A puro gol, Independiente quedó muy cerca de su sueño
El 3-0 sobre Unión lo dejó en zona de clasificación a la Copa Libertadores faltando una sola fecha.
Era un partido duro y el equipo jugó en gran nivel. Nos falta el último paso para lograr el objetivo”. Ariel Holan (DT de Independiente)
Goleada. Tan clara como contundente, tan legítima como oportuna. Independiente se metió en zona de clasificación a la Copa Libertadores y apoya la cabeza en la almohada para soñar con su pasado más glorioso y menos reciente. Ayer, aquí en Santa Fe, dio un paso clave, con Rigoni encendido capaz de gestar con la técnica de un creativo y de ejecutar con la eficacia de un goleador. Hubo partido hasta que él apareció. Cuando el cordobés quiso se terminó todo. Lucas Albertengo estiró la cifra en tres y la goleada recrudeció un clima hostil en
Unión, que anoche despidió a su técnico Pablo Marini.
Hay encuentros en los que algunos tienen que revertir malas actuaciones anteriores y otros confirmar un buen presente. Algo de eso tenía como condimento puro el cruce de anoche, porque también había otros. Sin dudas que para Independiente se trataba de una posibilidad clara de quedar al borde del ingreso a la Libertadores, ese anhelo primordial del semestre. Y para el local no quedaba otra que maquillar una campaña que tuvo como objetivo inicial entrar a una Copa y termina intentando sumar para engordar los promedios. Fue en baja.
El partido comenzó y fue entretenido de entrada. En un momento fue palo por palo, situación por situación. Cada ataque de Unión era contestado por un ataque de Independiente. Pero las llegadas tenían más claridad en las propuestas ofensivas del equipo de Avellaneda. Casi todas de contraataque, herramienta útil cuando la precisión es una virtud colectiva, como lo fue entre los ejecutantes de la visita: Barco, Rigoni, Benítez, expresiones más altas de esta cualidad. Se le sumaban las proyecciones dese- quilibrantes de Bustos y Sánchez Miño por los laterales, y para Unión esto fue demasiado. Es más, expresaron con crudeza el momento defensivo del conjunto santafesino: en crisis, como su institución. El propio presidente tuvo que salir a calmar las aguas el pasado martes por un reclamo espontáneo de hinchas en la sede del club.
Buena gestación entre Sánchez Miño, Benítez y Barco, derivó en Rigoni, que no perdonó. Uno a cero y todo lo que se daba hasta esos 32 minutos se dio con más nitidez. Independiente pudo liquidar el partido. Sí. Tuvo dos muy claras, siempre de contra y ambas en pies del joven y desequilibrante Barco. Sólo por eso quedaba flotan- do en el aire la esperanza de los santafesinos de revertir este resultado.
Y el complemento inició con la misma sintonía, pero con una polémica: el árbitro Etchenique no vio penal en una jugada de Barco que eludió a Castro dentro del área. El arquero pareció tocarlo con su mano en el pie izquierdo. Amonestado (mal) el creativo por simular. Esto no pareció enfocar la bronca de los jugadores contra el juez. Siguieron con entereza su juego, cada vez más aceitado, cada vez más efectivo. La intención del técnico Marini de volcar gente de ataque para empatarlo como sea le resultó a Holan su mejor opción. Los espacios y la explotación perfecta de los mismos. Eso hicieron los jugadores de corte ofensivo, con un orden virtuoso de los defensores que cuando parecieron perderlo no entraron en la desesperación.
Le dará la chance este torneo de ingresar a la Libertadores 2018. De darse, es un objetivo merecido. Por lo hecho en la última parte del torneo, por haber encontrado un funcionamiento, por haber recuperado la confianza en jugadores que se revalorizaron. En definitiva, por ser un equipo. Y eso, en el fútbol argentino no es poco.