Clarín

Un acto con estética PRO y en el que solo faltaron los globos amarillos

- Ignacio Miri imiri@clarin.com

No hubo globos amarillos, tal vez por olvido de los organizado­res, pero en el resto de los detalles el acto de Cristina Kirchner en la cancha Julio Grondona de Arsenal copió los gestos de las celebracio­nes que el PRO de Mauricio Macri impuso en la Argentina.

Sin las escenograf­ías grandilocu­en

tes y las troupes de artistas que solía pedir cuando organizaba los eventos con fondos del Estado, Cristina habló esta vez desde una tarima des

pojada en medio del predio, igual a la que usó el actual presidente para celebrar su segunda victoria en la jefatura de Gobierno porteño y que luego usó en decenas de eventos de campaña.

En la convocator­ia al acto, Cristina

había solicitado que la gente llevara sólo banderas argentinas para homenajear a Manuel Belgrano. En realidad, el sentido era evitar las referen

cias partidaria­s, en línea con el tono post-político que quiere darle la ex presidenta a su nuevo proyecto elec

toral. Hace tiempo que el peronismo bonaerense se parece más a un lastre que a la triturador­a electoral que gobernó la provincia más importante del país durante casi treinta años.

Cristina ya había dado señales de que tomaba en cuenta ese escenario cuando dejó al Partido Justiciali­sta fuera de la alianza que tejió con pequeños partidos de escasos militantes que sólo ganan peso cuando se vinculan a su nombre.

Al nuevo acuerdo lo bautizó como Unidad Ciudadana, apelando a la palabra tal vez más alejada de la tradición peronista -que siempre privilegió las invocacion­es a sujetos colectivos como el “pueblo”- y más apreciada en la historia de los partidos liberales en todo el mundo.

En su discurso abonó esa mirada. “Los telegramas de despido no son para los de un partido o de otro, no, vienen con nombres y apellidos de hombres y mujeres de carne y hueso. Por eso Unidad Ciudadana, que re-

presenta a los hombres y mujeres de carne y hueso”, dijo Cristina, afónica y a través de un micrófono con dificultad­es técnicas.

El broche de unas palabras con formas macristas y contenido antimacris­ta -Cristina pintó una realidad

económica y social apocalípti­ca- fue la presentaci­ón de un grupo de personas “de carne y hueso” que abrazaron a la ex presidenta mientras ella misma relataba con el micrófono los padecimien­tos que los habían traído hasta la cancha de Arsenal. A todos los presentó como víctimas del “neoliberal­ismo”.

Así cumplió otro de los consejos que postuló el gurú presidenci­al Jaime Durán Barba en uno de sus libros: mostrar historias de gente común en el escenario junto al candidato.

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