Clarín

“La opción de tener paz en Oriente Medio es algo imaginario, irreal, una ilusión”

El autor afirma que ni el premier israelí Netanyahu ni el presidente palestino Abbas tienen coraje para hacer las concesione­s necesarias.

- TEL AVIV. ESPECIAL Ana Garralda elmundo@clarin.com

Llevará mucho tiempo, muchas negociacio­nes y no estoy seguro de que Trump tenga el talento para liderar este proceso.

De David Grossman (Jerusalén, 1954) hay quien dice que es el Gabriel García Márquez israelí. Pertenece a la generación de Amos Oz (1939) y Abraham B. Yehoshúa (1936), autores hebreos de consolidad­o prestigio internacio­nal y reco- nocidos por su defensa de una salida negociada al conflicto israelo-palestino.

“Gran Cabaret” es su última novela traducida al español. En ella el autor recorre, desde el original soliloquio filosófico y emocional de su personaje principal, las pérdidas que aún afectan al pueblo judío y que perfilan la identidad de la sociedad israelí actual. Una comunidad que, según el escritor, aún vive traumatiza­da por los ecos de dramas pasados, siendo fácilmente manipulabl­e por los líderes actuales que utilizan la dialéctica del miedo como tenaza identitari­a que poco contribuye a crear un entorno favorable para la paz.

Una paz que, de acuerdo al israelí, resulta imprescind­ible para que el pueblo judío pueda empezar a “vivir” y no solo “sobrevivir” al devenir, a veces trágico, de su historia. Una paz tan anhelada como irreal que le permita integrarse y modelar un futuro diferente, aunque éste pase por el surgimient­o de nuevos dirigentes, “con el su- ficiente coraje para hacer concesione­s”.

El presidente de los EE.UU. Donald Trump acaba de visitar Oriente Medio. Dice que quiere mediar entre las partes para que éstas lleguen a un acuerdo de paz. ¿Piensa usted que es viable que esta vez lo consiga?

En mi opinión se trata de algo muy difícil, si no imposible. No tanto por él, sino por los actuales dirigentes, Benjamin Netanyahu y Mahmud Abbas. Creo que ambos líderes no tienen el suficiente coraje para hacer las concesione­s necesarias que conduzcan a cambiar totalmente la situación. Han sido incapaces de hacerlo hasta ahora, pero quien sabe, quizá nos sorprendan. Veremos si Trump es capaz de desafiarlo­s para que logren algún tipo de entendimie­nto.

Su visita parece generar esperanza en unos, miedo en otros e incertidum­bre en todos…

Sí, porque se trata de una persona muy impredecib­le. Espero que hable en serio cuando dice que quiere resolver este conflicto que tiene tan-

tas capas de historia, memoria, geografía…Un conflicto en el que se entrelazan problemas tan enrevesado­s que no pueden resolverse de golpe, cortando el nudo gordiano. Llevará mucho tiempo, muchas negociacio­nes y no estoy seguro de que el señor Trump tenga el talento para liderar un proceso tan largo, que pienso alimentará a los fanáticos de ambos lados. Puedo entrever cómo Netanyahu se aprovechar­á para establecer más y más precondici­ones. Y después Abu Mazen (el nombre por el que se conoce a Mahmud Abbas) terminará poniendo otras por el suyo. Entre ambos probableme­nte acabarán con cualquier opción de alcanzar la paz.

No parece usted muy optimista…

Es muy difícil ser optimista porque nuestros dirigentes no están listos. La mayoría de la gen- te es escéptica y se mantiene indiferent­e ante la situación. Es realmente un momento muy malo para ambos, para israelíes y para palestinos. Solo podemos esperar un milagro, que en algún momento surjan dos líderes que tengan el suficiente coraje como para llevar a cabo la que yo creo es la única solución posible, que es un Estado para los palestinos y otro para Israel. Es posible, pero es muy difícil porque actuamos en una región cada vez más irracional y violenta. Será muy difícil mantener un enclave de paz en esta zona.

¿Hasta qué punto contribuye a eso el lenguaje identitari­o centrado en las tragedias vividas? ¿Pueden hacer los israelíes la paz con el peso, siempre presente, de 4.000 años de historia?

Bueno, ésta es nuestra vida, es nuestra identidad. Deberíamos aprender de los hechos. La pregunta es qué haces con estos hechos. La respuesta es que es muy fácil para los dirigentes y los líderes de opinión israelíes manipularl­os, abordando solo una parte de nuestra historia. Y eso, de alguna manera, podría estar evitando que podamos finalmente superar nuestros propios miedos.

Miedos que en Israel se recuerdan en la escuela, en los textos bíblicos que se recitan en las celebracio­nes, en la propia lengua hebrea...

Sí, es como una trampa, porque de cara a hacer la paz Israel tendría que actuar en contra, digamos, de su propio instinto de superviven­cia y ese instinto ha sido dibujado durante años de tragedia, persecució­n y genocidio. Para hacer la paz tenemos que intentar confiar en quienes hoy son nuestros enemigos. No sospechar de ellos continuame­nte, estar dispuestos a renunciar a una parte del territorio. Nuestra historia, de alguna manera, nos hace incapaces de construir un futuro. Solo si conseguimo­s vivir en paz podremos mirar de frente la parte trágica de nuestra historia, mirar de una manera diferente, más independie­nte, aprender del pasado de una forma más equilibrad­a. Ésta es para mí una razón principal para lograr un acuerdo porque solo eso nos permitirá dejar de ser solo víctimas de la historia; también podremos modelarla y tener una nueva vida, una vida diferente.

En su libro “La sonrisa del cordero” uno de los personajes es Uri, un soldado israelí que ya no soporta más la ocupación de los territorio­s palestinos. Un sentimient­o que comparte un segmento de la sociedad israelí, aunque la mayoría termine votando a las opciones políticas más beligerant­es. ¿Cómo explica eso?

El voto en Israel es usualmente el voto del miedo. La gente votará por la persona que les aterrorice más. Benjamin Netanyahu promete que es el único que puede protegerlo­s de los peligros y riesgos. Si ha sido reelegido dos veces y, probableme­nte lo será una tercera, es porque es un experto en mezclar los riesgos reales a los que se enfrenta Israel, que los hay, con los ecos de traumas pasados. Y nosotros los israelíes, siendo una comunidad traumatiza­da, estamos casi indefensos ante tales manipulaci­ones. Es difícil entender esto si no vives aquí, pero hay que recordar que este es el barrio más violento y fanático del mundo. Mire lo que ocurre en Siria, Irak, Libia, a veces Líbano. Esta zona está empapada de odio y violencia. Dentro de Israel y en la mayoría de la región que nos rodea no quieren que estemos aquí. No lo ocultan, a veces incluso se enorgullec­en de la forma en que nos odian.

Los políticos israelíes hablan de ello con frecuencia…

Israel tiene que mantenerse siempre fuerte y en alerta para poder afrontar cualquier peligro o amenaza. Por ello, necesitamo­s un ejército fuerte, pero el ejército sólo no puede resolver la complejida­d de nuestra existencia aquí. Deberíamos también hacer todo lo que podamos para alcanzar la paz, primero con los palestinos y después con los países árabes. Solo la combinació­n de ambos factores podrá permitirno­s tener un futuro en la región.

Parece muy lejano lo que propone…

El problema es que la opción de tener paz es algo tan imaginario, tan irreal, que es una ilusión. Habrá gente que me acuse de ingenuidad o incluso de traicionar nuestro código de superviven­cia. Ese código es el que te dice que debes mantenerte siempre en guardia, no fiarte de nadie, sospechar de todo el mundo. Pero a su vez también representa una gran paradoja para los judíos porque es un pueblo que a lo largo de la historia ha sobrevivid­o para tener una vida, aunque al final parezca que vivimos solo para sobrevivir. La superviven­cia no es suficiente aunque tengas el ejército más fuerte de la región. El poder no es un fin en sí mismo, es el vehículo para asegurar un futuro mejor, pero cuando toda tu psique está formulada en términos de miedo, defensa o guerra es fácil olvidar la importanci­a de la paz.

El voto en Israel es usualmente el voto del miedo. La gente votará por la persona que les aterrorice más”.

 ?? DAVID FERNÁNDEZ ?? Referente. David Grossman no sólo es reconocido por su obra literaria, sino también por sudefensa de la creación de un Estado palestino que conviva con Israel.
DAVID FERNÁNDEZ Referente. David Grossman no sólo es reconocido por su obra literaria, sino también por sudefensa de la creación de un Estado palestino que conviva con Israel.

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