Brexit: Merkel y Macron, decididos a relanzar la integración europea
Al frente. Ante las políticas aislacionistas que ha adoptado los EE.UU. de Trump y el caos británico, Alemania y Francia se ponen a la cabeza de una Europa más unida.
Europa recobra la confianza. La economía europea crece de forma sostenida desde hace dos años y los populismos de ultraderecha, gran amenaza hace seis meses, fueron derrotados en las urnas en Austria, Holanda y Francia. La debilidad de Londres, con un gobierno sin mayoría parlamentaria y la abultada victoria de Emmanuel Macron en las legislativas francesas, dan un nuevo impulso al eje franco-alemán. El aislacionismo estadounidense de Donald Trump, que chocó con los europeos en su visita de finales de mayo a Bruselas y en la cumbre del G7 en Italia, refuerza la apuesta de Merkel por hacer que “los europeos tomen su destino en sus manos”. Merkel tiene en Macron a un copiloto en la cabina del avión europeo. Berlín y París, con Londres de salida, toman los mandos de una nave lenta pero que vuelve a plantear un salto en la inte- gración de la Eurozona.
Las propuestas repetidas desde hace años por Madrid, Roma, París y las instituciones europeas (ministro Europeo de Finanzas, presupuesto anticíclico común para la Eurozona) fueron retomadas por Macron y por primera vez aceptadas por Merkel esta semana. Las líneas rojas para Merkel serían aceptar medidas que mutualicen la deuda pasada, pero ese nuevo presupuesto de la Eurozona serviría para hacer frente de forma conjunta a choques económicos en cualquier país de los 19 que integran la Eurozona. En el horizonte, a largo plazo, habría más medidas integradoras como la creación de eurobonos (emisiones conjuntas de deuda), un seguro europeo de desempleo o una garantía europea de depósitos bancarios. A tres meses de enfrentarse a las urnas para lograr un cuarto mandato, Merkel parece dispuesta a aceptar medidas propuestas desde hace años a cambio de que Macron lance en Francia reformas económicas del gusto de Alemania, principalmente en el mercado laboral.
A su llegada a su primera cumbre europea, Macron dijo que va a “trabajar de forma muy estrecha con Alemania” y que París y Berlín tendrán “una voz común” para dar respuestas “a los desafíos europeos”.
Londres negocia oficialmente su salida del bloque desde el pasado lunes, pero los dirigentes europeos esperaban que la primera ministra Theresa May, debilitada tras sus comicios al perder la mayoría absoluta y con la economía que peor se comporta este año en toda Europa (incluso peor que la griega), les explicara anoche tras la cena qué Brexit quiere. Uno duro que saque al Reino Unido del mercado común europeo (a dónde va el 49% de sus exportaciones) o uno blando que le permitiría mantener ese acceso pero le obligaría a seguir aceptando la libre circulación de trabajadores que rige en el bloque.
May debía explicar anoche a los otros 27 dirigentes qué piensa hacer con los 3,2 millones de europeos residentes en el Reino Unido. La UE ya explicó en varias ocasiones a Londres que su prioridad es que esas personas conserven los derechos que disfrutan ahora mismo. Cualquier limitación sería considerada en Bruselas casi como una provocación que viciaría las negociaciones.
El Brexit empieza a ser visto como un segundo plato. Lo subrayó Merkel a su llegada ayer a Bruselas: “Quiero decir que para mí el diseño del futuro de los 27 prevalece sobre la cuestión de las negociaciones con el reino sobre su salida”. La confianza recuperada permite a Europa plantar cara a la deriva aislacionista de Washington. Los europeos acusan al presidente Donald Trump de hacer que EE.UU. abdique de sus responsabilidades al abandonar el Acuerdo de París contra el cambio climático y al optar por políticas comerciales proteccionistas. Macron aclara que quiere una “Europa que proteja a sus ciudadanos frente a los riesgos de la globalización”. Esa protección se resume por ahora en que Europa pueda vetar inversiones extranjeras en sectores estratégicos, una medida destinada a parar ciertas inversiones chinas.