“Dos naranjas es lo que vale mi sonrisa”

Un día llegué al trabajo fastidiosa, hacía 12 horas que no dormía porque me quedé estudiando. Resulta que a las 8 de la mañana apareció una señora pidiendo ayuda para solucionarle una cuestión. La puede ayudar dentro de mis conocimientos y de lo que estaba a mi alcance. Me dijo que de todos los lugares que había recorrido fui la única que le pudo dar una respuesta.

Dentro de su ignorancia y su humildad me dijo que se sentía tan agradecida que me quería dar un regalo. Yo le expliqué que no hacía falta, pero no hubo caso. Al ratito la tenía nuevamente delante de mí: se me apareció con dos naranjas, el obsequio que había prometido y que yo no tenía idea de lo que sería.

En ese mismo momento me di cuenta de que no necesito nada más que dos naranjas para ser feliz. Esta señora y estas dos naranjas cambiaron mi día y mi forma de pensar. Porque creo que si cada persona ayuda con dos naranjas, el mundo puede ser un lugar mejor. Porque no es más rico quien más dinero tiene, la persona más rica es aquélla que logra sacarle una sonrisa a las demás y que a la noche puede acostarse tranquila sin que los demonios la atormenten. Porque con esas dos naranjas aprendí muchas cosas sencillas. Porque no necesitamos mucho para ser feliz. Porque creo que todavía queda gente buena. Porque sé que la sociedad no está perdida todavía. Porque quiero ayudar. Porque quiero que me ayuden. Porque no quiero mirar a un costado. Porque me duele el alma saber que hay gente que necesita ayuda y que muchos de nosotros miramos hacia otro lado. Porque al fin de cuentas, dos naranjas es lo que vale mi sonrisa. María Victoria Alvarez victoria.alvarez.maximenco@gmail.com