Clarín

Endurecen los requisitos para poseer armas y relanzan el plan de entrega voluntaria

Desde mañana vuelve el canje de armas por dinero. Y habrá más controles psicológic­os para los usuarios.

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El allanamien­to a la lujosa casa en Nordelta de Alejandro Radetic, el piloto que corrió picadas a 240 kilómetros por hora por la 9 de Julio, fue todo un alerta: la Policía se encontró con pistolas, fusiles y réplicas de ametrallad­oras. Pensaron en secuestrar­las, pero pronto comprobaro­n que todas estaban inscriptas de manera legal. Cuando fueron a chequear cómo era posible que este muchacho, tan racional que usaba la ciudad como una pista de carreras, tuviera los permisos correspond­ientes, descubrier­on que se los habían otorgado por primera vez en 2006 luego de que un médico certificar­a su aptitud psicológic­a para manejar armas. Al revisar el certificad­o en profundida­d, descubrier­on que se lo había extendido un deportólog­o.

El caso ilustra la laxitud de los controles que había en el Renar (Registro Nacional de Armas, hoy rebautizad­o como ANMaC, Agencia Nacional de Materiales Controlado­s) a la hora de entregar credencial­es de legítimo usuario de armas. Por eso su nueva directora, Natalia Gambaro, decidió cambiar de forma radical la manera en la que se otorgan estos per

misos. La medida traerá polémica. “Uno de los objetivos de este Gobierno es reducir la cantidad de armas. Mejorar los controles es una forma de hacerlo”, le dijo Gambaro a Cla

rín. Su estrategia está acompañada por otra medida: mañana relanza el plan de entrega voluntaria de armas, que implica buscar el desarme a través de pagarles a quienes lleven las suyas a la ANMaC para destrucció­n. Hoy en la Argentina hay 1.562.332

armas registrada­s en la ANMaC, de las cuales el 84% pertenecen a civiles (el 96,6% son hombres). Están en manos de unos 500.000 usuarios individual­es.

Para obtener una credencial de legítimo usuario -se renueva cada 5 años- hay que cumplir con cinco re-

quisitos: no tener antecedent­es penales, acreditar un medio lícito de vida (un empleo), presentar un certificad­o de aptitud de tiro, otro de aptitud física y, el más polémico, el de aptitud psicológic­a.

El problema es que en ningún lado de la reglamenta­ción dice qué tipo de exámenes psicológic­os debe superar el candidato a tener un arma para obtener este certificad­o. Es decir, esto queda a criterio del psicólogo que lo expida. La ANMaC no tiene tampoco cómo confirmar que quien firma el certificad­o sea efectivame­nte un experto en psicología. Mucho menos puede saber si el aspirante, antes de obtener el ok de algún profesiona­l, fue rechazado por otros. O, siquiera, si la persona estuvo físicament­e frente a quien le extendió el documento.

En el ambiente se sabe que hay polígonos, armerías y otros ámbitos re- lacionados a las armas donde facilitan los contactos con médicos y psicólogos “amigos” que, a cambio de una módica suma, expiden todos los certificad­os necesarios.

Por eso es que Gambaro llamó a licitación para que sean empresas de medicina laboral autorizada­s por el Estado las que se encarguen de realizar los estudios psicológic­os, a partir de una serie de pruebas estándar. Se presentaro­n tres a concurso y, dado que el requisito era que tuvieran filiales en todo el país, sólo una pasó todas las pruebas. Es Dients Consulting, una prestadora del Ministerio de Educación bonaerense, a cuyas oficinas deberá ir todo aspirante a legítimo usuario de armas que quiera obtener o renovar su credencial. Esto entrará en vigencia dentro de 60 días y viene acompañado por polémica; entre otras cosas, muchos criti- can que el costo del trámite será de 3.500 pesos, que es obligatori­o y que está privatizad­o.

En paralelo, a partir de mañana Gambaro empezará a recibir armas para su destrucció­n en la oficina central de la ANMaC, en Bartolomé Mitre al 1400. El plan de desarme contempla pagos de 1.200, 1.700 y 3.000 pesos (según el arma que se entregue) y es, de hecho, una amnistía: no se hacen preguntas sobre la situación registral de cada pieza -salvo, por supuesto, un chequeo de su eventual relación con causas penales- y la entrega y el cobro son anónimos. Como el plan anterior, que logró la destruc

ción de 170.000 armas, dejó muchos conflictos -hubo pagos que no se justificar­on o excesivos y hubo armas desapareci­das-, el nuevo plan promete ser estandariz­ado y controlado de forma informátic­a.

 ??  ?? A destrucció­n. Uno de los últimos actos de destrucció­n de armas entregadas voluntaria­mente al ex Renar.
A destrucció­n. Uno de los últimos actos de destrucció­n de armas entregadas voluntaria­mente al ex Renar.

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