El arte de hoy y su burla a las fronteras
La producción actual, dice el artista, escapa a las clasificaciones. Los premiados muestran esta tendencia.
¿Es esa obra una escultura bidimensional? ¿Un objeto blando? ¿Un dibujo corpóreo en la pared? Las preguntas las dispara Informe
Araña, el relieve cerámico de María Guerreri que puede verse en el Fondo Nacional de las Artes.
Que el arte contemporáneo desborda cualquier clasificación probablemente ya no sea novedad. Pero cómo dar cabida a sus más diversas expresiones es una pregunta que debería actualizarse. Doble interrogante –y desafío- en el caso del Concurso de Artes Visuales del Fondo Nacional de las Artes: al de seleccionar, de entre las más de 3200 carpetas, apenas 58, se le suma el de tener que organizarlas en un espacio pequeño: la casa que Victoria Ocampo mandó a construir hace casi un siglo. De sus paredes hoy cuelgan colores, texturas, formas.
“Hay piezas en la muestra que parecen sencillas –explica el artista Eduardo Stupía, uno de los directores del área de Artes Visuales del Fondo- pero abren el campo de la interrogación, el más interesante”.
A fin de cuentas: ¿qué distancia separa la acuarela que realiza Gabriel B aggio sobre papel –segundo premio de la categoría objeto/escultura- del óleo sobre vidrio que pinta Verónica Calfat –tercero en dibujo/pintura? “Hoy decir pintura y dibujo implica una manera de trabajar la imagen bidimensional que excede esas categorías. Al mismo tiempo decir "objeto" no es lo mismo que decir "escultura", pero no la excluye ”. Así las cosas, los Pájaros modelados en yeso por Gabriela Pino son sólo una parte de su obra, una serie de fragmentos de pared –ficha de luz incluida- que cuelgan del muro como si fueran cuadros.
En Collage #103, la obra de Rosana Schoijett que ganó el Primer Premio en la categoría objeto/ escultura, decenas de figuras vegetales recortadas de fotografías componen una frondosa selva en blanco y negro, que la artista presenta dentro de un marco triple, una suerte de retablo. Para el curador, la artista constituye “una bisagra entre los que están más en sintonía con las prácticas contemporáneas y los que se mantienen cercanos a los lenguajes clásicos. Trabaja con el collage, la foto, el objeto tipo
biombo, la doble mirada (el anverso y el reverso). Tiene múltiples aristas en una sola pieza, la imagen objeto, la imagen compuesta, compleja, ambigua”. Por otro lado, obras como Luz acci
dental (de Pablo Ziccarello, primer premio de fotografía) y El paisaje
nuestro de Paula Otegui (primer premio en “dibujo/pintura”) exploran las posibilidades de sus lenguajes, dentro de sus límites. Mientras Ziccarello clausura cualquier anécdota con que la imagen fotográfica pueda “distraernos”, para focalizarse en las variaciones lumínicas que refleja el sol sobre el azul eléctrico de una cortina; el acrílico, lápiz y pasteles de Otegui dice tanto desde sus figuras como desde los espacios vacíos que a través de ellas se forman. “Cada obra –dice Stupía- habla de un modo de pensar, de producir y de concebir un lenguaje que excede esa obra. Son representativas de corrientes más que de artistas. Ya no se trata de piezas que merecen o no entrar a un premio sino de piezas que son muestras de un escenario más amplio”. Hasta el 28 en Rufino de Elizalde 2831, de mar. a sáb. de 12 a 20. Gratis.