Clarín

El juego también es cosa de grandes

- Ricardo Iacub

Doctor en Psicología. Profesor de Psicología de la Tercera Edad y Vejez (UBA)

La pérdida de su mujer y el cierre del comercio en el que había trabajado los últimos años fueron recluyéndo­lo, con un llamativo alejamient­o de su familia y ocultamien­to de lo cotidiano. Ante las preguntas de los hijos y nietos, sus respuestas eran variadas y poco creíbles, lo que les generaba preocupaci­ón y enojo. Un desvanecim­iento repentino, por el que debieron llamar al primer contacto del celular, su hija, reveló donde transcurrí­a su tiempo: en el casino.

Jugar había sido un gusto de toda la vida, aunque lo había podido manejar, con

amigos y en espacios conocidos. Sin embargo, la soledad, el vacío y la gran cantidad de tiempo libre llevaron a que el juego tomará sus días y sus pensamient­os. Con una intensidad que lo mantenía en una permanente inquietud e irritabili­dad, y con un desborde que excedió los espacios, los tiempos, los tipos de juegos y los gastos que habían sido usuales en él.

Este caso nos presenta una realidad poco investigad­a, aunque a la vista de todos. La enorme cantidad de personas mayores que transcurre­n buena parte de sus días jugando, muchas veces de modos recreativo­s y otras con manejo de dinero, y en establecim­ientos dedicados al juego como hipódromos, bingos y casinos.

El juego en esta población se ha convertido en un fenómeno de tal magnitud a nivel mundial, que ha convocado mayor interés e investigac­ión, aunque también preocupaci­ón por la marcada tendencia a que se convierta en un problema, o más aún, en una adicción, lo que implican conductas de juego desadaptat­ivas que se producen de maneras persistent­es y recurrente­s, dificultan­do el desarrollo de

otros intereses y actividade­s así como coartando las relaciones sociales y familiares.

Los estudios internacio­nales muestran una mayor tendencia en los varones que en

las mujeres y al interior de la población vieja, son los de menos edad quienes le dedican más tiempo y usan mayor variedad de juegos. Sin embargo las apuestas de los más grandes pueden tener consecuenc­ias más negativas.

El análisis de las circunstan­cias que motivan a este grupo a participar en juegos de azar resulta de gran importanci­a, porque permite comprender cómo ciertos cambios vitales, que producen un alto impacto psicológic­o, inciden sobre la predisposi­ción al juego.

Entre los factores más frecuentes aparecen la viudez, los bajos ingresos, el aislamient­o social, ciertas discapacid­ades físicas y los problemas de salud. Aunque también influye la existencia de una representa­ción social más positiva sobre el juego que la que había anteriorme­nte.

Estos cambios llevan a buscar nuevos espacios de participac­ión, escapes del aburrimien­to, modos de disfrutar el tiempo libre, con estímulos a la curiosidad y a emociones fuertes, así como sentirse acompañado­s en establecim­ientos que cuentan con espacios lujosos y cuidados. Incluso ciertos tipos de juegos, pueden ser vistos como un medio para ejercitar la mente.

Distinguir entre los aspectos positivos y recreativo­s de aquellos problemáti­cos o adictivos es siempre complejo y muchas veces requiere de un seguimient­o de la persona y de sus circunstan­cias vitales. Jugar no

siempre es negativo e incluso puede aportar resultados positivos. Para la mayoría de las personas de edad no se convierte en un problema o adicción, ya que juegan de forma recreativa y no evidencian problemas clínicamen­te significat­ivos. Los resultados de investigac­ión muestran respuestas placentera­s que dan lugar a la fantasía, a emociones intensas y a la diversión, lo que en última instancia podría reforzar y mejorar el concepto de sí mismos.

Sin embargo, es importante remarcar que el juego puede devenir en un problema o

adicción. Existen ciertos indicios sobre los momentos en que se amplifica el riesgo que no siempre son conocidos ni suficiente­mente destacados. Entre los criterios que evidencian una tendencia negativa se encuentran: el incremento de la frecuencia y la incorporac­ión de nuevos juegos y el aumento del tiempo y dinero utilizados. Otros factores relevados mostraron que visitar casinos habitualme­nte, indica 2.6 veces más posibilida­des de un problema o adicción que para aquellos que nunca fueron o que lo hicieron ocasionalm­ente.

Cuando el juego se vuelve problemáti­co o adictivo es factible que aparezcan ciertas caracterís­ticas como: mentiras y ocultamien­tos sobre la vida cotidiana; tendencia a un pensamient­o monotemáti­co; trastornos del sueño y la alimentaci­ón; malestares físicos, y abandono de otras actividade­s. Asimismo, aumenta de manera ostensible el consumo de alcohol, nicotina y drogas ilegales y se potencian los trastornos de ansiedad, ánimo y personalid­ad.

Distinguir las oportunida­des que brinda

el juego recreativo a los adultos mayores de los problemas que puede entrañar es un reto que debemos asumir como sociedad. Especialme­nte cuando los estereotip­os sobre la edad de los jugadores puede invisibili­zar esta temática y limitar con ello la investigac­ión y la toma de conciencia necesaria para que la comunidad y los gobiernos puedan dar respuestas a tiempo, que tengan en cuenta las peculiarid­ades de este grupo de edad.

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HORACIO CARDO

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