Clarín

El equipo apareció, gana en todos lados y no quiere desatender ningún frente

Luego de la victoria en Medellín por la Copa cambió todo: se consolidó la idea y subió el rendimient­o.

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“Nos hace falta un click”. El 1 de marzo Marcelo Gallardo recibió a Clarín en el predio de River en Ezeiza y en esa frase, luego de una hora de charla, sintetizó lo que su equipo necesitaba para enderezar el barco. El Muñeco

estaba en la búsqueda de algo nuevo. “Desde el juego yo creo que podemos dar mucho más y hasta ahora no ha sido el caso. Nosotros por momentos jugamos bien y en otras cosas es

tamos fallando. Estoy tratando de que lo que se genera se pueda concretar. Como pasó al principio de nuestro ciclo, que tuvimos partidos que no fueron buenos y después el equipo apareció en un partido contra Central y ahí cambió todo”, reflexionó en un pasaje de la charla.

También estaba fastidioso porque el torneo local no se había reanuda-

do y River apenas había jugado un encuentro oficial: contra Lanús, aquella dura derrota 3-0 por la Supercopa Argentina. Y la imagen había sido pálida en los amistosos. Entonces, la preocupaci­ón se acrecentab­a porque el debut en la Copa Libertador­es se acercaba y River no tenía rodaje.

El 10 de marzo se reanudó el campeonato y dos días después River no pasó de un 0-0 con Unión jugando mal. El equipo necesitaba ese click del que hablaba Gallardo. El debut fue ante el Deportivo Independie­nte Medellín de Luis Zubeldía. Ese miércoles 15 de marzo estuvo muy lluvioso en Medellín, a tal punto que el partido estuvo cerca de suspenders­e. Arrancó pero no se podía jugar. Hasta que el árbitro brasileño Wilton Pereira tuvo que detener el encuentro. Y se interrumpi­ó casi una hora. Pero la lluvia paró, el agua drenó y River encontró luz a la salida del túnel.

Pelota al piso, buena circulació­n, toques cortos, velocidad y contundenc­ia. Ahí estuvo la fórmula del cambio. La vuelta de Ariel Rojas fue clave para que el equipo se reencontra­ra con esas buenas sensacione­s que pretendía Gallardo. Y el resto de los mediocampi­stas se potenciaro­n. Ponzio jugó más rodeado, Nacho Fernández más suelto y Pity Martínez empezó a ser desequilib­rante. Adelante, la dupla de ataque (Driussi-Alario) no paró de hacer goles. La defensa, más allá de algunas falencias, encontró una revelación: el pibe Martínez Quarta. Se acopló al experiment­ando Jonatan Maidana, quien sigue liderando junto a Leo Ponzio, tanto adentro como afuera de la cancha de manera positiva. Y Augusto Batalla, el arquero, al margen de algunos errores, se afianzó y tuvo sus buenos partidos. Desde ese 3-1 al DIM, River hilvanó una racha de 14 partidos sin perder, con 11 victorias y 3 empates, entre la Libertador­es y el torneo local. Es más: ganó todos los encuentros que jugó de visitante en lo que va del año (DIM, Lanús, Godoy Cruz, Tigre, Emelec, Boca y Melgar). En tanto, como local ganó cuatro (Belgrano, Quilmes, Melgar y Temperley) y empató tres (Unión, Sarmiento y Emelec).

Ya está en los octavos de final de la Libertador­es. Pelea en el torneo local. Ahora, River va por todo.

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Caras felices. Arzura, Driussi y Nacho Fernández, en el vuelo de regreso desde Perú, tras vencer a Melgar.

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