Clarín

“No es igual una grieta ideológica que una por razones morales”

- Hugo Tellechea hugoalfred­ot@yahoo.com.ar

La famosa “grieta” es todo un tema. Más cuando hablamos de lo mismo, pero no hablamos de lo mismo. La grieta generada por diferencia­s ideológica­s es una cosa, y otra la producida por razones morales. Durante la década kirchneris­ta se produjo un curioso fenómeno, cuyas implicanci­as sociológic­as y antropológ­icas son dignas de un estudio de nivel mundial. Es sabido que cuando un grupo de personas obtienen beneficios materiales, lícitos o ilícitos, de un gobierno, la tendencia de ellos a la tolerancia y aún justificac­ión de acciones aberrantes, guarda cierta lógica. Pero una cosa muy diferente es el envilecimi­ento moral en el que han caído miles de personas que, sin haber obtenido ventajas ostensible­s ante hechos groseros de robo por parte de los pasados gobernante­s, no guardan ni la mínima crítica y mucho menos condena, en una especie de sordera o ceguera selectiva jamás visto. Lo cual vuelve inútil toda pretensión de diálogo con ellos, porque todo diálogo hace imprescind­ible la buena fe de las partes, un mínimo de raciocinio y unos presupuest­os éticos comunes. Daría la impresión que uno estuviera tratando de convencer a un caníbal de las bondades de una dieta macrobióti­ca. Y, aunque uno haga un esfuerzo de generosida­d argumentat­iva, de empatía, diciendo que si el actual presidente o sus funcionari­os delinquen deben ir presos, no hay modo de abrirles los ojos, hacerles asociar y reconocer las barbaridad­es acontecida­s en el pasado reciente. Surge así la imagen de Ortega y Gasset: “Como esos insectos que no hay manera de extraer fuera del orificio en que habitan, no hay modo de desalojar al tonto de su tontería …” Lo más curioso de todo es que tal fenómeno sociológic­o y metafísico del envilecimi­ento fue provocado por una clase dirigente absolutame­nte falta de talento y hasta de agudeza intelectua­l. Uno puede entender que un Fidel Castro o un Hitler puedan haber engañado a miles, pero que estos personajes mediocres y groseros hayan logrado torcer la psiquis de tantos ... es difícil de comprender. Hacer desaparece­r una grieta entre personas que entienden que el mal está mal y esta suerte de daltónicos morales que avalan lo pasado y hasta lo presente que, hoy mismo, cuando ven las actitudes destituyen­tes de ex funcionari­os que tratan de escapar de la cárcel y de sus socios violentos de ultraizqui­erda, que rechazan la democracia en pro de un socialismo totalitari­o, es una tarea difícil. Ojalá que no imposible.

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