El rastro de los jerarcas, del norte del GBA a la Patagonia
Comenzaron a llegar al país en 1946. Muchos formaron familias y murieron en el anonimato.
Un paraíso lejano para mantenerse a salvo del asedio de las organizaciones que los buscaban para enjuiciarlos y ejecutarlos después de la Segunda Guerra Mundial. Eso fue la Argentina para los miles, según se cree, de ex jerarcas nazis que llegaron al país a partir de 1946. Un flujo que se mantuvo intenso, incluso, hasta los ‘90. En su origen, el sistema funcionó así: el Gobierno de Perón proveía facilidades de ingreso, es decir, no hacer preguntas a los recién llegados al puerto de Buenos Aires con identidades falsas. Previo a eso, Cruz Roja internacional, según probaron diferentes investigaciones, proveía pasaportes falsos. Esos serían, al fin y al cabo, los nuevosnombres de fuga de los hombres más buscados. En algunos casos, según se supo más tarde, había apoyo de sectores de la Iglesia Católica. Muchos de ellos formaron familias y murieron en el más absoluto anonimato. Otros, en cambio, lograron ganar unos años de olvido hasta que finalmente fueron capturados y juzgados. La lista es inmensa. E impactante. En ella aparecen desde Adolf Eichmann, el inspirador de la “solución final” para exterminar a los judíos, hasta el mismísimo Josef Mengele, tristemente célebre por los experimentos que hacía con prisioneros en los campos de concentración.
Casi todos recalaron en el puerto de Buenos Aires, camuflados como inmigrantes de posguerra, y pasaron algunos días en hoteles de Palermo
antes de afincarse en diferentes puntos: Villa Ballester, Olivos, Villa Gesell, Villa General Belgrano, en Córdoba, San Carlos de Bariloche. No es disonante que el último hallazgo de piezas esté situado geográficamente en la zona norte del Gran Buenos Aires. La huella del mal ha dejado señales en las localidades de Olivos, Beccar, San Fernando.
Pero la historia más potente, por su cercanía cronológica, es la de Erich Priebke, ex SS responsable del asesinato de 335 personas en Italia. Llegó en 1946 al país. Eligió Bariloche como destino: una aldea alpina, hermosa y despoblada. Fue un buen vecino. Atendía una fiambrería. Ayudó a forjar el lugar. Se volvió un referente cultura del la ciudad. Hasta que un día, otro ex agente lo delató y un equipo de periodistas de la CNN lo descubrió caminando por el Centro Cívico. Fue extraditado y juzgado en Italia. Murió preso, en octubre de 2013.