Clarín

El destierro electoral de los machos alfa

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Fernando Gonzalez

Era la crónica de una muerte anunciada. Quien haya escuchado hablar alguna vez a Facundo Manes podía imaginarse lo difícil que iba a ser que terminara formando parte del equipo de Mauricio Macri. El neurocient­ífico es un

hombre con ideas y con público propio, que mantenía algunas opiniones contrarias a las políticas del Presidente en la educación y en la ciencia. Había aceptado la convocator­ia de María Eugenia Vidal como asesor del gabinete bonaerense pero los planetas chocaron cuando llegó el momento de concretar la oferta para que fuera candidato. A Manes el segundo lugar en la lista de postulante­s a diputados le pareció poco. A Macri ese lugar le parecía demasiado. El rechazo fue previsible.

“Yo sé que Mauricio no me quiere”, es una frase que algunos íntimos le escucharon decir a Manes en los últimos días. En la política jamás hay amor pero es cierto que Macri ubica al médico en una posición de privilegio en su ranking secreto de egos donde ocuparon el top fi

ve Alfonso Prat-Gay y Carlos Melconian. Ninguno de los dos sobrevivió en el Gobierno. En la Casa Rosada suelen mencionar despectiva­mente a los machos alfa, los dirigentes con proyecto propio de poder que no tienen cabida en el universo macrista. Manes entró en ese círculo y el segundo lugar de la lista de diputados pareció un premio consuelo ideal para forzar una respuesta negativa.

Ni Esteban Bullrich, ni Graciela Ocaña ni Gladys Gon- zález podrían completar cinco filas de butacas en los teatros que Manes llena en la Argentina. Pero seguro se

amoldarán mucho más fácilmente a la estrategia alimentada con los focus group de Jaime Durán Barba. Provocador , el ecuatorian­o afirma que sus encuestas cualitativ­as muestran a una gobernador­a sola ante las

mafias, que necesita de escuderos que la defienden pero que no la opaquen. Nunca se sabrá si son conceptos genuinos o diseñados para nutrir la voluntad primaria del Presidente. Pero si la movida es coronada con una victoria, en octubre nadie se acordará de Manes.

El Frente Cambiemos tendrá una prueba de fuego en los próximos comicios. La defección de Manes o el alejamient­o de Ernesto Sanz de la mesa íntima del Presidente muestran un fortalecim­iento del núcleo duro del

PRO que sólo resiste Elisa Carrió a fuerza de denuncias y golpes mediáticos en los flancos más débiles del macrismo. La diputada parece encaminada a tener una perfomance electoral exitosa en Capital y eso la ayudará a mantener el equilibrio de la coalición.

Pero la batalla central será en el territorio bonaerense. Todo indica que Cristina Kirchner y Sergio Massa serán las estrellas rutilantes a vencer en el distrito al que no llegará el bálsamo de la reactivaci­ón económica. Macri decidió hacerlo con candidatos obedientes y, como en el 2015, prefiere ir a la guerra con los más cercanos.

Sólo el resultado de la elección determinar­á si se trata del nuevo hallazgo de una tendencia política que se

consolida. O si la derrota descubre la debilidad histórica de aquellos liderazgos que empiezan a deshilacha­rse cuando se encierran. Cuando agonizan bajo el peso asfixiante de los entornos en los que nadie dice no.

La defección de Manes o el alejamient­o de Sanz indican un fortalecim­iento del Pro que solo resiste Elisa Carrió

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