Clarín

“Me gustaría volver a jugar en Liceo Naval, cenar ahí todos los jueves y pasar un sábado en el club con mis hijos”

Juan Martín Fernández Lobbe está radicado en Toulon y acaba de renovar para seguir un año más en el subcampeón de Francia. Enamorado de la ciudad donde vive, dice que extraña y, a la distancia, sufre cuando pierden Los Pumas.

- Mariano Ryan mryan@clarin.com

La fecha jamás se olvida: 18 de junio de 2006. “Yo rendí mi último examen para recibirme el viernes y el domingo me fui a Inglaterra a jugar a Sale. El mensaje de mi papá había sido claro: si no me recibía no me podía ir a jugar afuera. Rendí, aprobé y me fui...”, confiesa Juan Martín Fernández Lobbe, quien justamente mañana cumplirá 11 años como jugador profesiona­l con una carrera enorme y exitosa forjada en Inglaterra, Francia y, por supuesto, en Los Pumas, con tres Mundiales disputados y 71 batallas sobre el lomo de uno de los mejores alas que dio el rugby argentino a lo largo de la historia. -¿Cómo fueron aquellos primeros tiempos en Sale? -Durísimos. Llegué solo y no sabía hacerme ni un huevo duro. Por suerte fui a la casa de Nacho, mi hermano, pero para mí fue un crecer de golpe.

Mientras Ani, por entonces su novia y hoy su mujer y la madre de sus hijos franceses Felipe (4 años), Jaime (2) y Fátima (que nacerá en septiembre), terminaba sus estudios y preparaba su mudanza a Inglaterra, Fernández Lobbe se consolidab­a en Europa. Tanto que llegó a ser el capitán de Sale y su entrenador Philippe SaintAndré le propuso irse a Toulon con él. “Nos ca-

samosmi terceraen 2008 temporaday ella se en vino Sale, para pero lo a que mitad sería de año recuerda.le dije: ‘Nos vamos a Francia’. Casi me mata”, -Y te quedaste en Toulon. -Así es. Me quedé, me enamoré de la calidad de vida de la ciudad, allí nacieron mis hijos... Llegué a un club que peleaba el descenso, pero los resultados se dieron rápido y enseguida se transformó en uno de los mejores de Francia y de Europa. -Y además, después de llegar a la final del torneo francés acabás de renovar tu contrato por un año más. -Era lo que quería porque yo todavía me siento jugador. El presidente del club me quería hacer un contrato como entrenador y yo le dije que quería jugar un año más. El me respondió que para eso teníamos que terminar entre los seis primeros del campeonato y jugamos la final. -En noviembre cumplirás 36 años. Con Toulon ya fuiste tres veces campeón de Europa y una, de Francia. ¿Qué pasará dentro de un año? ¿Serás entrenador? ¿Volverías para jugar en tu club, Liceo Naval? -Me encantaría volver a jugar en Liceo bajo las órdenes de mi hermano Nico. Me gustaría estar ahí todos los jueves, cenar en el club, pasar un sábado en el club desde bien temprano con mis hijos. Pero también tengo que tomar la decisión de si quiero o no ser entrenador porque si vuelvo a Argentina debería ser bajo el espectro Unión en Pumas, Jaguares, Pumitas o lo que sea. Pero la verdad es que no me veo ahí porque todavía soy jugador. -Vamos a otra fecha: 30 de octubre de 2015. Ese día jugaste tu último partido en Los Pumas contra Sudáfrica y por la medalla de bronce del Mundial de Inglaterra. ¿Qué recordás? -Fue espectacul­ar. Me acuerdo del último entrenamie­nto y del partido. Pero una imagen que no me puedo borrar es la del referí avisándome que se venía mi cambio y mientras me voy caminando me saludó Burger primero y, ya en el banco de suplentes, se paró primero Cubelli para aplaudirme y el resto de los chicos y alguno que otro en el estadio. Fue muy lindo ese momento y es lo que más me llevé a mi casa porque ganar una copa o una medalla no te cambia la vida. A mí me marcó una frase de Bakkies Botha hablando con Danie Rossouw. Un día me dijo: ‘Fuimos campeones del mundo y no nos cambió nada’. -Pero te ganaste el respeto y la valoración de tus compañeros y de tus adversario­s. -Por eso aquello es el recuerdo más lindo de ese partido. Después la última vuelta al estadio junto a mis hijos, ya todos relajados, mi foto con ellos, el vestuario, mis amigos que me habían ido a visitar. Yo no había dicho nada del retiro de Los Pumas pero la gente lo fue asumiendo por decantació­n. Tenía claro que era mi último partido con el selecciona­do. Además de no verme llegando al 2019 conocía las reglas y estaba contratado en Toulon. -Y hoy, ¿cómo vivís todo aquello? -Con cero nostalgia porque me retiré en todos mis términos. Despedirme de Los Pumas en aquel Mundial fue una experienci­a increíble desde el primer entrenamie­nto, con el Championsh­ip en el medio, con la suerte de jugar los siete partidos con ese cuartos de final con Irlanda en el Millennium, con Nacho tan feliz, mis amigos y mi familia. Me hubiera encantado ser campeón del mundo pero en ningún momento dije: “Qué ganas de volverme a poner esa camiseta”. -¿Es la camiseta más importante? -(Piensa unos largos segundos) Mi camiseta es la de Liceo porque, pase lo que pase, siempre volveré a Liceo con mis hijos y con los hijos de mis hijos. Con la de Los Pumas representá­s a tu país y a gente que ni te imaginás y que es capaz de llorar en las tribunas por ella. -¿Cómo ves al rugby argentino a la distancia? -Estuvo duro el 2016. La euforia de 2015 nos hizo pensar que el ingreso al Super Rugby iba a ser facil pero hablando con los chicos dijimos que, la verdad, fue duro para todos. Antes, con Los Pumas, se viajaba tres semanas al año y era como una luna de miel. En cambio, en el Super Rugby es como una familia: uno está mucho tiempo junto, hay roces, distintas personalid­ades, malos humores... A todos nos dolió lo del año pasado. Me acuerdo del partido con los Kings allá: era un equipo que no la estaba pasando bien, que no disfrutaba. Yo tengo muchos amigos como Legui, Juani Hernández o varios de los chicos más jóvenes y sufría por lo que estaban pasando. Y después, además, vino el Championsh­ip... -Vos te despediste de Los Pumas, pero hay jugadores en Europa que están en un enorme nivel y que no pueden jugar en el selecciona­do argentino. ¿Cuál es tu opinión? -Para mí el mejor sistema es el australian­o en el que un jugador se va recién cuando cumplió 60 caps con su selecciona­do. Yo creo que hoy Chelo Bosch, Chipi Figallo y Juan Imhoff marcan una diferencia. -¿Qué es lo que más se extraña cuando uno está tanto tiempo afuera como es tu caso? -La familia y los amigos. Uno puede tener muchos amigos afuera pero ese momento del sofá en tu casa, de hablar boludeces, de ir al club, de que tus hijos jueguen con sus primos... Eso se extraña mucho.

Juan Fernández Lobbe. A corazón abierto.

“Cuando llegué, Toulon peleaba el descenso. Se dieron los resultados y se convirtió en uno de los mejores de Europa ”.

 ?? MARIANO ABAD ?? Postal francesa. Corcho Fernández Lobbe, en la concentrac­ión y con la ropa de entrenamie­nto, un poco nostálgico y feliz a la vez.
MARIANO ABAD Postal francesa. Corcho Fernández Lobbe, en la concentrac­ión y con la ropa de entrenamie­nto, un poco nostálgico y feliz a la vez.
 ??  ?? Emotivo. Jaime y Felipe en los fuertes brazos de papá, la noche de su último partido con la camiseta argentina (Mundial 2015).
Emotivo. Jaime y Felipe en los fuertes brazos de papá, la noche de su último partido con la camiseta argentina (Mundial 2015).

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina