Clarín

Un policía, del “Lauchón” Viale a La Salada El subcomisar­io Fasone dirigió el grupo policial que mató al espía en su casa de Moreno. Estuvo preso 8 meses, salió libre y volvió a trabajar. Ahora cayó por La Salada.

- Rolando Barbano rbarbano@clarin.com

El subcomisar­io Hugo Orlando Fasone tiene más vidas que un gato. Siempre cae parado. Quizás porque está siempre listo para todo servicio, sea participar de

la oscura muerte de un espía, hacer desaparece­r un auto importado para cobrar el seguro, apretar al comerciant­e que se atrasa en el pago o castigar a la mechera que no tributa en la feria de La Salada. Lo que guste mandar el patrón. “El Tano” Fasone, como lo conocen en su Lomas de Zamora de toda la vida, fue el oficial que estuvo a cargo del operativo donde la Bonaerense asesinó al espía Pedro “El Lauchón”

Viale. Ni más ni menos que el episodio donde se hizo evidente la guerra de espionaje que acompañarí­a la caída de Antonio “Jaime” Stiuso y el final del kirchneris­mo. Fasone, sin embargo, salió impune de esa. Y premiado. En la madrugada del 9 de julio de 2013, nueve policías bajo el mando de Fasone se presentaro­n en la casa que “El Lauchón” Viale - agente de contrainte­ligencia de la ex SIDE y mano derecha de Stiuso- tenía en La Reja, partido de Moreno. Llevaban una orden de allanamien­to firmada por el juez federal Juan Manuel Culotta en una causa donde se lo investigab­a por tráfico de drogas, usurpación

de propiedade­s y otros delitos. En contra de lo que dicen todos los manuales de procedimie­nto policial, los agentes ingresaron por la fuerza y se enfrentaro­n a los tiros con un hombre al que sabían entrenado y armado.

A ninguno se le ocurrió intentar alguna gestión previa.

En la primera línea del operativo iban oficiales del Grupo Halcón, que fueron los que terminaron ejecutando a Viale en el baño de su casa, a metros de la cama donde dormía con su esposa hasta segundos antes. Otra vez, a ninguno se le ocurrió esperar a que Viale, cercado y sin posibilida­d de escape, vaciara el cargador de su pistola Glock y se viera obligado a entregarse.

La investigac­ión posterior quedó en manos del entonces juez federal de Morón Juan Pablo Salas, quien un año más tarde ordenó detener a los diez policías y poco después los procesó por homicidio calificado. Once tiros le habían pegado al “Lauchón”. El juez no les creyó que ignoraban a quién iban a detener. Los usos y costumbres del Grupo Halcón marcan que, antes de un procedimie­nto así, averiguan hasta el talle de calzoncill­os de su objetivo. Para el juez, lo conocían bien y entraron a provocarlo para poder asesinarlo sin consecuenc­ias.

“Sin que mediaran los motivos de orden público ni urgencia por los que el magistrado autorizara el uso de la fuerza pública o los servicios de un cerrajero, ingresaron violentame­nte mediando la efracción de la puerta, no identificá­ndose como policías, provocando la reacción del imputado”, señaló el juez Salas. Y remarcó

que esto pasó “a pesar de que (’El Lauchón’) solicitara que se identifica­ran como policías, y abusando de su función, dieron muerte a Viale, en quien impactaron once disparos”.

“La forma en que se desarrolló el operativo fue deliberada­mente violenta, ello con el solo objeto de lograr la reacción de la víctima, y amparar de tal modo en un uso de la fuerza ‘legal’ la le”, respuesta remarcó queel juez. terminaraY destacó con quela vidalos propiosde Viaimputad­os“chapa... chapa” reconocier­onpara que se que identifica­ranViale les gritabacom­o cionar, policías, cesar porlos disparoslo que “debierone intentar frenarque el su im- acputado Fasone se entró desarmara”.como detenido al Destacamen­to Parque Industrial Pilar el 29 de agosto de agosto de 2014. En aquel momento era subcomisar­io y trabajaba como “jefe de grupo” en la Dirección de Narcotráfi­co de Lomas de Zamora. El mismo cargo que tenía, insólitame­nte, hasta el miércoles pasado.

Su defensa en la causa Viale resultaría ser que él no tenía nada que ver con la investigac­ión que derivó en el allanamien­to al espía - había estado cargo de sus colegas de San Miguel-, que a él sólo lo convocaron para comandar uno de los 18 procedimie­ntos simultáneo­s que hubo y que, en definitiva, se quedó afuera de la casa mientras sus hombres entraban a los tiros a matar al “Lauchón”. Fasone estuvo preso ocho meses, hasta que su caso -y el de sus subordinad­os- llegó a la Cámara Federal de San Martín, que dio vuelta todo. “No se encuentra probada en autos la existencia de una convergenc­ia subjetiva en pos del fallecimie­nto de Viale, ni tampoco que los encartados (acusados) hayan acordado un plan primigenio por el cual todos ellos delinearon o consensuar­on darle muerte”, señalaron los camaristas.

Con este razonamien­to, les dictaron la “falta de mérito” a Fasone y a otros siete oficiales y sólo mantuviero­n el procesamie­nto -aunque por “exceso en el uso de la fuerza”- para los dos policías que, según las pericias, le habían acertado al cuerpo de Viale.

El 24 de abril de 2015, libre de culpa y cargo, Fasone salió en libertad. Y entonces tuvo otro golpe de suerte: al contrario de lo que mandan los reglamento­s internos de la Bonaeren-

se, lo reincorpor­aron en el exacto mismo puesto y con la misma función, en la Dirección de Narcotráfi­co de Lomas de Zamora. Como si le debieran algún favor. O alguien hubiera pedido que lo mantuviera­n allí.

Stiuso aseguraría meses más tarde que la muerte del “Lauchón” Viale había sido ejecutada por el entonces gobernador Daniel Scioli y por su ministro de Seguridad, Alejandro Granados, a través de órdenes impartidas al propio jefe de la Bonaerense, Hugo Matzkin. Y que, en realidad, buscaban asesinarlo a él. Pero en la Justicia no lo escucharía­n.

Por aquellos días, el nombre de Fasone empezó a aparecer en otros expediente­s, los que investigab­an a la mafia de La Salada. Sus teléfonos fueron intervenid­os y, en junio del año pasado, los fiscales que le seguían los pasos le

comunicaro­n a Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad que lo detendrían.

Pero, a última hora, esa y otras detencione­s fueron frenadas por la Justicia.

Esas idas y vueltas del expediente tienen mucho que ver con una interna entre los fiscales que llevaban los expediente­s -con Carlos Baccini a la cabeza- y los jueces -encabezado­s por Gabriel Vitale-, que paralizó varias investigac­iones sobre La Salada. Esos dos funcio-

narios, de hecho, estaban enfrentado­s porque competían en una misma terna por un cargo como juez de Cámara en el futuro polo judicial Lanús-Avellaneda.

El caso se destrabó luego de que el fiscal general de Lomas de Zamora, Enrique Ferrari, resolviera poner todos los expediente­s bajo el mando del mismo fiscal, su adjunto Sebastián Scalera. Este fue quien la semana pasada pidió -y el miércoles logró- la detención del subcomisar­io Fasone como integrante de la “asociación ilícita” que explotaba La Salada bajo el mando del empresario Jorge Castillo, “El Rey de La Salada”.

Semejante avance, sin embargo, no estuvo exento de polémica: Lilita Carrió acusa al propio fiscal Ferrari de encubrir a la mafia de La Salada, por lo que el funcionari­o se autodenunc­ió anoche para que lo investigue­n.

Castillo podría aclarar algo de esto pero, también ayer, se negó a declarar y sólo pidió protección para su familia. Como si estuviera abierto a negociar.

Fasone, en cambio, sí aceptó declarar. Según su abogado, Carlos Cardozo, en su indagatori­a le dijo al fiscal Scalera que sus frecuentes contactos con integrante­s de la mafia de La Salada se deben a que él en realidad “estaba inmerso en una investigac­ión ordenada por el fiscal federal Sergio Mola por un hecho trágico del año 2015”. Ante la consulta de Clarín, el abogado no quiso aclarar de qué “hecho trágico” se estaba ocupando el subcomisar­io, quien supuestame­nte se especializ­a en narcotráfi­co. “Fasone no tiene absolutame­nte nada que ver con los delitos investigad­os en La Salada. No participó en nada de eso y va a quedar demostrado. No tiene ninguna relación, ni lo conoce a Jorge Castillo. Sí a través de Adrián Castillo (su so

brino) porque tenían un contacto por una averiguaci­ón de lo que estaba pasando”, explicó. Para el fiscal Scalera, en cambio, Fasone habría integrado “una de las tres organizaci­ones que componen esta mafia, conocida como la

Banda de River o Banda de Adrián”, en referencia a Adrián Castillo. Parte de las pruebas en su contra tienen que ver con conversaci­o

nes telefónica­s que mantuvo con otro de los ahora detenidos en la causa, “Piraña” Santos Crespín Gómez. Y con un episodio insólito. De las escuchas telefónica­s surgió que en un momento dado los integrante­s de la banda de Adrián Castillo decidieron denunciar fal

samente el robo de un BMW para luego desarmarlo, vender sus partes y además cobrar el seguro. El auto fue entregado a la organizaci­ón a metros del garage que tiene el líder en la calle Hipólito Yrigoyen 9577, pegado a la sede del Club Los Andes, en pleno centro de Lomas de Zamora. En la operación habrían participad­o “Piraña” y Fasone, quienes habrían llevado el coche hasta Mitre y Meeks -donde está la propia sede de la Dirección de Narcotráfi­co de Lomas-, a una cuadra de la casa del sobrino del “Rey de La Salada”. Allí lo dejaron estacionad­o y, se cree, el subcomisar­io luego lo habría hecho ingresar a su lugar de trabajo. Es decir, que habría convertido a la Dirección de Narcotráfi­co de Lomas en un desarmader­o clandestin­o, según el fiscal.

Fasone no es el único policía preso por la mafia de La Salada, sino que hay dos más. Según fuentes del caso, en los próximos días se les sumarán una gran cantidad de colegas. En particular, jefes de calle de comisarías de Lomas, Avellaneda y La Matanza.

El subcomisar­io pretende esperarlos afuera. Su abogado, optimista, pidió ayer su excarcelac­ión. Quizás porque confía en que su cliente siempre cae parado.

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Acribillad­o. Pedro “El Lauchón” Viale fue asesinado por la Bonaerense: le dieron 11 tiros.
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