloga determinó que sufría un problema de bipolaridad, tenía el síndrome de Münchhausen”, sigue el hombre, sobre la etapa en la que, según Camuyrano, él se puso agresivo con ella. Quintana dice que eso son “falacias”. “No pude haber sido mejor padre o mejor esposo, jamás le levanté la mano, ni insinué ningún tipo de violencia”, insiste.
Quintana cuenta que se turnaban para pasar las navidades entre Puerto Rico y Argentina. Y que, por eso, a fines de 2009 vinieron al país. “Ella viajó con las nenas en noviembre, quería ver a su nona que estaba enferma y yo llegué en diciembre”, agrega Quintana y afirma que la secuencia relatada por su ex pareja, en la que la mamá de la mujer encuentra al hombre violando a una de sus hijas en Buenos Aires, nunca existió. “En Argentina no tuvimos ningún conflicto y el 13 de enero no me escapé, como dijo María Victoria, volví por trabajo”, suma Quintana.
Dice que la mujer empezó a poner excusas para no regresar a EE.UU.: “Me dijo que su hermano iba a visitarla, después que le habían robado los pasaportes y al final que se había dislocado un tobillo. Yo no sospeché nada”. El 1 de julio, Quintana iba a viajar a Buenos Aires. “Había arreglado con María Victoria que nos volvíamos los cuatro juntos, yo estaba an- sioso por verlas. Unas horas antes de ir al aeropuerto, la llamé y me anunció que había iniciado el divorcio, que me había denunciado por pegarle a ella y que si insistía me iba a acusar de abusar de las niñas”, relata Quintana. “Me asusté muchísimo, llamé a un abogado y me sugirió que no viajara”, explica.
Durante estos años, dice que viajó cinco veces a Argentina y se sometió a pericias. Asegura que Camuyrano quiso dilatar el proceso y su ex suegra “cocinó todo”. “La mamá de ella es abogada. Me dijo: ´Tengo muchos tentáculos en argentina, te va a resultar imposible sacar a las nenas del país y fue casi imposible”, aporta Quintana, que ahora tiene la custodia permanente de sus hijas. “Fueron recibidas por un equipo de profesionales, yo las esperé en un cuarto y las trajeron cuando consideraron que estaban preparadas. Después dejaron que se fueran conmigo. Yo lo único que quiero es que disfruten su niñez y tengan el mejor futuro posible”, cierra.