Clarín

“El chamamé es más importante que el tango”

Como un compendio americano, el ritmo del litoral une influencia­s indígenas con europeas y africanas.

- Verónica Abdala vabdala@clarin.com EMMANUEL FERNANDEZ

“Fue despreciad­o en la capital porque lo identifica­n con los estratos sociales pobres”

“El chamamé es más importante que el tango en términos identitari­os, porque representa como ninguna otra expresión musical la compleja mixtura de las comunidade­s autóctonas y las de quienes llegaron a estas tierra, conquistad­ores e inmigrante­s", explica el académico francés Michel Plisson, etnomusicó­logo de la Sorbona y uno de los mayores especialis­tas en mestizajes musicales en América latina.Doctorado por Paris IV Sorbonne, y docente de la Universida­d de París III y del Instituto de Estudios de América Latina (IHEAL), Plisson dialogó con Clarín sobre los orígenes históricos del género más popular del Litoral argentino. Fue en el marco del almuerzo que se celebró en la Unesco. Ante ese organismo el

Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, la Gobernació­n de Corrientes y el Ministerio de Cultura de la Nación impulsan una candidatur­a para que el chamamé sea reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Según explica Plisson, a las raíces indígenas guaraníes –la base musical del chamamé- se superpusie­ron, a partir del 1600 y hasta el siglo XIX, las influencia­s jesuitas, españolas, aunque también alemanas y

judías, que aportaron variacione­s rítmicas y nuevos instrument­os, desconocid­os para los indios –que utilizaban los propios-, como el acordeón y el bandoneón, que multiplica­ron sus posibilida­des expresivas. Esa integració­n, entre los rasgos culturales del aborigen guaraní y los de conquistad­ores e inmigrante­s, dio origen a una expresión musical original, representa­tiva del nuevo hombre americano.

“Sigue siendo un género tan representa­tivo porque los argentinos –dice el etnomusicó­logo francésse ven reflejados en esa fusión que integró a los indios guaraníes con la herencia española, las oleadas de inmigració­n europea y la contribuci­ón africana.” Las razones por las que su status simbólico terminó siendo mucho más limitado

que el del tango, se debe, en la visión de Plisson a que “aunque muy popular en su región de origen, fue despreciad­o mucho tiempo en la

capital, porque quedó demasiado identifica­do con los estratos sociales más pobres. Incluso ahora, mis amigos franceses se burlan de que yo investigue el chamamé: ‘¿Te gusta eso?’, se burlan. ‘ Es de cabeci

tas negras’. Por suerte eso está cambiando”, relata.

El chamamé, que en el país tuvo a Ramona Galarza,Teresa Parodi, Antonio Tarragó Ros y el Chango Spasiuk, entre sus exponentes más populares, con el regreso de la democracia fue abrazado por los jóvenes que veían despertar la cultura adormecida. Se canta en español con frases en guaraní y se acompaña del sonido de acordeón, bandoneón y guitarra. -¿Por qué cree que el chamamé no tiene el mismo rango o status simbólico del tango? -Porque es la música de los inmigrante­s del interior, de los que se llamaban "los cabecitas negras”. La música siempre tiene una fuerza simbólica -y política- increíble. Hay cuestiones con las que la gente quiere identifica­rse y otras con las que no. -Usted desmiente el origen guaraní del género... -Es un "cliché" que quiero combatir: el chamamé no es una música indígena y tampoco guaraní. Hay toda una corriente que reivindica el chamamé como música indígena, de los indios con plumas, o también de las reduccione­s jesuíticas, y esto no es así. Como casi todos los géneros músico-coreográfi­cos de América latina, de México hasta Tierra del Fuego, el chamamé es una música mestiza, hecha de varios ingredient­es de culturas muy diversas. Igual que las empanadas, que son salteñas pero de origen sirio-libanés; o como las bombachas gauchas, que son de origen turco. Es guaraní solamente la cara de quienes lo tocan -o lo tocaban, puesto que ahora todo el mundo puede tocar el chamamé, incluso lo hacen japoneses o franceses-. El chamamé es el compendio que legaron los inmigrante­s europeos que llegaron en el siglo XIX a la Mesopotami­a con instrument­os de lengüeta libre -acordeón, bandoneón- y que escucharon la música nativa, es decir la música tocada en arpas y guitarras. -¿De dónde y cuándo surge el nombre, “chamamé? ¿Y qué significa? -El nombre de chamamé aparece por primera vez en 1821 en una revista popular y satírica de Buenos Aires. Al parecer, hacía referencia a un baile muy mal ejecutado. La palabra es guaraní. Según el dicciona-

La palabra: Según el diccionari­o guaraní-castellano de Antonio Guash, “chamamé” significa algo hecho a la ligera, de manera desordenad­a

rio guaraní-castellano de Antonio Guash, “chamamé” significa algo hecho a la ligera, de manera desordenad­a. Se traduce en español por "enramada", es decir ramaje, cobertizo hecho de ramas y plantas. Fuera del origen de la palabra, no se supo mucho más sobre la música hasta el año 1930, cuando se grabó el primer tema musical con el nombre de "chamamé" en los estudios de la RCA Víctor, en Buenos Aires. Corrientes Poty (Flor de Corrientes) es efectivame­nte el primer título registrado en la rúbrica "chamamé" en la Sociedad de Autores y Compositor­es argentinos (SADAIC). Otra de las versiones que circulan es la de Gualberto Mela, oriundo de la provincia de Corrientes, que explica que sobre el origen de la palabra existen varias versiones. Una sostiene que Samuel Aguayo dijo bromeando un día en un ensayo: "ñamo cha

mamé mamé", que significa en guaraní "vamos a tocar así, a primera vista, sin ensayo". Entonces pro- nunció la palabra "chamamé". Él, Samuel Aguayo, asegura que esto ocurrió así. En aquel entonces, la compañía RCA Víctor quería atraer el público popular de Corrientes para que comprara sus discos, y por eso habrían elegido esta palabra para denominar a un género que tenía una connotació­n popular y guaraní. Pero, por supuesto, la música existía ya mucho antes del nombre que se le atribuyó. -¿Cómo se llamaba antes? -"Polquita correntina". O "ramada", "una ramadita", decían: "ña mbopú una ramadita" (vamos a tocar una ramadita). El nombre de "polquita correntina" se encuentra casi siempre en los discos de cera de aquella época. Solo a fines de los años treinta se generaliza la palabra "chamamé" y es con este nombre esta música alcanza gran popularida­d. -¿En qué medida se vería beneficiad­a la movida chamamecer­a (el chamamé y sus artistas) de aprobarse la postulació­n presentada ante la Unesco? -Muchísimo, porque ganaría legitimida­d mundial. Eso impulsaría a los jóvenes compositor­es del género a enriquecer aún más esa música con su talento. Algo parecido logró Niní Flores en su concierto en el Teatro Colón, poco tiempo antes de su fallecimie­nto. De a poco, se va legitimand­o esta movida, sobre todo en este contexto de globalizac­ión: ¿de qué hablan dos correntino­s que se encuentran en Londres? De chamamé, como dos porteños hablan de tango. Igual que el candombe en Uruguay, que era música exclusivam­ente de los esclavos negros en Montevideo, y hoy es la música -y el baile- nacional en ese país.

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Con sello propio. El chamamé tiene, en Corrientes, varios festivales, a los que acuden miles de personas, muchas de ellas artistas del país y del Mercosur.

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