“No es igual una grieta ideológica que una por razones morales”
La famosa “grieta” es todo un tema. Más cuando hablamos de lo mismo, pero no hablamos de lo mismo. La grieta generada por diferencias ideológicas es una cosa, y otra la producida por razones morales. Durante la década kirchnerista se produjo un curioso fenómeno, cuyas implicancias sociológicas y antropológicas son dignas de un estudio de nivel mundial. Es sabido que cuando un grupo de personas obtienen beneficios materiales, lícitos o ilícitos, de un gobierno, la tendencia de ellos a la tolerancia y aún justificación de acciones aberrantes, guarda cierta lógica. Pero una cosa muy diferente es el envilecimiento moral en el que han caído miles de personas que, sin haber obtenido ventajas ostensibles ante hechos groseros de robo por parte de los pasados gobernantes, no guardan ni la mínima crítica y mucho menos condena, en una especie de sordera o ceguera selectiva jamás visto. Lo cual vuelve inútil toda pretensión de diálogo con ellos, porque todo diálogo hace imprescindible la buena fe de las partes, un mínimo de raciocinio y unos presupuestos éticos comunes. Daría la impresión que uno estuviera tratando de convencer a un caníbal de las bondades de una dieta macrobiótica. Y, aunque uno haga un esfuerzo de generosidad argumentativa, de empatía, diciendo que si el actual presidente o sus funcionarios delinquen deben ir presos, no hay modo de abrirles los ojos, hacerles asociar y reconocer las barbaridades acontecidas en el pasado reciente. Surge así la imagen de Ortega y Gasset: “Como esos insectos que no hay manera de extraer fuera del orificio en que habitan, no hay modo de desalojar al tonto de su tontería …” Lo más curioso de todo es que tal fenómeno sociológico y metafísico del envilecimiento fue provocado por una clase dirigente absolutamente falta de talento y hasta de agudeza intelectual. Uno puede entender que un Fidel Castro o un Hitler puedan haber engañado a miles, pero que estos personajes mediocres y groseros hayan logrado torcer la psiquis de tantos ... es difícil de comprender. Hacer desaparecer una grieta entre personas que entienden que el mal está mal y esta suerte de daltónicos morales que avalan lo pasado y hasta lo presente que, hoy mismo, cuando ven las actitudes destituyentes de ex funcionarios que tratan de escapar de la cárcel y de sus socios violentos de ultraizquierda, que rechazan la democracia en pro de un socialismo totalitario, es una tarea difícil. Ojalá que no imposible.