Clarín

Un desfile de modas para viajar a la Belle Époque

En el Museo de Arte Decorativo, una tarde entre mujeres para descubrir creaciones de la mejor alta costura.

- Adriana Santagati asantagati@clarin.com

¿Cómo podría escribirse un cuento de hadas para mujeres adultas? Ya no esperamos al príncipe azul y sabemos que lo que queramos nos lo tenemos que ganar (no hay bididi badi

di bum que transforme ninguna calabaza). Pero algo nos queda en el inconscien­te colectivo: la fascinació­n por lo palaciego. Las fantasías de la infancia se activan al subir la escalinata del Palacio Errazuriz, uno de los edificios más lindos de Buenos Aires, sede del Museo de Arte Decorativo. Nos recibe una escultura de mármol y una barra de una bodega para degustar espumante: porque las princesas mo- dernas se entregan a los placeres.

Es un encuentro eminenteme­nte femenino el que convoca a unas 350 mujeres que pagaron $ 1.500 para participar de la edición otoño-invierno del Six O’Clock Tea, un evento a beneficio que se convirtió en must de la temporada de desfiles porteña. Detrás de su organizaci­ón está la empresaria Carminne Dodero, quien va de un lado al otro con su handy supervisan­do hasta el mínimo detalle. Porque las princesas modernas también son multitaski­ng y self-made wo

men. “Tengo un equipo, pero me sigo encargando de todo yo”, dice.

La hija de Marina, la íntima amiga de Cristina Onassis, cuenta que organizó el primer desfile en 2003 y que esa vez hasta fue su propia cadeta repartiend­o las cien invitacion­es. “Viví nueve años en el exterior y cuando volví conocí diseñadore­s de los que no tenía idea. Pensé que como yo no los conocía, mucha gente tampoco”, explica sobre el origen de la idea.

Conocer las propuestas que no están en las vidrieras de los shoppings, es lo que más atrae a las habitués. “Es distinto a los otros desfiles”, dice Belén, una de ellas.

En uno de los salones del museo, con arañas, cuadros y objetos decorativo­s, las modelos desfilan entre las mesas mientras tomamos el té. “Es como en los desfiles de la Belle Epoque en los hoteles de Francia”, me introduce Muñeca Moore, a quien la casualidad sentó a mi lado. Muñeca fue

una famosa mannequin y hoy sigue ligada a la moda, como consultora de imagen, productora y conductora de TV, y con su blog Mundo Chic. Durante las dos horas que dure el desfile, la convertiré en mi guía autorizada.

La primera y obvia pregunta será qué es ser chic. Su definición de la elegancia no pasa por lo que te ponés, sino por cómo te lo ponés. “Lo elegante es lo que decís, cómo caminás, cómo te sentás. La actitud. El vestido sólo acompaña la personalid­ad”, postula Muñeca, altísima, delgadísim­a y con piernas kilométric­as que luce bajo los largos flecos de una mini negra.

Pero aquí no vinimos a reflexiona­r sobre el sentido de la vida, sino a ver

moda. La moda entendida no sólo co- mo objeto de consumo, sino como

creación artística. Adriana, sentada junto a mí del otro lado, es diseñadora editorial y viene también seguido, me cuenta, para admirar justamente los diseños de vanguardia.

Abre Verónica de la Canal con una colección de vestidos lánguidos inspirada en el art decó. “¿Vieron la belleza de los pisos? Hechos pieza por pieza por ebanistas europeos”, dice Andrea Frigerio, conductora del evento, sobre la antigua residencia del matrimonio de Josefina de Alvear y Matías Errázuriz, destacados coleccioni­stas de arte de la aristocrac­ia porteña.

Pienso en la nueva aristocrac­ia de las redes sociales, a la que la plebe sigue y quiere imitar. Hay muchas instagrame­rs en el público y varias influencer­s, como Camila Orsi (37.000 seguidores en Instagram) o Lucía Nini (105.000), incluso desfilan con las modelos. Código: la influencer se saca selfie mientras desfila. “En la moda hoy hay más simpleza que cuando yo empecé. Es más natural, hay menos reglas. La gente se viste según su modo de vivir, de expresar su personali- dad”, sigue Muñeca, y quizás sin proponérse­lo está teorizando sobre la construcci­ón de los nuevos modelos en esta sociedad de la comunicaci­ón.

Las pasadas se van sucediendo y si bien no puedo evitar el pensamient­o de neófita (“¿Eso cuándo te lo ponés?”) la intensidad crece con más de un outfit que te deja la boca abierta. Todas sacamos fotos, compartimo­s en las redes, nos dejamos fascinar por espaldas descubiert­as, charoles, tules borda dos, transparen­cias, colas que se arrastran por el piso, trajes de novia de líneas simples y altísima sofisticac­ión: alguien comenta que los vestidos que estamos viendo en el desfile arrancan en los 20.000 pesos.

El Six O’Clock Tea se convirtió en un lugar al que se quiere pertenecer. “Una elite de mujeres a las que les gusta disfrutar un día con amigas. Hoy, el lujo es darse el tiempo de vivir como uno quiere”, sentencia Muñeca. Para los diseñadore­s, es una vidriera: Mila Kartei, Diego Vaz, Hanna, Marto Baridon, Claudia Arce, Beatrice Pommier, Simonetta Orsini y Javier Saiach, y el cierre del peruano Noe Bernacelli. “Elegido de grandes figuras, un gran diseñador”, lo presenta Frigerio, y se entiende: cualquiera de sus diseños podrían verse en una alfombra roja de Hollywood.

El desfile termina, Muñeca se despide con un beso y, cuando la veo irse, caminando erguida sobre unos tacazos imposibles, me quedo pensando en sus lecciones. A lo mejor así se escribe un cuento de hadas moderno.

 ?? EMANUEL FERNANDEZ ?? Pasarela. Como en los antiguos hoteles en Francia, las modelos desfilan entre las mesas mientras las invitadas toman el té de la tarde.
EMANUEL FERNANDEZ Pasarela. Como en los antiguos hoteles en Francia, las modelos desfilan entre las mesas mientras las invitadas toman el té de la tarde.

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