Clarín, con el actor del momento
Nahuel Pérez Biscayart, el candidato argentino
Nahuel Pérez Biscayart encabeza el elenco de 120 battements par minu
te, que tuvo su première anoche en el Festival y compite por la Palma de Oro. Nuestro compatriota es Sean, un joven con VIH positivo que integra el grupo militante ACT UP París, en 1991. La proyección terminó con aplausos.
Nahuel vive más entre rodajes en Europa que en Buenos Aires. A los 31 años, el actor de La sangre brota y El aura es un nómade. -¿Cómo conociste al director Robin Campillo? -A través de Rebecca Zlotowski, quien me dirigió en Grand Central ((2013). Le comentó a Robin sobre mí cuando buscaba actores. Tomamos un café, hicimos pruebas con otros actores, porque no se trataba solo de encontrar a mi personaje, si no ver cómo funcionaba la pareja. Tenemos una relación bastante íntima en la película. -¿Con qué expectativas llegaste a Cannes, protagonizando una película en competencia? -Intento disfrutar la película con la gente, aunque ahora siento que no es el público, si no más la gente del mercado y la industria. Pero bueno, igual tiene una opinión y unadevolución para hacer. -¿Cómo creés que la película va a ayudar a combatir los prejuicios y continuar la lucha contra el sida? -Es de mucha actualidad, por más que transcurra en otra época, porque lo que pasa ahora en Chechenia es uno de los tantos casos graves que suceden en el mundo. En Corea del sur hubo un candidato a presidente que quería imponer la pena de muerte para todos los homose- xuales. Parece un tema muy asumido en la sociedad, sobre todo la occidental, pero no es así. Con respecto al HIV está bueno que ahora la profilaxis química, en países como Francia y varios de Europa, se consiga de manera gratuita. -La batalla ahora no es tan radical como en París en 1991. -Claro,cuando los pibes se encontraban con amigos muriéndose con enfermedades misteriosas. 120… no es sólo sobre el sida, es un filme militante en el que vemos a jóvenes en situaciones de mucho miedo y mucha ira, decididos a cambiar las cosas. Muchos jóvenes como yo, los que crecieron en el 2000, con una situación diferente con respecto al SIDA, se están cuidando menos. Se perdió la conciencia de que es grave. -¿Qué temas aborda, para vos, la película? -Es muy vital, habla de la supervivencia de un grupo de personas que se ven injustamente atacada por una de las enfermedades más crueles, debido a que los gobiernos esta- ban muy ausentes. Es conmovedor ver a jóvenes ocupándose de jóvenes. El amor es, como siempre, la única manera, el bálsamo, el motor como promotor de vida.
Una de las coprotagonsitas es Adèle Haenel ( La chica sin nombre, de los Dardenne). “Si bien compartimos el espacio, no tuvimos muchas escenas juntos, si tenemos momentos como de complicidad”, concede. -¿Cuánto hace que no pasás por Buenos Aires? - Estuve en enero. Iba a participar en la nueva película de Luis Ortega, perome dieron de baja. Ahora se estrena aquí Au revoir là-haut, que es mucho más popular, más “digerida”. Así que por ahora, nómade.
Nahuel no está instalado en ninguna ciudad. En ninguna del mundo. “El año pasado fue un año bastante parisino porque actué en tres películas allí. En Buenos Aires no paso más de 15, 20 días cuando voy. Ya no tengo un departamento, no busqué perder los verbos “irme, quedarme, volver”. Estoy en un momento de movilidad en que no me lo pregunto”. Ya rodó en Alemania, Italia, España y Francia. “Las películas en las que actué, no es que estoy orgulloso de todas ellas, me llegaron de distintas maneras. Así como la actuación llegó a mi vida de manera accidentada, o no buscada, siento que el devenir a filmar en Europa fue accidental”. Su futuro, desde anoche, parece brillante.